Grito de cólera en Estados Unidos
¡NO PUEDO RESPIRAR!
Georg Floyd, 46
años, raza negra, trabajador de seguridad, padre de una niña, acusado de pagar
con un billete falso de 20 dólares, fue detenido y asesinado por la policía en Minneapolis,
estado de Minnesota, Estados Unidos el lunes 25 de mayo de 2020.
De forma cobarde
y violenta, la policía lo esposa, lo tumba y uno le pone la rodilla al cuello
durante 9 minutos hasta que muere asfixiado pese a sus gritos de ¡Por favor!
¡No puedo respirar! Más aún, ya a los 6 minutos había perdido el conocimiento. El
crimen, en plena calle delante de la gente, fue íntegramente grabado y
denunciado por las redes sociales generando una ola de indignación antirracista
que está remeciendo Estados Unidos por varios días de norte a sur y de este a
oeste.
El asesino
directo ni siquiera fue detenido preliminarmente pese a la evidencia de los
videos y a tener ya antecedentes de violencia policial. En una rueda de prensa,
los fiscales dijeron que investigarían más pruebas y no hicieron ninguna
acusación aumentando la cólera popular por el encubrimiento policial. Hasta el
propio alcalde de la ciudad llegó a decir: “Si lo hubiese hecho uno de vosotros
o yo, nos habrían puesto detrás de las rejas en diez minutos”; por esto Trump lo
calificó de “izquierdista radical”. Incluso la congresista que dirige a los
demócratas dijo: “Ese vídeo es una ejecución ante nuestros ojos”. Recién el
viernes 29, ante la presión popular, el policía ha sido detenido enfrentando
cargos por un máximo de 12 años de
prisión pero los familiares de George piden la pena de muerte.
El cuartel
policial donde trabajan los policías agresores fue asediado durante días hasta
que la policía huyó del lugar siendo la comisaría asaltada e incendiada por las
masas a los gritos de ¡Asesinos!, ¡No soporto estas cadenas!, ¡Si no hay
justicia no habrá paz!, ¡No nos pueden detener a todos! El lugar donde George
fue asesinado se ha convertido en sitio de peregrinación donde la gente deja
flores, dibujos, escritos y se concentra pacíficamente. También protestan con
una rodilla en tierra y el puño en alto recordando la rebeldía de los
futbolistas negros que desde el 2016 se niegan a cantar y a ponerse de pie
cuando escuchan el himno nacional norteamericano que contiene versos racistas.
Ni las amenazas
de Trump calificando de “matones” a los que protestaban, sugiriendo la
intervención militar y advirtiendo que “cuando comiencen los saqueos, comenzará
el tiroteo”, impidieron las protestas. Tampoco el toque de queda impuesto desde
las 8 de la noche ni las medidas de confinamiento por la pandemia detuvieron la
justa ira del pueblo. Hasta la red Twiter ocultó el tuit de Trump por
“glorificar la violencia”. El viernes 29, haciendo trizas el toque de queda,
los manifestantes bloquearon un gran puente, atacaron negocios y edificios,
enfrentando la represión y causando grandes hogueras. De dos periodistas que
cubrían los sucesos, uno negro fue detenido, el otro blanco no fue molestado.
Frente a la
propia Casa Blanca, en Washington, miles de manifestantes de todas las razas,
principalmente jóvenes, coreaban: ¿Cuál es tu nombre? Y la respuesta masiva:
¡George Floyd!, resonaba en la residencia presidencial como en todo el país. La
Casa Blanca fue cerrada de emergencia clausurando todos sus accesos.
Las consignas
coreadas y pintadas ¡No puedo respirar!, ¡Las vidas negras importan!, ¡La
policía racista tiene que irse!, ¿Soy yo el próximo?, ¡El silencio es violencia!,
¡Justicia para George!, ¡Asesinos!, recorren también New York, Atlanta,
Houston, Manhattan, Columbus, Denver, Charlotte, Dallas, Austin, Portland, Las
Vegas, Memphis, Oakland, Boston, Lincoln, Los Ángeles como una ola inmensa de
protestas, movilizaciones, violencia popular.
La policía ha
repartido varazos, lanzado gases, disparado balas de goma y detenido a miles de
personas. En Louisville 7 manifestantes fueron baleados por desconocidos, en
Detroit un joven que protestaba fue baleado y muerto por un desconocido. En
Oakland, 8 mil manifestantes, un policía muerto. En Houston, 200 detenidos por
bloqueo en carretera y daño a patrulleros. Solo el viernes en Los Ángeles hubo
más de quinientos arrestados. En Atlanta el local central de la CNN fue atacado
por manifestantes.
En Minneapolis
algunos negocios ponían carteles “Propietario negro”, buscando así evitar su
destrucción. Un hombre disfrazado de Joker portaba un cartel “Justicia para
George”. La película Joker representa una denuncia social que justifica la
violencia; la legitimidad de la violencia, según la prensa, es lo que en estos
duros momentos se debate en Estados Unidos. Son decenas los patrulleros dañados
e incendiados con molotovs en diversos lugares del país. En Brooklyn un
patrullero fue incendiado y las masas intentaron ingresar a la comisaría resultando heridos varios policías y
detenidos doscientos manifestantes. En Atlanta varios vehículos policiales
fueron dañados y dos incendiados. Se espera que para el fin de semanas las
protestas aumenten.
Que en las
propias entrañas de la bestia imperialista el pueblo se atreva a enfrentarla,
demuestra una vez más que el imperialismo es un tigre de papel que puede ser
agujereado. Demuestra que sus planes de control, pánico, estados de emergencia,
negación de derechos utilizando la pandemia, pueden y deben ser combatidos.
El proletariado
no teme a virus ni fantasmas. Los pueblos del mundo no se arredran ante las
amenazas trágicas de millones de contagios y muertos que levanta el
imperialismo como un garrote para dominarnos, garrote que demuestra la
caducidad del capitalismo incapaz de entender y dominar una pandemia pese a los
adelantos científicos de la actualidad. Y esto es así porque no buscan el
bienestar de la humanidad sino su bienestar individual, se basan en el lucro y
la ganancia extraídos de la explotación y opresión de los obreros y
trabajadores.
¿Quién necesita
al capitalismo y el imperialismo? No los necesitan los pueblos del mundo. Por
tanto el imperialismo debe ser destruido. El color de la piel como símbolo de
inferioridad o superioridad, el racismo que llevó al brutal colonialismo de
África y al genocidio nazi en la segunda guerra mundial, debe ser barrido
definitivamente de la faz de la Tierra. La lucha del pueblo negro
norteamericano es un gran ejemplo y está uniendo a todas las fuerzas
democráticas norteamericanas. La lucha del pueblo venezolano es otro gran
ejemplo de resistencia y valentía frente al imperialismo yanqui y su cabecilla
el genocida Trump.
Saludamos la lucha
antiimperialista que debe ampliarse, profundizarse y organizarse a nivel
mundial. La garantía de su avance es la dirección del proletariado a través de
su vanguardia comunista y con su ideología científica. La crisis actual no la
vamos a cargar los trabajadores, que la paguen los ricos pues es su sistema
explotador el que la ha creado. El rumbo de los pueblos no es otro que acabar
con el capitalismo y marchar hacia el socialismo, la nueva sociedad que
expropie a los expropiadores y construya un nuevo orden más justo, solidario y
sin explotación.
¡VIVAN
LAS LUCHAS ANTIIMPERIALISTAS DE LOS PUEBLOS DEL MUNDO!
¡ABAJO
EL IMPERIALISMO YANQUI Y TODO EL SISTEMA CAPITALISTA!
¡HACIA
EL SOCIALISMO!
¡SIN
UNA REVOLUCIÓN COMUNISTA NADA TENDRÁ EL PUEBLO!
Colectivo
Trabajo
Mayo
de 2020
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