La
ultraderecha prosigue su campaña contrarrevolucionaria contra los comunistas,
la izquierda y el pueblo, contando con el apoyo vergonzante de la izquierda
burguesa. El odio y la persecución política han llegado hasta expulsar a mil
trabajadores del sector público excarcelados por “terrorismo”, incluyendo a
quienes han sido absueltos por el poder judicial.
La
farsa de juicio en el caso Tarata se acerca a su parte final pretendiendo
burdamente sentenciar a los dirigentes del PCP por los lamentables sucesos de
Tarata en el que no tuvieron ninguna participación así como por narcotráfico
para enlodar la límpida acción revolucionaria del Partido Comunista del Perú.
El
juicio por el caso Tarata se concluyó en 1998, ya es cosa juzgada, allí se
esclarecieron los hechos y se sancionaron a los culpables. Se estableció que
quien dirigió esa acción fue un organismo de base y no el Comité Central, quedó
claro que fue un hecho fortuito pues el objetivo era otro y nunca se pretendió
atacar a civiles.
La
Dirección del PCP no solo no participó ni dirigió sino que rechazó esa acción
pues golpeaba a sectores medios de la burguesía a los que se quería ganar para
la revolución. Más aún, en el contexto de julio de 1992 en que se suceden los
hechos, los compañeros Osmán Morote y Margot Liendo, que ya cumplieron su pena
y ahora buscan imponerles cadena perpetua, se encontraban heridos de bala por
el genocidio de mayo contra los prisioneros en Canto Grande y desde junio
estuvieron en aislamiento absoluto en el penal de Yanamayo a 4 mil metros de
altura y en el penal de Mujeres de Chorrillos, sin patio, sin visita y
convalecientes de sus heridas.
Y
en cuanto a la acusación de narcotráfico, su imputación se ha caído por los
suelos pues los testigos con sus falsedades torpes han quedado al descubierto y
la patraña ha quedado sin sustento alguno. La droga, el narcotráfico y todas
sus perversidades derivadas siempre han sido condenados por los comunistas y
revolucionarios marxista-leninista-maoístas, pensamiento gonzalo del Perú.
Jamás nos hemos sustentado en el dinero sucio del narcotráfico, todo nuestro
autosostenimiento ha sido basado en las masas que nos dieron desde su mísero
pan que compartían con nosotros hasta su tibia sangre entregada por la
revolución.
Como
contraparte ¿no ha sido siempre la derecha quien ha sostenido el narcotráfico y
se ha enriquecido con ello? ¿El avión presidencial de Fujimori y otros aviones
de la FAP no se usaban para llevar y traer droga? ¿Los altos mandos militares
de las zonas de emergencia no cobraban millonarios cupos para permitir el
tráfico de drogas? ¿No se ha hablado incluso del riesgo que Perú sea un
narco-Estado?
El
odio de las clases dominantes contra quienes se alzaron valientemente para
cuestionar y acabar con su poder es un odio sin fin. La razón es que son clases
explotadoras que hoy defienden al capitalismo y al imperialismo a capa y
espada, jamás van a aceptar que el socialismo pueda tener cabida en nuestra
sociedad. Pero la realidad es que hoy no hay guerra ni su llamado “terrorismo”,
por eso crean fantasmas buscando unir a toda la reacción pero son sueños que
tarde o temprano serán barridos.
La
propia Constitución establece el derecho a la resocialización y el derecho al
trabajo, pero esto lo niegan para los excarcelados revolucionarios. No les
basta quitarle sus pocos enseres sino que les prohíben resocializarse y
trabajar en el Estado, buscando hundir a sus familias en la miseria. A esto se
suma la izquierda burguesa que, en vez de defender el derecho al trabajo, exige
la expulsión de estos compañeros. Incluso las dirigencias traidoras de la CGTP
y del SUTEP han pedido que no se dialogue con las Bases Regionales del SUTEP
pues necesitan seguir cabalgando sobre el pueblo y defender sus intereses
mezquinos con sus ONG, su Derrama Magisterial y sus gollerías para ser los
únicos “reconocidos” por el Estado.
La
persecución en ninguna parte del mundo ni de la historia ha desaparecido las
ideas, por el contrario ha forjado a los pueblos para mayores jornadas de
combate. En nuestro país, el pueblo trabajador va comprendiendo más claramente
que su enemigo es el Estado explotador que promueve y defiende el sistema
capitalista y que hoy impone más impuestos y alza de precios golpeando a los
más pobres. El esclarecimiento y la organización del pueblo es una necesidad
para que defienda y luche por sus derechos fundamentales, que comprenda que
nada puede esperar de los ricos y explotadores, que su camino es el socialismo
rumbo a la desaparición de la explotación y opresión, que sin una revolución
comunista nada tendrá el pueblo.
Colectivo
Trabajo
Junio 2018