MARÍA ELENA MOYANO, FALSA MADRE CORAJE
¿Por qué cada año se
“rememora” a la señora Moyano
pretendiendo revivir la escena de su deceso cual si ocurriera en el presente?
Porque intencionalmente se olvida que los hechos históricos deben juzgarse de
acuerdo a su contexto.
Tratemos pues de la señora María
Elena Moyano, falsa heroína, falsa madre coraje. Contra lo que reiteradamente se difunde, aclararemos estas
cuestiones.
Uno: nunca fue dirigente sindical
ni una sencilla mujer de barrio que asumió el papel de dirigente vecinal. No.
Ella tenía trayectoria entre los partidos revisionista, trotskista,
vanguardista y otros, de los cuales entraba y salía o la botaban, y finalmente
fue apoyante de Michael Azcueta y su regidora municipal.
Dos: La llamada “dirigente
popular” fue denunciada por las masas de Villa El Salvador como acaparadora y
traficante que hacía usufructo personal de los recursos del Vaso de leche que
correspondían al pueblo.
Tres: Era una agente de la
contrarrevolución que hizo acción de delación y soplonaje contra muchos
camaradas, compañeros y masas que apoyaban la revolución, los que fueron vilmente
torturados y apresados o desaparecidos, tenía deuda de sangre con el
pueblo Se declaró enemiga de la
revolución planteando “Sendero Luminoso no entrará”, actuando directamente al
servicio de los planes contrasubversivos que llevaba adelante el Estado y la
reacción, pretendiendo movilizar vanamente a las masas contra el Partido
Comunista y es por ello que preparaba su huida a España.
Todo esto fue de público
conocimiento en esa época, quizás por eso hace unos días a la periodista
Patricia del Río se le escapó: “María
Elena Moyano era una mujer de izquierda y sin embargo peleó y se enfrentó a
sendero como cualquiera de derecha”. ¿Qué persona de izquierda actúa como de
derecha? ¡Una infiltrada!
El hecho de que a su cadáver le
pusieran dinamita, fue un exceso lamentable que deploramos. Un exceso inútil
porque incluso a los muertos se les respeta.
Por ello, primero y principal, es
que visto en su contexto histórico, no fue un asesinato. Desenvolviéndose en
esos momentos una pujante guerra revolucionaria, el pueblo tenía todo el
derecho a ejercer la justicia popular.
Pero hasta hoy, ni las propias
masas de Villa el Salvador pueden decirlo abiertamente puesto que se sigue
aplicando la legislación “antiterrorista” como si fueran tiempos de guerra, y, más
todavía, si consideramos que se ha extendido hasta criminalizar la lucha
popular. Es decir hay una utilización del tema “terrorismo” por parte del
vencedor para pretender justificar el genocidio de miles de peruanos ayer, así
como el latrocinio vulgar que llevaron adelante. Y de esto último la señora
Moyano no era ajena.
Muy insistente la ultraderecha en
su facción fujimorista, saca de la manga desgastados ases, como el de haber
sido “el gobierno que ‘derrotó al terrorismo’ ”, pero ese barniz que tapaba su
esencia ya fue desentrañado. Sin lugar a dudas, fue el gobierno que abrió paso
al neoliberalismo, que subastó
al martillo las riquezas del país a favor del imperialismo y de la gran
burguesía. Literalmente hablando, se levantó en peso las riquezas mediante el
saqueo, venta o concesión a favor de los
mandamases de siempre y de unos cuantos devenidos nuevos ricos y por supuesto
amparados en una Constitución hecha a la medida. El hecho que hoy se ventile
ante la luz pública la corrupción de los gobiernos posteriores, no limpia ni
borra lo hecho por el fujimorismo. De modo que seguir tapando sus fechorías a
través de levantar “héroes” de la “democracia”, aludiendo a su acción contrasubversiva durante
la guerra del 80 al 92, ya no resulta.
¿Y qué vemos tras 27 años de este
suceso?
Concluida la guerra popular en
1992, contra la parte sublevada se
desenvuelve una persecución sin fin: cientos de prisioneros en condiciones
perversas, una docena condenados a una o doble cadena perpetua; miles de excarcelados, expatriados,
desplazados prohibidos de participar en la vida social y política como
cualquier ciudadano, y en el colmo, han llegado al extremo de demoler los
nichos que albergaban los pocos restos de apenas 8 de los 250 prisioneros
asesinados en el Frontón, Lurigancho y Callao, esta vez en un modesto cementerio de Comas.
¿Y la otra parte? Vemos a la
misma democracia burguesa que proclamándose
vencedora actúa como en la inquisición medieval contra los vencidos, a
la par que prosigue su camino de enriquecimiento a costa de la explotación
capitalista, extrayendo plusvalía cual vampiro que chupa la sangre, además de
la innegable corrupción inherente a su sistema. Democracia ésta que en etapa de
globalización, siempre sometida al imperialismo, hoy se agarra de la cola del
imperialismo en declinación apoyando que meta sus zarpas en naciones
independientes como Venezuela.
Concluimos por tanto: los hechos
históricos deben evaluarse en congruencia con su contexto. Y si de madres
coraje hablamos, son aquellas que entregaron su vida por el ideal comunista,
aquellas que dieron su pan, su sangre y hasta a sus propios hijos al Partido y
la revolución ¡esas son las madres coraje de a verdad! ¡Esas son las heroínas
del pueblo!
Febrero 2019
Comité Nacional de Prisioneros
Políticos y de Guerra del Perú