Importante moción del COMITÉ NACIONAL DE PRISIONEROS
POLÍTICOS Y DE GUERRA DEL PERÚ presentado
en el II encuentro de la Coordinadora
Internacional por la Libertad de los Presos Políticos Revolucionarios del Mundo,
realizado en Santiago de Chile entre el 14 y 16 de diciembre 2018. La situación
actual de los prisioneros políticos del Perú desde sus propias voces necesita conocerse
ante la opinión pública nacional e internacional.
SITUACIÓN ACTUAL
DE LOS PRISIONEROS POLÍTICOS DEL PERÚ
Tener
muy en cuenta que en América Latina, durante las décadas de los 50, 60, 70, y 80 se produjeron un conjunto de
luchas armadas revolucionarias al influjo de la gran ola revolucionaria de los
años 60 con dos grandes movimientos: el movimiento proletario internacional y
el movimiento de liberación nacional; con gran influencia a la vez, del marxismo como ideología y como
política en tanto campo socialista en el mundo con dos grandes y significativas
revoluciones proletarias: la revolución de Octubre con Lenin y la revolución
china con el Presidente Mao Tsetung.
Parte
de ese contexto revolucionario fue la guerra popular en el Perú, dirigida por
el PCP y guiada por el marxismo-leninismo-maoísmo aplicado a la realidad
peruana llamado pensamiento gonzalo. Esta guerra popular, desarrollando al
Partido como Partido militarizado, creando el Ejército Guerrillero Popular y
construyendo los Comités Populares como forma del Nuevo Poder, se libró en todo
el país con excepción de dos o tres departamentos de los 24 que tiene el país,
barriendo la semifeudalidad, combatiendo como nunca al imperialismo y
desnudando la fragilidad del viejo Estado semifeudal, semicolonial y de
capitalismo burocrático opresor y explotador; siendo su logro principal el
haber desarrollado la conciencia política de las masas populares del Perú.
Se
desenvolvió en tres hitos: La Decisión y Definición, la Preparación, y el
Inicio. Los dos primeros en el año 1979 y el tercero un 17 de mayo de 1980.
Este Inicio tuvo su Desarrollo y de la Defensiva estratégica llegó al
Equilibrio estratégico. Este último se alcanzó en 1990 y debía desenvolverse en
esa nueva década, con la perspectiva de la toma del Poder. Así, en 1992
terminaba el gran plan de Desarrollar Bases en función de Conquistar el Poder
con el punto más alto de su desarrollo; faltaba realizar su balance y
proponerse para su debate y aprobación el nuevo plan estratégico de desarrollo
de la guerra esbozado como “Plan de Construir la Conquista del Poder”.
Lamentablemente,
en este momento, en el que terminaba un plan estratégico y se tenía que acordar
otro, se produjo la captura de setiembre de 1992 con la detención de la
Jefatura del Partido y de los dirigentes del Buró Político, descabezando la
dirección política de la guerra.
Detención
que significó un problema de dirección para todo el proceso, imprimiéndole un
giro estratégico debido a que el descabezamiento de la dirección política
proletaria se dio en un contexto internacional durante el cual nuevos y muy
complejos problemas se tenían que resolver, como por ejemplo, el derrumbe de lo
que se llamaba campo socialista, la caída del Muro de Berlín y la ofensiva
general anticomunista del imperialismo. Giro estratégico que cambiaba la
correlación de fuerzas desfavorable a la revolución.
Hecho
que dentro de las filas generó una profunda conmoción, desconcertando a la
izquierda debilitada por el descabezamiento y potenciando en la derecha sus
afanes de dirección. La lucha interna se agudizó y la derecha enquistada en los
principales mandos militares conformó un bloque escisionista de caudillos,
burócratas y anarquistas que usando al Ejército Guerrillero Popular, dieron un
golpe cambiando la dirección del Partido, la Línea Política General y su centro
la línea militar, el carácter del Partido y el rumbo de la guerra popular;
cuatro cambios que estructuraron una nueva línea oportunista de derecha,
militarista burguesa que abandonó la conquista del Poder y centró en su poder
personal perdiendo la iniciativa mantenida por la Jefatura durante los doce
años de su dirección proletaria, ocasionando de esta manera la derrota de la
guerra y la escisión del Partido.
Ante
esa realidad material, dura y difícil, no solo para la revolución peruana sino
en general para la revolución proletaria mundial, es que la Jefatura desde su
prisión de aislamiento concluye que hay que adoptar una nueva gran estrategia:
pasar de lucha política con armas a lucha política sin armas. Lo que implica un
repliegue político militar que no es dejar de luchar sino cambiar la forma de
lucha, de armada a no armada, usando todas las otras luchas creadas por el
proletariado en su proceso histórico. Actuando dentro de un contexto
internacional signado por la ofensiva general del imperialismo que difunde que
la meta es una utopía y que el marxismo es caduco.
Planteamientos
a los que se sumó el importante planteamiento de que ha terminado una primera
gran etapa de la revolución proletaria mundial desde el Manifiesto Comunista de
Marx y Engels en 1848 hasta fines de los 80. Pero que dentro de esta misma se
han sembrado las bases que gestarán nuevas y más altas olas a verse en el nuevo
milenio cuando habrá de desarrollarse una nueva y segunda gran ola de la revolución
proletaria mundial, en la que enarbolando, defendiendo y aplicando el
marxismo-leninismo-maoísmo se marchará a la solución de los problemas nuevos
con rumbo al socialismo, enriquecido con las lecciones positivas y negativas
del pasado avanzando en la derrota al imperialismo y la conquista de la meta el
comunismo.
Conclusiones
y planteamientos que necesitaba dar a conocer y que motivaron su propuesta de
conversaciones con el Estado peruano para un Acuerdo de Paz. Propuesta que no
pasó de Ronda de Conversaciones, la cual permitió una serie de reuniones de la
Jefatura con otros dirigentes, igualmente prisioneros, a quienes dio a conocer
lo dicho cohesionando a la izquierda, arrinconar a la derecha y mantener la
inmensa mayoría partidaria. No obstante, los del Bloque escisionista con su
nueva línea oportunista de derecha, militar burguesa dividió las filas e hizo
tienda aparte llevando la guerra a la derrota y al desgaste de sus fuerzas.
Estos hoy día se han constituido en un grupo antiPartido instrumentalizado por
los servicios de inteligencia del Estado peruano.
Mientras
que la negativa del Estado a conversaciones no llevó a ningún tipo de Acuerdo,
las filas proletarias se mantuvieron cohesionadas ideológicamente asumiendo el
repliegue y luchando por una Solución Política, Amnistía General y
Reconciliación Nacional dentro y fuera de la prisión. Según el diario La
República del 18 de abril del 2018, los “sospechosos detenidos entre 1992-2000
fueron 21.855 personas”, y “denunciados por terrorismo entre 1992-2000 fueron
15.700 personas”, quedando en prisión al 2018 "323 reos por terrorismo”. Y si a estos
datos sumáramos las cifras de muertes de ambas partes protagónicas y las del
pueblo, que redondearían unas 40 mil, tendríamos la magnitud del proceso de 12
años de la guerra popular del Perú. Lo que explicaría la trascendencia
importantísima de este movimiento al que por parte del Estado y las potencias
imperialistas se persiste en negar, desprestigiar y destruir desatando una
política de persecución, discriminación y exclusión innoble como única
respuesta a los revolucionarios en estos 26 años de detención y en las peores
condiciones de ejecución penal de la realidad latinoamericana.
Por
medio de la Coordinadora dimos a conocer que en año 2016 los prisioneros
políticos del Perú presentamos una demanda contra el Estado peruano por
persecución política ante la CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Ocasiones
en la que libramos una 1ra campaña titulada: “La Libertad es un derecho”, luego
una 2da “Por el derecho a la reincorporación a la sociedad y contra la
discriminación excluyente”.
Hoy
presentamos la 3ra denunciando los nuevos juicios contra los dirigentes de la
guerra popular ya procesados y condenados, incluso con cadenas perpetuas, entre
ellos a la Jefatura, el Dr. Abimael Guzmán Reinoso con 84 años de edad y 26
años en prisión; contra la demolición de los nichos de los restos de los
asesinados de El Frontón, Lurigancho y Callao. Y demandamos el apoyo a nuestra nueva
denuncia por persecución política a la CORTE PENAL INTERNACIONAL DE LA HAYA,
con más de cien denunciantes.
Esperando
la reconocida solidaridad de los componentes de la “Coordinadora Internacional
por la Libertad de los Presos Políticos Revolucionarios del Mundo”, quedamos
muy agradecidos.
Perú, diciembre del 2018
COMITÉ NACIONAL DE PRISIONEROS POLÍTICOS
Y DE GUERRA DEL PERÚ