¿Qué dicen las organizaciones y activistas que llevan sus nombres?
Mucho se difama, poco se analiza y nada se debate sobre las décadas finales del siglo XX. Y sin embargo quedan de entonces cientos de prisioneros políticos, hombres y mujeres que combaten y resisten monstruosas condenas de 30, 35 años y cadenas perpetuas por la rebelión armada de esa época:
Ahí están las Marujas, Anas, Elenas, Marías y Lauras, todas enfrentando penas perpetuas.
Están las Cecilias, Idas, Yenis, Nancys … desde cuando terminara el conflicto armado.
Ahí están las Elisas, Anitas y otras jóvenes de la segunda década del XXI, todas nombradas en plural porque las penas las cumple también el entorno familiar.
Y como existe una persecución macartista, inquisitorial, un gobierno u otro, comprobando que sirven a las mismas clases opresoras y explotadoras, montan redadas para impedir la reincorporación a la sociedad de las que alcanzaron sobrevivir con la moral íntegra, negándoles su derecho a vivir en libertad.
Ahí están Victoria, Estela, Sara, Isabel, Nérida, María…
Y continuando la política de odio y venganza ahora incrementan las cárceles con nuevos prisioneros persiguiéndolos por luchar por los derechos fundamentales del pueblo, por defender el sagrado derecho a la vida, por denunciar la responsabilidad del Estado peruano en las más de 200 mil muertes por el Covid-19 al haber renunciado a su función social de velar por la salud del pueblo, por luchar por los derechos democráticos a la libertad de pensamiento, libertad de expresión y de organización del pueblo y el derecho a participar en la vida política: más de una decena de jóvenes mujeres pueblan las cárceles por más de un año.
Nunca en el Perú se ha encarcelado a tantas mujeres, por tantos años, por causas sociales y políticas.
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