Desechar el neoliberalismo y avanzar hacia una nueva Constitución a través de Asamblea Constituyente con el pueblo y para el pueblo

Ninañawi

Nuevamente arrecia la campaña derechista del terruqueo a todo lo que critique o cuestione el orden opresor capitalista. El fracasado neoliberalismo y sus representantes, causantes de la actual crisis económica, política, moral, la descomposición del Estado y la muerte de más de 100 mil peruanos por el abandono de la salud, están invirtiendo millones de sus dólares mal habidos en una sucia y criminal campaña para evitar ir a prisión, así como perseguir y hasta asesinar a luchadores sociales y opositores a su nefasta Constitución del 93 y su régimen reaccionario.

 
La extrema derecha clama contra “el socialismo”, vocifera “Muerte a Castillo”, exige prohibir la existencia de “los partidos comunistas”, amedrenta a los fiscales anticorrupción, llama al golpe de Estado por los militares, pide el regreso a la dictadura fujimorista, aterroriza a la población con insultantes carteles, apabulla con su propaganda pagada en los medios de comunicación, en síntesis, proclama la dictadura abierta de la gran burguesía y la defensa de un Estado policiaco.

Sus cabecillas se desesperan porque un sencillo profesor rural puede ganarle las elecciones y poner en riesgo sus ilegales negociados, su corrupción, sus sucias ganancias y bajos instintos terminando presos como Fujimori, Toledo, Kuczynski y muchos otros.

Son 30 años de aplicación del modelo económico neoliberal impuesto desde la dictadura de Fujimori que subastó nuestros recursos naturales y empresas nacionales a las empresas monopolistas, privatizó todo lo que pudo, barrió derechos de la clase obrera y el pueblo, corrompió todas las instituciones estatales y saqueó al país robando 6 mil millones de dólares. A fines del 2000 cayó la dictadura y Fujimori y Montesinos, aunque huyeron del país, fueron finalmente detenidos y sentenciados a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad.

Imagen TAANS

Bajo los gobiernos de Toledo, García, Humala, Kuczynski, Vizcarra prosiguió aplicándose este funesto modelo capitalista que fue desapareciendo la industria nacional, desmantelando el sistema de salud, privatizando la educación, ahondando la diferencia entre ricos y pobres, aumentando la inseguridad ciudadana, hasta llevar a la sociedad peruana a la situación actual con una corrupción generalizada, cinco expresidentes presos, procesados y suicidados, tres presidentes vacados, la disolución de un nefasto parlamento, pugnas intensas en las clases dominantes por el control estatal, un poder judicial dominado por mafiosos y traficantes de influencias, todo lo que generó una multitudinaria protesta respondida con balas que asesinaron a Inti y Brian y luego a Jorge, Reynaldo y al menor KRD.

Ese es el capitalismo neoliberal que Keiko Fujimori quiere eternizar cuando incluso en los países capitalistas, ante el fracaso del neoliberalismo en el mundo, se desenvuelve la tendencia a que el Estado entre a regular la economía.

La llamada señora K está acusada de encabezar una organización criminal que lavó 12’320 000 dólares que le dieron empresarios durante las campañas de 2011 y 2016 por lo cual la Fiscalía ha pedido 30 años de prisión, habiendo contundentes pruebas de colaboradores eficaces que prevén una segura condena. Su corrupción, cinismo y malas artes las practica desde siempre. Su propia madre escribió a Caretas en el 2002: “Keiko me abandonó. Prefirió el dinero sucio de su padre. Para mí ella tiene cara de diablo.” Y luego desenmascarando su cinismo dijo: “Realmente creo que un actor de Hollywood se queda chico”.

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En sus disputas por el poder con su hermano Kenji y mintiendo para lavarse la cara, dijo en abril 2011: “Juro por dios que no indultaré a Alberto Fujimori” y en abril del 2016 aseguró: "En el 2021, no habrá ningún candidato que se apellide Fujimori". En junio 2018 suspendió a su hermano como parlamentario por corrupto y este fue chantajeado para que no la denuncie por lavado de activos teniendo que reconocer su guillotinamiento: “Keiko… Aquí tienes mi cabeza en bandeja”, acusándola de dirigir una “dictadura parlamentaria”.

La Constitución de 1993 fue producto de una dictadura genocida y vendepatria y fue echa a su medida para rapiñar al país imponiendo el neoliberalismo. 30 años después en una nueva ofensiva antipopular, la gran burguesía, en defensa de su poder y riquezas, condena el movimiento popular por una nueva Constitución y persigue todo cuestionamiento al modelo neoliberal. Sus representantes sostienen que no es el “momento constituyente” y que no se puede cambiar la Constitución. ¿Y cuándo sería el momento? Para ellos nunca. No basta que más de 1000 peruanos mueran al día por el covid-19 debido al abandono a la salud, que la educación esté por los suelos, que los últimos presidentes estén denunciados y presos, que los tres poderes del Estado estén podridos por la corrupción y las diputas por el poder, que la informalidad laboral llegue al 80% de la población, que la mitad de los niños peruanos sufran anemia, que la pobreza haya aumentado hasta alcanzar alrededor del 60 % de la población aunque lo oculten diciendo que no es pobreza sino “condición precaria” o “población vulnerable”, que tengamos la mayor recesión de América Latina, después de Venezuela, con un hundimiento del PBI de 14 % según el FMI, que se haya destruido el 50 % de puestos de trabajo en Lima el 2020, que exista un sistema de salud totalmente colapsado. Para los mandamases del país eso es secundario, lo que vale es que se mantengan en el gobierno e incrementen sus ganancias como hasta hoy.

Fotos Ninañawi
 
Claman contra el socialismo y el bien común porque solo les interesan sus bolsillos y no el bienestar de la gente. Prefieren que los pobres se mueran antes que atenderlos en sus clínicas o bajar los precios de medicinas y alimentos. Se llenan la boca de “democracia y no dictadura” cuando representan la antidemocracia y la dictadura de la gran burguesía que explota a los obreros y trabajadores, aplican centralización absoluta y escandalosa corrupción en los poderes del Estado, controlan la gran prensa y medios de comunicación, desenvuelven persecución política a comunistas, revolucionarios y luchadores sociales, y llevan adelante un sinfín de maldades propias de su decadente clase opresora.

Las matonescas amenazas de muerte contra los opositores, los públicos llamados al golpe de Estado, el apresamiento de los activistas del Movadef sin haber cometido delito, ¿qué tienen de democrático? ¿De qué democracia puede jactarse Keiko Fujimori si quiere reeditar el régimen de su padre y Montesinos pagando millones de dólares a empresarios, políticos, jueces para imponer su dictadura neoliberal? ¿Puede decirse que es democrático “dar el tiro de gracia a Sendero” como se jactó un alto mando policial, impedir que hable y se defienda el Dr. Abimael Guzmán de los ataques contrarrevolucionarios, impedir que el FUDEPP participe en elecciones, asesinar a jóvenes porque protestan y exigen nueva Constitución, o invertir millones en propaganda de una candidata mientras el otro no lo puede hacer?

30 años de neoliberalismo han consolidado un poder económico, político e ideológico que ha controlado el Estado y la sociedad peruana en medio de disputas de las clases dominantes por obtener más poder. Cuando el modelo se cae a pedazos aquí y en todo el mundo, cuando la clase obrera y los pueblos avanzan en su organización y luchas por los derechos fundamentales, entonces la gran burguesía y sus partidos dejan temporalmente sus divergencias y se unen en defensa del viejo orden en contra del progreso para aplastar la creciente lucha popular. Pero esa unidad es temporal mientras sus pugnas son absolutas.

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El pueblo no se atará al camino de la reacción, buscará las mejores condiciones que le permitan avanzar en la recuperación, defensa y ampliación de sus derechos. Debemos desenmascarar y combatir resueltamente el sistema capitalista, su explotación inmisericorde, su corrupción, sus injusticias, sus crímenes; luchar por la democratización de la sociedad peruana defendiendo los derechos de opinión, organización, participación política; combatir el Derecho Penal del Enemigo que busca acabar con el estado de derecho garantista conformando un Estado policiaco de dictadura abierta; bregar por una nueva Constitución a través de Asamblea Constituyente confluyendo con otros sectores progresistas y democráticos para echar abajo la Constitución neoliberal.

Mientras los capitalistas aprovecharon de la pandemia para enriquecerse más lucrando con sus negocios a costa de la muerte de decenas de miles, el pueblo respondió con solidaridad socialista en las ollas comunes y sabiduría colectiva para curarse, a la vez que enjugaba sus lágrimas, enterraba sus muertos y rompía los confinamientos retando a la muerte para trabajar por su subsistencia. Ese es el temple del pueblo peruano y no el burdo egoísmo que propugnan los explotadores.

Fotos Ninañawi

Nunca el Estado peruano aceptó tratar nuestro planteamiento de Solución política, Amnistía general y Reconciliación nacional sino que aplicó una política de odio y venganza, continuación de su política genocida en la guerra. En los Convenios de Ginebra, que el Estado peruano reconoce, se establece en relación a conflictos armados internos: “A la cesación de las hostilidades, las autoridades en el poder procurarán conceder la amnistía más amplia posible a las personas que hayan tomado parte en el conflicto armado o que se encuentren privadas de libertad, internadas o detenidas por motivos relacionados con el conflicto armado.” Nuestro Partido planteó discutir una salida política. Pero el Estado peruano se negó sistemáticamente a tratar un acuerdo de paz o una solución política o una amnistía general en función de una reconciliación nacional entendida como la reincorporación a la vida social y política de los alzados en armas.

La gran burguesía peruana escogió la salida represiva y militar barriendo libertades y persiguiendo a los comunistas, revolucionarios y a quienes cuestionen el orden capitalista de explotación y opresión. Así llegamos al bicentenario con una crisis general, corrupción generalizada y descomposición estatal como nunca antes. Y cuando el pueblo despierta, cuestiona, protesta le aplican el maldito terruqueo para deslegitimizarlo. Como ya eso no rinde resultados saca a luz todo su odio antipueblo con la millonaria campaña anticomunista de las últimas semanas. En su desesperación por no perder el gobierno generan confusión y miedo para restar apoyo al oponente, aunque bien saben que a través de elecciones no se conquista la construcción socialista.

Y, aun así, es bueno preguntarse: ¿Por qué temen y odian al socialismo? Porque es un sistema que se basa en la propiedad social y no en la propiedad privada de los medios de producción con la que unos pocos burgueses explotan a muchos obreros y trabajadores con el único fin de obtener ganancias. Pero al socialismo se llega y se construye con revolución, no con elecciones dentro del capitalismo. Y no es una utopía, se construyó en gran parte del mundo desde 1917 hasta 1976 trayendo beneficios inmensos para las grandes mayorías y sentando bases poderosas para el desarrollo de la Unión Soviética y China. Pero ese socialismo fue destruido con golpes de Estado por acción del revisionismo que restauró el capitalismo y acabó con ese primer gran intento del proletariado mundial.


El Presidente Mao nos enseñó: “Luchar, fracasar, luchar de nuevo, fracasar de nuevo, volver a luchar y así hasta la victoria: esta es la lógica del pueblo”. El socialismo volverá a triunfar y a construirse más justo y sólido hasta ser invencible. Y se hará con revolución porque jamás las clases explotadoras soltarán sus cuchillos de carnicero para degollar al pueblo.

¡Abajo la dictadura burguesa y su sistema capitalista!

¡Por una nueva Constitución a través de Asamblea Constituyente con el pueblo y para el pueblo!

¡Sirvamos a preparar la revolución socialista bregando por las mejores condiciones para el pueblo!

¡Sin una revolución comunista nada tendrá el pueblo!



Mayo de 2021

Comité Nacional de Prisioneros Políticos y de Guerra del Perú


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