Aunque ya estamos en el mes de agosto y el
alto riesgo para la salud y vida del pueblo como consecuencia de la pandemia alcanza
niveles exorbitantes, ponemos a su disposición unas sentidas letras en memoria de los héroes de La Cantuta, y un
merecido homenaje a Justo Arizapana, un hijo del pueblo recientemente
desaparecido, quien destacó por su valor e integridad.
EN MEMORIA DE LOS HÉROES DE LA CANTUTA
El 11 de
junio de 2020 falleció nuestro compañero Justo Arizapana, trabajador reciclador
que el año 1992, cuando dormía en un cerro de Cieneguilla, descubrió los huesos
y entierros de los combatientes de la guerra popular de La Cantuta asesinados
el 18 de julio de 1992. Hijo de la miseria y de la lucha, el compañero Justo
vivió y murió en la extrema pobreza a los 61 años de edad. Su acción de
valiente denuncia con riesgo de su propia vida, fue una expresión más de la
heroicidad del pueblo peruano.
El
genocidio de La Cantuta, por el que el expresidente Fujimori fue condenado a 25
años, estremeció a la sociedad peruana. Muchos pretendieron pescar a río
revuelto. La derecha hasta defendió la matanza y amnistió a sus ejecutores. La
izquierda burguesa traficó con los asesinatos buscando su propio beneficio. Y
cada 18 de julio pretenden seguir medrando a costa de nuestros combatientes.
Pero ellos son nuestros, no de la canalla burguesa ni del oportunismo
revisionista, son hijos del Partido, de la guerra popular, de la revolución
peruana.
A los 40
años del inicio de la guerra popular del Perú y a los 28 años de este execrable
genocidio, volvemos a reivindicar la memoria de los dignos hijos del pueblo
caídos en La Cantuta. Su ejemplo vive en nosotros los prisioneros políticos y
de guerra del Perú que hoy afrontamos un nuevo genocidio con el abandono
premeditado de nuestra salud frente a la pandemia actual, qua ya ha cobrado la
vida de tres prisioneros políticos. Ellos estarán presentes siempre en nuestra
brega inclaudicable por el socialismo.
A
continuación, volvemos a reproducir nuestro pronunciamiento del 2019 en defensa
de los héroes de La Cantuta que siempre vivirán en el gran corazón del pueblo.
¡COMPAÑERO JUSTO ARIZAPANA, PRESENTE!
¡CAMARADAS, COMBATIENTES Y MASAS
REVOLUCIONARIAS CAÍDOS EN LA CANTUTA, PRESENTES!
COMBATIENTES DE LA CANTUTA ¡PRESENTES!
Hace 27 años, el 18 de julio de 1992, fueron vilmente asesinados por el
llamado Grupo Colina, destacamento perteneciente al Ejército Peruano, 9
estudiantes y un docente de la Universidad Nacional de Educación La Cantuta,
combatientes de la guerra popular que ofrendaron sus vidas como lo hicieron
miles de guerrilleros y masas dirigidos por el Partido Comunista del Perú en
todo el país luchando por un mundo mejor.
En 1990 había asumido un nuevo gobierno genocida y vendepatria encabezado
por Alberto Fujimori, quien, ante el pujante desarrollo de la guerra popular,
da un autogolpe en abril del año 92 cerrando el Congreso e implantando una
dictadura abierta para cumplir mejor sus tres tareas contrarrevolucionarias del
momento: reimpulsar el capitalismo burocrático, reestructurar el Estado y
aniquilar la guerra popular.
En mayo de 1991 Fujimori visitó La Cantuta siendo abucheado y repudiado por
los estudiantes. El Ejército responde con la detención de estudiantes y la
instalación de una base militar en la Universidad. En mayo de 1992 se
desenvolvió el genocidio selectivo en el penal de Canto Grande donde son
asesinados 50, la gran mayoría ametrallados y fusilados luego de culminada la
resistencia de los prisioneros. Las acciones y paros armados remecían todo el
país. Ya en la prensa se hablaba del posible triunfo de los senderistas y de la
intervención militar de Estados Unidos.
En ese marco de violenta lucha de clases en el que las desapariciones por
acción de las Fuerzas Armadas se multiplicaban, es que el gobierno dispone la
cruel represión del 18 de julio a cargo de un grupo de inteligencia del
Ejército autollamado Grupo Colina, que venía actuando con total protección
estatal.
Intervinieron en la madrugada la residencia universitaria con una lista de
nombres, seleccionando a 9 estudiantes además de un docente muy conocido en la
universidad. Todos son golpeados, enmarrocados, secuestrados y luego ejecutados
sumariamente en un terreno policial en Huachipa. En la madrugada del 25 de
abril de 1993, temiendo su descubrimiento, desentierran los cadáveres, los
calcinan y los vuelven a enterrar en una quebrada en Cieneguilla.
El reciclador Justo Arizapana, que en su pobreza extrema vivía en los
cerros, observa incrédulo el nuevo entierro en Cieneguilla y, asumiendo todos
los riesgos, preparó un plano y lo hizo llegar al Nuevo Diario, la revista Sí,
un congresista y a otros, denunciando las sospechas sobre los desaparecidos de
La Cantuta. Una vez más, “los mil ojos y
oídos” de las masas revelaron las fosas comunes de este genocidio.
En la diligencia de la Fiscalía del 8 de julio de 1993, con la prensa
nacional e internacional presentes, son descubiertos huesos humanos y dos
llaveros. La infamia reaccionaria llegó al paroxismo cuando imputaron que
Sendero Luminoso había hecho los planos para desprestigiar al Ejército y
apresaron a varios compañeros. Pero la verdad era indetenible. En la retina de
nuestro pueblo quedó grabado el momento en que una de las pequeñas llaves
encontradas, manipulada por la madre de uno de los estudiantes, abre la puerta
de su casa. ¡Los restos eran los de los héroes de la Cantuta!
Los genocidas fueron juzgados no por el fuero civil como correspondía, sino
por el fuero militar para mantener el secreto de pruebas y aminorar las penas.
El 94 fueron condenados pero el 95 resultaron amnistiados por el gobierno.
Recién después de la caída de la dictadura fujimorista se anula la amnistía,
haciéndose nuevos juicios y condenas el 2008.
Muchos de los llamados organismos de derechos humanos y ONG han traficado
con los guerrilleros muertos, llamándolos “inocentes”, “no senderistas”, para
que se les reconozca como “víctimas” del terrorismo, conseguir donaciones,
indemnizaciones y llenarse los bolsillos. Hoy, una vez más reivindicamos la
memoria de los luchadores del pueblo.
Con firme posición proletaria, honramos a nuestros combatientes de la
Cantuta: Bertila Lozano Torres, Dora
Oyague Fierro, Marcelino Rosales Cárdenas, Juan Gabriel Mariños Figueroa,
Heráclides Pablo Meza, Luis Enrique Ortiz Perea, Armando Richard Amaro Cóndor,
Robert Édgar Teodoro Espinoza, Felipe Flores Chipana, y el profesor Hugo Muñoz.
¿Quién
los mató? El genocida Estado peruano ¿Quién los vengará? El Partido y la
revolución. Reivindicamos su memoria junto a la de otros miles de combatientes
a quienes la izquierda burguesa pretende “desmitificar” diciendo que fueron
“inocentes ciudadanos” para medrar a su costa. Lo condenamos rotundamente.
Nuestros combatientes de La Cantuta, carne de nuestra carne y sangre de nuestra
sangre, siguen y seguirán viviendo y combatiendo en las luchas revolucionarias
de nuestro pueblo hacia el socialismo.
Julio de 2019
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Comité Nacional de Presos
Políticos y
Prisioneros de Guerra del Perú
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