BICENTENARIO: 200 AÑOS DE OPROBIO Y OPRESIÓN


Hace 55 años en el aniversario patrio, el Presidente Gonzalo sintetizó con precisión: ¡28 de julio: postrer día del despotismo… y primero de lo mismo! Lo escribió en el número 23 de Bandera Roja donde también afirmó que la independencia “solo fue la sustitución de los amos españoles por los criollos, hijos de los españoles nacidos en estas tierras americanas […] Fue, pues, la sustitución de los amos viejos por sus hijos más jóvenes y briosos dispuestos a disfrutar de un poder absoluto y total; y así lo hicieron.”

El Perú feudal se mantuvo y solo se alcanzó una formal independencia política, pasó de colonia a semicolonia dominada principalmente por Francia. Llegaron los albores del siglo 20. Ha insurgido la clase obrera industrial y el capitalismo burocrático iniciado su camino. La sociedad deviene semifeudal y semicolonial como lo afirma Mariátegui. El capitalismo burocrático se desarrolla y entra en crisis a los golpes de la guerra popular de los 80-90. Tras un largo proceso la sociedad peruana deviene capitalista, dependiente del imperialismo y con rezagos semifeudales en el siglo XXI.

¿Y el pueblo? Luchó como siempre, contra la feudalidad, la semifeudalidad, la semicolonialidad, el capitalismo, el imperialismo usando todas las formas incluida la lucha armada, arrancando derechos, beneficios y libertades. El campesinado luchó por tierra para quien la trabaja, confiscó tierras, defendió la comunidad campesina, golpeó el latifundio, la servidumbre y el gamonalismo. La clase obrera conquistó las ocho horas, la estabilidad laboral, el derecho al trabajo, el seguro social, la jubilación y lo principal: construyó su partido, el partido comunista para emancipar a la clase y al pueblo rumbo a una sociedad sin opresión y explotación. Jóvenes, mujeres, intelectuales, todo el pueblo trabajador aportó a desenvolver el camino del pueblo.

Llegamos al bicentenario en medio de una crisis general de la sociedad. A esta nos ha traído el capitalismo neoliberal. Frente a ello el pueblo se rebela, exige salud, educación, trabajo, servicios sociales, seguridad, acabar con la corrupción. Y cada vez con mayor fuerza demanda una nueva constitución a través de una asamblea constituyente que acabe con el modelo neoliberal y restituya y amplíe los derechos del pueblo negados y conculcados.


La lucha por una nueva constitución será ardua y difícil, más aun teniendo como prioridad inmediata la lucha contra la pandemia, pero es imprescindible para avanzar en la democratización de la sociedad peruana. La constitución fujimorista fue producto de un golpe de Estado para legitimar la dictadura, se hizo fraudulentamente para imponer el neoliberalismo que vendió al martillo nuestros recursos naturales y saqueó el país en beneficio de la gran burguesía y el imperialismo hundiendo al Perú en crisis general y propiciando la más repugnante corrupción que incluyó a seis presidentes de la República.

Ahora que un nuevo gobierno asume con la principal bandera de nueva constitución a través de asamblea constituyente, los reaccionarios y oportunistas salen a pedir al presidente Castillo que lo primero que debe hacer es traicionar esta demanda porque, dicen, el Perú ha avanzado económicamente, no hay clima constituyente y es inconstitucional convocar a asamblea constituyente, se generaría más caos, eso es para hacer una dictadura que se perpetúe en el poder, y un sinnúmero de pretextos para mantener el ordenamiento actual.

Si vemos el avance económico ¿a quién ha servido? No ha sido a las grandes mayorías, al proletariado, al campesinado, a la pequeña burguesía, el pueblo no ha sido beneficiado. La incipiente industria nacional ha sido destruida; nuestros recursos mineros, pesqueros, agrícolas han sido entregados a la voracidad de las grandes empresas dependientes del imperialismo; la pobreza el 2016, según la Cámara de Comercio, llegaba a 63 %: 29,5 % pobres y 34,2 % vulnerables, y hoy se ha agravado; la desigualdad según OXFAM aumentó el 2019 y con la pandemia empeoró. El avance económico de las clases privilegiadas ha tenido y tiene como contraparte el retroceso económico del pueblo.

Se dice que no hay clima constituyente ni interés de la población por cambios constitucionales. Pero en noviembre 2020 la encuesta de Datum registraba: 56 % de acuerdo en cambiar la constitución, 27 % en desacuerdo y 17 % no tenía posición definida; similar la encuesta de IEP que precisaba que el pedido de nueva constitución se concentraba en el Perú rural, zona sur y centro, y en los sectores más pobres D/E, además de que la nueva constitución debería ser hecha por una asamblea constituyente y no por el desprestigiado Congreso.

Recordemos que luego de la caída de la dictadura fujimorista prácticamente era consenso la necesidad de una nueva constitución. Con Paniagua el 2001 hubo la propuesta de anular la constitución de 1993 y convocar a través de referéndum una asamblea constituyente para una nueva constitución; propuesta que se apropió el Congreso para luego suspender el debate y finalmente paralizarlo hasta el día de hoy. El 2006 Toledo volvió a proponer una alternativa de nueva constitución a través de asamblea constituyente y el 2011 Humala y su gabinete juraron por la constitución del 79 en rechazo a la constitución fujimorista del 93. Hoy, la asamblea constituyente y nueva constitución se han abierto paso, su avance es indetenible, ¡el pueblo no va a esperar otros 200 años para democratizar el país!

Se arguyen leguleyadas planteando que la actual constitución no permite una asamblea constituyente, desconociendo así que en todo el mundo las constituciones nacen de asambleas constituyentes; lo prueba una vez más la actual asamblea constituyente conquistada por el pueblo chileno para echar al tacho de basura la constitución de Pinochet, hermana de la de Fujimori. La desesperación de las clases dominantes es tal que pretenden el absurdo de reformar la constitución fujimorista para impedir que nunca haya asamblea constituyente y que la constitución del 93 sea eterna.

Sostienen que habrá caos y desorden, cuando son los poderosos los que han creado el mayor caos con la explotación bárbara que ha barrido las ocho horas, la estabilidad laboral, el derecho al trabajo; han implantado la corrupción en todos los niveles y podrido las instituciones del Estado; han abandonado la salud y la educación siendo responsables de la muerte de 200 mil por la pandemia y el atraso educativo de millones de niños; han perseguido, apresado y asesinado, con el pretexto de un terrorismo inexistente, a comunistas, revolucionarios y luchadores sociales que expresan su rechazo al orden explotador y opresor. Ellos crearon el caos, ellos responden.

Dicen que una nueva constitución es para perpetuar en el poder a los marxistas y leninistas. El ladrón cree que todos son de su condición. En 1992 Fujimori dio el autogolpe, disolvió el Congreso, intervino el Poder Judicial, el Ministerio Público, la Contraloría, el Tribunal de Garantías Constitucionales, los gobiernos regionales y de inmediato convocó su congreso constituyente para hacer una constitución a su medida. Impuso el neoliberalismo con el que vendió y asaltó el país, anuló la estabilidad laboral, estableció la reelección presidencial, aumentó el poder del Ejecutivo, aprobó un Tribunal Constitucional elegido por el Congreso. Todo eso fue la negación de una asamblea constituyente que debe significar una amplia democracia real y representar los intereses del pueblo, la nación y la sociedad.

Una nueva constitución centralmente debiera cambiar el capítulo económico neoliberal que faculta la total privatización de recursos y servicios en beneficio de la gran burguesía y minimiza la acción estatal desprotegiendo a la población lo que se ha visto claramente con la casi desaparición de una verdadera industria nacional, con el abandono del papel del Estado en proteger a la población, con la dependencia mayor del imperialismo.

Una nueva constitución debiera recuperar y ampliar los derechos y libertades del pueblo perdidos, restringidos y negados, derecho a la vida, alimentación, salud, educación, vivienda, trabajo, justicia, libertad de expresión, de reunión, de organización. No se puede aceptar que la ganancia, el lucro, el egoísmo estén por encima del bienestar de la colectividad ni que se ahonde la desigualdad social.

No puede haber una sociedad que se precie de democrática mientras mantenga una cárcel de tortura como la Naval del Callao, una cadena perpetua que es pena de muerte disfrazada aplicada ilegalmente en forma retroactiva, una persecución política a comunistas, revolucionarios u opositores, que haya presos políticos sin cometer delito solo por cuestionar el capitalismo y su falsa democracia.

1000 firmas por el cierre del Penal Militar de la Base Naval del Callao

Buscamos una nueva constitución que sirva a democratizar el país para que el pueblo mejore sus condiciones de vida sin olvidar jamás que al socialismo solo se llega con revolución. Soñar con una constitución socialista es no ver la esencia del Estado, órgano de la clase dominante cuya columna vertebral son sus fuerzas armadas y cuenta con el aval del imperialismo mundial. El socialismo no se alcanzará con elecciones ni cambios constitucionales; la llamada vía pacífica hace mucho que fue desahuciada por la historia.

Que la lucha por salvar la vida del pueblo contra la pandemia sea lo más urgente y primordial, no niega que se debata sobre la nueva constitución; al contrario, eso sirve a entender cómo la constitución fujimorista y el sistema neoliberal impuesto son los responsables del crimen de lesa humanidad de 200 mil hijos del pueblo peruano.

Si algo principal nos enseñó la independencia de España es que esta se logró tras cincuenta años de lucha y rebelión. Primero fue el gran movimiento campesino cuya cima fue la gesta tupacamarista, luego la lucha emancipadora en ciudades y finalmente el combate de los ejércitos libertadores que culminó con la batalla de Ayacucho. La nueva independencia, tras 200 años de renovada explotación y opresión, debe aprender esas grandes lecciones.

Basta de 200 años de oprobio y opresión

Bicentenario con asamblea constituyente y nueva constitución

Bicentenario sin presos políticos: Amnistía general

 

Julio 2021                            Comité Nacional de Prisioneros Políticos y de Guerra del Perú

 

 

 

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