BRILLANTE PÁGINA DE LA LUCHA POR LA EDUCACIÓN POPULAR EN EL PERÚ

Hoy cuando el neoliberalismo y la globalización aplicada a rajatabla y que ha llevado a la peor crisis de la educación en el Perú, es necesario recordar la gran lucha popular por la educación y contra los planes del imperialismo y la reacción peruana en contra de la clase y el pueblo.

Hace 50 años, el 20, 21 y 22 de junio de 1969, llegó a su punto más alto la gran lucha por la educación popular en el Perú, cuyo centro fue Huanta y Ayacucho. La dictadura militar fascista de Velasco Alvarado, golpe preventivo y plan piloto del imperialismo contra la revolución peruana, dio el 4 de marzo de 1969 el DS 006 que quitaba la gratuidad de la enseñanza, estableciendo que debían pagar 100 soles mensuales los alumnos que desaprobaban un curso, afectando así a más de la cuarta parte del estudiantado a nivel nacional, principalmente masas pobres. En el campo ayacuchano un jornal variaba entre 5 y 15 soles.

Ante la cruel medida, la deserción escolar aumentó drásticamente en las zonas rurales. Durante más de cuatro meses una ola de indignación principalmente juvenil recorrió todo el país, en especial la zona sur. La protesta magisterial y de los padres de familia generó cientos de maestros despedidos. El gobierno obligó a los directores a cobrar las pensiones a los padres de familia a como dé lugar y los estudiantes a partir de junio responden con movilizaciones y tomas de colegios. El 1 de junio en Huanta los estudiantes forman el Frente Único de Estudiantes de Huanta (FUEH) y días después se declara la huelga estudiantil. Organizaciones campesinas de padres de familia se solidarizan y forman el Frente Único de Estudiantes y Campesinos de Huanta y luego el Comité Único de Lucha por la Gratuidad de la Enseñanza.
 
Así, la juventud estudiantil una vez más en la historia se puso al frente de la lucha como su parte más combativa y, organizándose bajo una justa dirección proletaria, va a encender la chispa que incendiará la pradera ayacuchana en defensa de la educación popular.

Los estudiantes huantinos viajan a Ayacucho y otras provincias y departamentos llamando a la huelga. El 10 de junio se concreta un inmenso mitin en Huanta con delegaciones de Ayacucho y la Universidad de Huamanga. En Ayacucho los estudiantes conforman el Frente Único de Estudiantes de Ayacucho (FUESA) que el 13 decreta la huelga indefinida. El FUEH y el FUESA se afilian al Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho que, dando ejemplo unificador sujeto a una correcta línea de clase, convoca un mitin para el martes 17. Llegan refuerzos policiales de Lima que apostan una ametralladora apuntando a la puerta del local del Frente. El inmenso mitin del 17 de junio de 1969 al que acudió casi todo Ayacucho y delegaciones de Huanta, La Mar, Cangallo, fue un rotundo éxito. La policía atrincherada en varios locales, había instalado ametralladoras con trípode, con el permiso del clero, en las torres de varias iglesias.

Con emocionadas y vívidas palabras el Dr. Abimael Guzmán en Memorias desde Némesis rememora esta grandiosa lucha:

“La reacción del estudiantado secundario nacional fue inmediata. En Ayacucho y la región circundante, una de las más pobres del país, la respuesta fue no solo inmediata sino contundente lucha de masas, generándose un amplio y profundo movimiento por la gratuidad de la educación popular. Los estudiantes secundarios ayacuchanos, principalmente los de la Gran Unidad Escolar Mariscal Cáceres, se apoderaron de las calles de la ciudad; masivos ríos juveniles la recorrían todo el día, de la mañana a la noche, remeciendo no solo el centro citadino sino muy especialmente los barrios pobres. Así Ayacucho en su totalidad: calles, barrios, mercados y plazas fueron teatro de la incontenible y ascendente movilización que agitando por la educación popular y haciendo expresión de agravios se ganaron el apoyo del pueblo.

Y vino la represión, la policía había sido fuertemente reforzada. Las piedras devinieron una vez más armas en manos de los hijos del pueblo respondiendo a los varazos, las bombas lacrimógenas y las balas que comenzaron a menudear; y la sangre del pueblo volvió a regar la tierra. La respuesta fue estremecedora: inmenso clamor demandando justicia cubrió la ciudad; las masas barriales abanderadas de pobreza, enarbolando su ira santa de explotados y oprimidos convergieron a la Plaza Sucre, las encabezaban las trabajadoras de mercados llevando en sus manos sus instrumentos de labor como único medio de defensa y, más que nada, su voz, enarbolada arma de denuncia y combate. El 17 de junio se realizó el mayor mitin visto en la ciudad; todo el Ayacucho popular estuvo presente. Para esa fecha el movimiento teniendo como centro Ayacucho ya se extendía a las provincias de Huanta, La Mar, Cangallo, Fajardo, y Andahuaylas en Apurímac, estableciéndose, además, coordinaciones con estudiantes en Huancayo y Cuzco.”
El viernes 20, ante una brutal represión a los estudiantes movilizados, las masas de los barrios del pueblo de Ayacucho salen resueltamente en defensa de sus hijos y en un enfrentamiento con la policía durante todo el día, prácticamente pasan a controlar la ciudad. Es allí cuando el gobierno responde con una redada de grandes proporciones deteniendo a 35 dirigentes populares, profesores y estudiantes en Ayacucho y a otros más en Huanta la madrugada del 21. El pueblo intenta rescatarlos bloqueando la carretera al aeropuerto sin lograrlo, siendo los detenidos enviados a Lima. Luego algunos, como el Dr. Guzmán, serían acusados de sabotaje a la reforma agraria.

La dictadura militar envía por aire a fuerzas especiales de la policía conocidas como “los sinchis”. Desde las 7 de la mañana el pueblo de Ayacucho se vuelca a las calles combatiendo con armas elementales durante todo el día hasta la noche contra la represión, desatándose una verdadera rebelión popular. En los barrios se forman comités de lucha y grupos de autodefensa, todo dirigidos por el Frente de Defensa del Pueblo desde la clandestinidad. Se denuncian muchos muertos, heridos y desaparecidos, aunque oficialmente se informa de 4 muertos: Eulogio Yaranga, universitario; Silvestre Anaya, obrero albañil; Félix Ramos y Américo Oré, estudiantes. Esa noche se decreta el toque de queda. Aun así, las masas velan a sus muertos en el local del Frente.

Gran lección. La represión no ahoga la lucha popular cuando está correctamente dirigida. Por el contrario, la lucha se organiza militarmente para responder a la acción militar reaccionaria y para defender la moral de la clase y los derechos del pueblo.

“Vinieron las jornadas del 20-22 de junio: arreciaron los enfrentamientos, las bombas molotov se hicieron presentes, estallaron las balas y los incendios; la represión derribó puertas asaltando hogares, más de 40 apresados al amparo de las sombras fueron trasladados a Lima; la explosiva respuesta desbordante fue cobrada en vidas por las fuerzas policiales; más las masas encabezadas por Norah[1] y los camaradas arrancaron de la morgue los cadáveres de los hijos del pueblo y en gigantesco sepelio masivo que dejó la ciudad desierta, el pueblo enterró a los caídos, niños unos, que lo honraron con su sangre.”
En Huanta al conocer los sucesos de Ayacucho y que los detenidos han sido trasladados a Lima, las masas toman de rehén al subprefecto, se movilizan masivamente, piquetes de estudiantes dañan los puentes de Ayahuarcuna y Tablachaca que unen Huanta con Ayacucho, para impedir el paso de las fuerzas represivas. En Huamanga los choferes de servicio público se niegan a trasladar a “los sinchis”. El Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho, con los dirigentes que quedaron en la clandestinidad, decreta un paro de 72 horas.

Desde muy temprano, el día 22 de junio, miles de masas campesinas se concentran en los alrededores de Huanta agitando ¡Wañuchun llaqta alqukuna! ¡Mueran los perros de la ciudad! Una gran marcha de más de 10 mil se dirige al centro de la ciudad. Adelante van los campesinos, luego las mujeres y los estudiantes. La policía los dispersa con bombas lacrimógenas pero las masas se reagrupan con las mujeres delante trenzadas de los brazos. Una anciana campesina, Florentina Lozano Gutiérrez, adelantándose grita: ¡Hukllam kawsay, hukllam wañuy! ¡Vencer o morir! Cae ametrallada generando la ira campesina que ataca con hondas y piedras. Se lucha por recuperar a la anciana pero finalmente la policía se apodera del cadáver. Son cerca de las 11 am. Las masas enardecidas se arman de lo que consiguen, cuchillos, machetes, punzones, botellas, gasolina, preparan bombas molotov. Los estudiantes toman e incendian el local de la policía de investigaciones y los campesinos toman e incendian el puesto de la guardia civil, haciendo huir a los policías.

Los estudiantes lucharon como leones pero fue el campesinado, al entrar de lleno en el combate, el que decide la lucha y sella con su sangre la alianza con los estudiantes.

Vengan todos a ver
ay vamos a ver
en la plazuela de Huanta
amarillito flor de retama
amarillito amarillando flor de retama [2]

A las 2 de la tarde la policía se atrinchera en varios lugares de la Plaza de la ciudad. Caen más muertos y heridos. En medio de las balas y con estruendosas consignas, las masas combaten y toman la Plaza, replegándose la policía a Cinco Esquinas. Son las 5 de la tarde. Entonces llegan los refuerzos, cerca de 200 sinchis por entre las chacras entran disparando a matar, la multitud retrocede cayendo muchos muertos y heridos.

Por Cinco Esquinas están
los sinchis entrando están
van a matar estudiantes
huantinos de corazón
amarillito amarillando flor de retama

Las masas recuperan algunos cuerpos, los llevan al hospital y siguen combatiendo. Otros muertos son recogidos por la policía con el volquete recogedor de basura. A las 6 pm se declara el toque de queda. El hospital no se daba abasto para atender a tantos heridos. Oficialmente hubo “solo” 13 muertos y 273 heridos de bala. Recordemos el nombre de estos héroes del pueblo:

Campesinos: Marcelino Ayala Inga, Pablo Cabrera Quispe, Juan Condori Crispín, Agustín Garagundo Ramos, Florentina Lozano Gutiérrez, Angélica Huamán Palomino, Aurelio Quispe Vargas, Juana Vilcatoma Villanueva, Ramoncita Huarcaya, Pablo Gonzales. 

Estudiantes: Mario Muñoz Sicha, Adriano Ruiz Huamán, Irene Saavedra Vila, Eufemio Zapata Langa, Macedonio Zambrano E., Claudio Cahuana Chávez y muchos más cuyos nombres no ha registrado la historia pero viven en la memoria del pueblo.

Donde la sangre del pueblo
ay se derrama
allí mismito florece
amarillito flor de retama
amarillito amarillando flor de retama

El paro de 72 horas decretado desde la clandestinidad paraliza Ayacucho. Fueron más de 100 muertos los caídos en esta gesta ayacuchana; con sangre y vidas de estudiantes, campesinos y pueblo se defendió y conquistó hasta hoy el derecho del pueblo a la educación gratuita, siendo una vez más Ayacucho, como lo fue en la independencia y en la guerra popular del 80-92, la avanzada heroica de la lucha del pueblo peruano.
“El gobierno velasquista pregonó que la revuelta ayacuchana era un movimiento contrarrevolucionario para oponerse a la “reforma agraria”; a esta falsedad, así como a promover la ley que preparaba, sirvió la matanza de campesinos en Huanta. Y promulgó la nueva ley de compra-venta de tierras con el aplauso del revisionismo y de “cien intelectuales” que la respaldaron con su firma, saludándola. Pero el gobierno derogó el Decreto Supremo 006 reconociendo, tácitamente, la razón y justicia de la lucha popular.”
En Ayacucho el pueblo acompaña a sus muertos. En Huanta prohíben las honras fúnebres. Los sinchis siguen efectuando detenciones. Huanta y Ayacucho permanecen a oscuras y sitiadas. Por varias semanas aviones de guerra sobrevuelan campo y ciudad. Viene la acusación contra el Dr. Guzmán y otros detenidos: “agitadores profesionales, extremistas, terroristas que quieren impedir con violencia la próxima Ley de Reforma Agraria”. El revisionismo prosoviético acusa que el movimiento fue impulsado por la CIA norteamericana. La reacción y el revisionismo, la llamada “sociedad civil”, la jerarquía eclesiástica claman contra los combatientes del pueblo, como lo hicieron luego contra la guerra popular de los 80; su entraña contrarrevolucionaria nunca cambiará.

“El Comité Regional de Ayacucho organizó y dirigió esta lucha a través del Frente de Defensa y del Movimiento Juvenil que en los hechos comenzaba a plasmarse. Mas tiempo después, algunos, principalmente los seguidores del liquidacionismo de Paredes, han pretendido negar esta verdad, e igualmente hicieron unos cuantos gratuitos enemigos del Partido. Sin embargo, la verdad histórica es una e irrebatible: fue la Facción Roja la que encabezando el Comité Regional de Ayacucho dirigió la gran lucha ayacuchana por la educación popular; y fue el heroico pueblo ayacuchano, principalmente su juventud estudiantil, el que derrotando al régimen fascista sumó una victoria a las muchas obtenidas en su denodada historia de lucha. Y recordemos en los combates de esos días a Máximo Cárdenas Sulca, encabezando el Frente de Defensa; y a los entonces muy jóvenes camaradas Teresa Durand Araujo y Eladio Quispe Mendoza, caídos ambos años más tarde en la guerra popular, la primera en Huancavelica, el segundo asesinado en Ayacucho.”

La sangre del pueblo
tiene rico perfume
huele a jazmines, violetas,
geranios y margaritas
a pólvora y dinamita, ¡carajo!
a pólvora y dinamita.

El 24 de junio, el gobierno militar derogó el DS 006. La gran lucha del pueblo ayacuchano dirigida por el Partido Comunista del Perú dio su magnífico fruto garantizando la gratuidad de la enseñanza para el pueblo peruano. A 50 años de estos sucesos, rendimos solemne homenaje a los héroes del pueblo que entregaron su vida en 1969 y a quienes prosiguiendo ese ejemplo luminoso dieron también sus vidas en la guerra popular, la más grande epopeya del pueblo peruano.


Junio de 2019                                                                Comité Nacional de Presos Políticos
                                                                                        y Prisioneros de Guerra del Perú



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[1] Augusta La Torre Carrasco, camarada Norah, dirigente comunista, miembro del Comité Permanente Histórico del Partido Comunista del Perú, que inició y dirigió la guerra popular hasta su fallecimiento.

[2] Flor de retama. Canción compuesta por Ricardo Dolorier en homenaje a los acontecimientos motivo de este artículo.