LA LUCHA POR UNA NUEVA CONSTITUCIÓN ES INDISPENSABLE PARA AVANZAR EN LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA SOCIEDAD PERUANA.






LA LUCHA POR UNA NUEVA CONSTITUCIÓN
ES INDISPENSABLE PARA AVANZAR
EN LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA SOCIEDAD PERUANA

Hoy en el Perú se debate la necesidad de una nueva Constitución. Hace 17 años, en noviembre del año 2000, el Presidente Gonzalo propuso la necesidad de Nueva Constitución a través de una Asamblea Constituyente, en la coyuntura de la caída de la dictadura genocida vendepatria de Fujimori que había aplicado más de 10 años de neoliberalismo, el cual lo que trajo fue más enriquecimiento para los de arriba y pobreza con barrimiento de derechos fundamentales para el pueblo. Nueva Constitución que debía servir a una democratización de la sociedad peruana en contra de la mayor reaccionarización del Estado peruano.

El año 1993, la dictadura fujimorista luego de dar un golpe de Estado y cerrar el Congreso hizo aprobar una Constitución a su medida institucionalizando el modelo neoliberal y las posiciones imperialistas de la llamada globalización. Por tanto, es una Constitución contraria al pueblo pues nunca ha representado la voluntad popular.

Diversas personalidades y organizaciones han planteado, cada cual desde intereses distintos, la necesidad de una nueva Constitución: Isaac Humala, César Hildebrandt, Javier Valle Riestra, Verónica Mendoza, Gregorio Santos, la CGTP, la izquierda burguesa, entre otros. Confluir en la necesidad por una nueva Constitución es positivo y sirve a la democratización de la sociedad peruana.

Incluso algunas voces propusieron con necia añoranza, volver a la híbrida Constitución del 79 pero no han tenido mayor eco. La historia no escucha las voces retrógradas que quieren volverla hacia atrás. La nación peruana va hacia adelante y tampoco volverá al viejo incaísmo como sueñan algunos que se consideran progresistas pero pregonan el retorno a 500 años atrás.

Por su lado la reacción también necesita modificar esta Constitución neoliberal, pero para seguir desenvolviendo su camino capitalista en mejores condiciones -para ellos obviamente-  en las décadas próximas, y abiertamente contra del pueblo y la nación peruana, por eso el presidente Vizcarra y otros, principalmente de la extrema derecha recurren a la banderucha de referéndum y reforma. Frente a ello es justo decir: ¡No a la reforma de la Constitución del 93 neoliberal vendepatria y antipueblo, sí a la lucha por una nueva Constitución con el pueblo y para el pueblo!

Mucha agua ha corrido bajo los puentes en estos  30 años de neoliberalismo bajo control del Estado peruano por la ultraderecha. Para el proletariado y el pueblo han significado disminución de salarios, aumento de la jornada de trabajo, limitación y negación del derecho a huelga y sindicalización, peores condiciones de trabajo, negación de la estabilidad laboral y despidos masivos, corrupción generalizada en todos los poderes del Estado comenzando por los presidentes de la República, legislación antisubversiva con tribunales militares y jueces sin rostro para civiles, leyes antimagisteriales persecutorias y de despidos, negación del llamado estado de derecho e imposición del derecho penal del enemigo, impedimentos a la participación política y a la libertad de expresión, venta de nuestros recursos nacionales, indiscriminadas concesiones a la gran minería en contra del agro, leyes antijuveniles como la llamada ley pulpín, a más de represión generalizada que conllevó matanzas y genocidios. ¡Ese es el putrefacto Estado peruano que las clases dominantes mantienen y defienden cruelmente!

Una nueva Constitución significa un nuevo contrato social que a su vez implica una nueva reestructuración del Estado. Por eso el planteamiento de nueva Constitución está indesligablemente unido a la participación popular y a sus representantes o tribunos del pueblo que defiendan y arranquen conquistas, beneficios, derechos y libertades para las grandes mayorías. Tienen que existir representantes de los obreros, campesinos, otros trabajadores, mujeres, jóvenes, artistas; todos los sectores sociales deben estar representados y ser elegidos sin exclusión de nadie, con participación de todos. Y esto se hace a través de una Asamblea Constituyente, de ningún modo con facultades extraordinarias dadas a un desprestigiado Congreso como seguramente plantearán algunos para impedir el avance popular. Incluso recientemente en forma tibia, ante el avance de las posiciones democráticas, el premier César Villanueva ha planteado también una nueva Constitución.

Bien sabemos que no basta lo que digan las constituciones, que generalmente son sólo bellas palabras que ocultan los intereses de los capitalistas, que borran con una mano lo que suscriben con la otra, cuyas frases sobre libertad e  igualdad son formales pues la mayoría no puede usar de esa libertad porque las condiciones reales le aprisionan. Mas, históricamente el avance revolucionario de los pueblos ha ido conquistando derechos fundamentales que han permitido aliviar su situación y prepararse mejor para las batallas decisivas contra la reacción. Muy especialmente recordar que fue la presión revolucionaria de las masas en la gran revolución francesa que instituyó el derecho imprescriptible del pueblo a rebelarse contra la opresión.

La Constitución del 93 creada tras el golpe de Estado de Fujimori institucionalizó el neoliberalismo que conllevó a la negación de los derechos del pueblo conquistados y consagrados en las leyes peruanas, legalizó  la venta al martillo de nuestros recursos nacionales entregados al mejor postor imperialista y una mayor reaccionarización del Estado peruano. Derogar esa Constitución es necesidad del pueblo para recuperar y ampliar derechos conculcados, para avanzar en democratizar la sociedad peruana, desenvolviendo lucha política en todos los terrenos, persistiendo siempre en que sin una revolución comunista nada tendrá el pueblo.

¿Qué proponer? Obviamente defender y ampliar los derechos fundamentales del pueblo. Necesitamos la libertad económica del pueblo contra la aplastante agresión imperialista que esquilma al pueblo, a la nación y sus recursos naturales; derogar todo el derecho penal del enemigo impuesto en los últimos 40 años; derecho a una vida adecuada a los avances que la humanidad ha alcanzado hasta la actualidad para los trabajadores, especialmente en el campo; garantizar una real protección a la mujer, al niño y al anciano; salud integral y gratuita para el pueblo; educación gratuita y de buena calidad con alimentación adecuada para los estudiantes; plena libertad de expresión y difusión en contra de las leyes de apología y mordaza contra el pueblo; íntegro derecho a la participación política de todos los ciudadanos peruanos sin excepción; derecho al trabajo contra los despidos intempestivos y las prohibiciones contra los excarcelados; defensa del trabajo juvenil en contra de toda discriminación y recortes. Son las masas las que irán proponiendo y especificando sus banderas, bregando a través de sus representantes para imponerlas. Sin olvidar nunca el derecho político por excelencia: el de rebelarse contra la opresión, “el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes” como aprobaron en el siglo XVIII los revolucionarios franceses.
La clase y las masas populares acrecientan su desconfianza en el sistema de explotación capitalista, exigen el cierre del Congreso, agitan cada vez más ¡Abajo la explotación capitalista!, buscan un real cambio. Estos hechos muestran el cansancio del pueblo por un sistema que beneficia cada vez más a pocos grupos de poder mientras se niegan cada vez más los derechos fundamentales de las amplias mayorías, un Estado que desatiende totalmente las necesidades básicas de las masas. Por eso la propuesta de una Nueva Constitución con el pueblo y para el pueblo, se está abriendo paso.

La contienda en el seno de las clases dominantes prosigue intensificada; ahí están los llamados audios de la vergüenza, los intentos de vacar a Vizcarra, el pedido de adelanto de elecciones, todo lo que a su vez complica más la situación económica del país en detrimento de las masas trabajadoras. Así, no solo se agudiza la contienda entre quienes mandan, sino  también los problemas del pueblo se agravan, y a este solo le queda luchar frontalmente contra sus enemigos, hoy más que nunca. Recuperar y ampliar derechos, beneficios, conquistas y libertades es imprescindible, todo ligado a la lucha contra la explotación capitalista sirviendo al desarrollo del camino del pueblo hacia el socialismo.
Grupo de Estudio Historia del Derecho