DEFENDER
LA JEFATURA Y LA REVOLUCIÓN
Respuesta
al libelo Abimael, El sendero del terror,[1]
de
Umberto Jara
1.
CAMPAÑA ULTRADERECHISTA POR LOS 25 AÑOS DE LA DETENCIÓN
El 12 de setiembre de 1992 el
proletariado y pueblo peruanos sufrimos el más duro golpe: la detención de la
jefatura de la revolución peruana, en circunstancias en que la guerra popular
había llegado al equilibrio estratégico a fines de 1990 y alcanzado su punto
más alto en julio de 1992.
Y si las clases dominantes, el
imperialismo y sus lacayos festejaron la detención con bombos y platillos, el
proletariado y el pueblo, en el país y el mundo, lloraron su caída estremecidos
de dolor; mas, pasada la conmoción, secaron sus lágrimas y siguieron
combatiendo por la defensa de la vida del Presidente Gonzalo y exigiendo su
libertad.
Al quedar la
revolución descabezada, ya no se podía desarrollar la guerra popular hacia la
toma del Poder, pese a que las fuerzas revolucionarias estaban casi intactas,
pues, nunca las derrotaron en el campo de batalla. Se había producido un giro
estratégico por problema de dirección política proletaria; por tanto, la
revolución debía replegarse ordenadamente. Por esta razón, el propio Abimael
Guzmán Reinoso, desde su prisión, llamó a pasar de la lucha con armas a la lucha política sin armas, a la
IV etapa del PCP.
Y durante el
tiempo transcurrido, ¡25 años!, ¡no volvieron a hacerse acciones armadas!
Solamente Óscar Ramírez se quedó encabezando la facción contraria Proseguir
soñando con llegar al Poder; pero su grupo perdió totalmente la iniciativa y se
redujo a su mínima expresión, hasta que Ramírez fue capturado en 1999. Quien
quedó en armas fue una pequeñísima escisión, la de los hermanos Quispe, que
devino en un grupo mercenario, vinculado al narcotráfico y trafica con el
nombre del PCP.
A
propósito de los 25 años de la captura, nuevamente ha arreciado la campaña
contra el Partido Comunista del Perú y su Jefatura. Campaña
ultraderechista que tiene por objetivo
sembrar
odio y alentar la persecución contra comunistas.
Reeditando la
práctica fascista de “miente, miente que algo queda”, ocultaron que hace 25
años el propio PCP decidió replegarse militarmente y cesaron las acciones
armadas, quedando solo un grupúsculo contrario a Abimael Guzmán Reinoso y al
PCP que sirve a mantener el cuco del terrorismo. Cuco mantenido por el actual
inepto servicio de inteligencia de la DINCOTE, la que, al parecer, manda en los
oídos de Kuczynski y de su ministerio del Interior.
Como parte de
esta siniestra campaña, han condecorado, ¡después de 25 años!, a los “héroes de
la democracia”, quienes de “doce apóstoles” han sido convertidos en más de 80.
La ultraderecha del Ejecutivo y del Legislativo se esmeraron en unirse y
abrazarse para condecorar a los nuevos héroes, ayer vilipendiados y maltratados
por contiendas internas; aunque no les llegaron las medallas a quienes ayer
disfrutaron de la victoria de la captura y hoy están presos.
También forman
parte de esta campaña los últimos libros publicados y las películas estrenadas,
y mucha bulla y griterío histérico ante la “amenaza del terrorismo”.
Si sumamos todo
lo dicho y hecho, queda claro que ha sido toda una campaña ultraderechista para
sembrar odio y persecución política contra los comunistas.
2.
OBJETIVOS DEL LIBELO ABIMAEL, EL SENDERO
DEL TERROR, DE UMBERTO JARA
La publicación
de este libro, obviamente, sirve a los objetivos de la campaña ultraderechista.
Y UJ (Umberto Jara) lo aplica apuntando contra la jefatura y los jefes de la
revolución e imputa a la revolución de “locura”, para invocar al Estado y las
clases dominantes a defender su sistema de explotación y opresión, a fin de
conjurar la revolución.
Por esto,
empieza alertando a sus amos de las clases dominantes de los peligros que
encierra la existencia y desarrollo del PCP (Partido Comunista del Perú), y de
organizaciones revolucionarias y clasistas, en una sociedad de pobreza
creciente. En palabras de UJ:
… en las calles se
cumplen los 25 años de la captura del cabecilla senderista Abimael Guzmán
Reinoso en medio de una enorme huelga magisterial, y nadie recuerda un dato
sombrío: el senderismo, en sus inicios, logró infiltrarse en un sector del
magisterio y siete meses antes de su levantamiento ocurrió una huelga de
maestros que duró 118 días (…) Cuando no se hace caso de las alertas, cuando
todo parece cotidiano, se van gestando malestares sociales que un día terminan
expresándose con las formas que existen cuando la paciencia de los desplazados
se agota. (Pág. 16)[2]
Y que, 25 años
después de la captura:
No
se percibe con claridad que en el país siguen vigentes los combustibles del
malestar social: la pésima distribución de la riqueza que acentúa la pobreza,
la falta de atención del Estado a la población más necesitada, la ineptitud o
el temor para aplicar políticas públicas, la ausencia de institucionalidad y
una gran masa de jóvenes con expectativas que empiezan a frustrarse.
En
suma, no se ha llegado a entender que la violencia se engendra cuando la
pobreza termina desesperando a los que la padecen. (Pág. 19-20)
Obviamente, no
lo dice porque le preocupe el sufrimiento de las masas pobres, sino porque le
aterra el levantamiento de ellas. Para UJ el sistema vigente es el mejor. Como
lo dice en la dedicatoria del libro, él y sus allegados, antes de los
“perversos años” de la subversión armada, vivían “años felices”. Que no eran
años nada felices para los obreros y campesinos, para la inmensa mayoría de
peruanos, sobre quienes pesaba la explotación y opresión de la semifeudalidad,
del capitalismo burocrático y del imperialismo.
a) Ataca a la jefatura y a su pensamiento gonzalo,
y a los jefes de la revolución
UJ dice que “a
partir de la vida” de Abimael Guzmán Reinoso (AGR) y Augusta la Torre Carrasco
(ALTC) devela cómo “se formó Sendero Luminoso y por qué surgió en Ayacucho y en
la universidad”; y que su información está basada en “fuentes de primera mano”.
Lo real es que
su “investigación” está llena de imprecisiones, torcimientos y, sobre todo,
falsedades, para dar “sustento” a los objetivos que pretende con su libelo: denigrar
la figura de AGR y de ALTC, por su papel de jefatura del PCP y de la revolución
y de una de sus jefes y su más grande heroína, respectivamente. Los ataca
porque sabe que todo proceso revolucionario necesita de una jefatura y de jefes
para avanzar hacia la victoria.
Empieza calificando a AGR de
“fanático”. Dice:
Los
manuales de psiquiatría coinciden en señalar que la personalidad del fanático
contiene una incondicional adhesión a una persona, a una ideología o a una
religión a tal punto que se anula el discernimiento, queda excluida la razón
crítica y su lugar es ocupado por la imitación a ciegas y un comportamiento
basado en considerarse dueños de la verdad irrefutable.
Abimael Guzmán, a la vista de sus actos y sus
escritos, se enajenó con la figura de Mao Tse-tung y, en base a ese embeleso
irracional, intentó llevar a cabo su “revolución maoísta” en territorio
peruano… (Pág. 140)
AGR basó su accionar comunista en la
ideología científica del proletariado, el marxismo-leninismo-maoísmo, y la
aplicó creadoramente a las condiciones concretas del Perú. No fue copia
mecánica del maoísmo, lo prueba la línea por él establecida y su aplicación
hasta hoy. Tratándose de una ideología científica no existe por ningún lado
“embeleso irracional”, menos que “anula el discernimiento” ni la “razón
crítica”. El marxismo es guía para la acción y su alma viva es la aplicación
concreta a la situación concreta. No hay, pues, fanatismo en los comunistas, menos
en la jefatura, sino convicción comunista a partir de la comprensión de la
realidad material y de sus leyes para transformar esa realidad. Todo esto está
probado por la práctica revolucionaria de AGR, Presidente Gonzalo, y del PCP a
lo largo de décadas, como demostraremos a lo largo del presente artículo.
UJ prosigue con sus infundios:
La
desdicha para el Perú es que en el año 1980 (…) AGR ciego en su perspectiva del
mundo, enajenado por la figura de un individuo cruel y patológico como Mao,
decidió avanzar (…) y, como todo fanático, sea cual sea su motivación, solo
pudo generar doce años de muerte y destrucción. (Pág. 143)
Este defensor del sistema capitalista
pretende “explicar” los procesos sociales con frases: “fanatismo”, “enajenado”,
“patológico”, etc., pese a que al inicio refiera a la pobreza existente en la
sociedad como base para la revolución. Por otro lado, como todo reaccionario,
niega que lo principal de la revolución no es la destrucción del viejo Estado
sino la construcción de uno nuevo, en base a nuevas relaciones sociales de
producción (ayuda mutua, trabajo colectivo). Situación que pálidamente refiere,
aunque la acompañe de epítetos y adjetivos. Así, del matrimonio
en el nuevo Poder, dice “impusieron a los campesino un protocolo delirante
(Pág. 88); o cuando repite a Ponciano del Pino: “SL (…) buscó imponerse
arrasando a las autoridades tradicionales (…) incapaz de percibir el grado de
legitimidad que tenían estas autoridades en la población, en su organización
jerarquizada y ritualizada” (Pág. 89). Y dado que la revolución ha hecho lo
inédito en el Perú, enfrentado la línea y política genocida del Estado peruano,
ha avanzado en medio de dificultades y superando diversos problemas; por ello,
el Presidente Gonzalo ha reconocido errores, excesos y limitaciones en el
proceso de la guerra popular y ha asumido la responsabilidad política de los
mismos.
Ahora, si hablamos de “doce años de
muerte y destrucción”, tenemos que hablar de lo que ha hecho la
reacción peruana durante su guerra contrarrevolucionaria aplicando esa línea y
política genocida al amparo del imperialismo yanqui. ¿Podrán ocultar que las
Fuerzas Armadas son responsables de la desaparición de quince mil peruanos, a
quienes torturaron salvajemente hasta matarlos, los asesinaron a mansalva o
calcinaron en hornos crematorios y los sepultaron clandestinamente en
cuarteles militares y fosas comunes? ¿Podrán ocultar los cientos de Accomarcas
y Putis, pueblos que asolaron hasta borrarlos del mapa dejando en su lugar
huesos calcinados o inmensas fosas clandestinas? No podrán borrarlos por mucho
se esmeren en ocultar y tergiversar los hechos. Esos horrores los vivimos en el
Perú los comunistas, revolucionarios y masas, el pueblo más pobre,
producto de la sistemática política genocida del Estado peruano dirigido
por Belaúnde, García y Fujimori —no solo por Fujimori, como sostiene
tibiamente UJ—. De todo esto ya no quieren acordarse los reaccionarios —y los
plumíferos como UJ—; fabrican una historia falsa y con los medios a su servicio
atizan odio y venganza contra quienes estuvieron cerca de acabar con su
opresión y explotación, sus millones, su corruptela, su vida desenfrenada a
costa de la miseria de las masas obreras y campesinas, a costa de la sangre del
pueblo.
Como no podía ser de otra manera, los
infundios de UJ contra la jefatura del PCP están íntimamente ligados a su
negación del pensamiento gonzalo, dado que este pensamiento sustenta la
jefatura.
Así, sostiene: “Detrás de esa frase
[pensamiento gonzalo] solo hay una ausencia de contenidos porque no existe
ningún escrito doctrinario en el cual Abimael Guzmán haya desarrollado un
pensamiento capaz de continuar la saga de los clásicos pensadores Marx o Lenin”
(Pág.168).
El pensamiento gonzalo, como aplicación
creadora del marxismo-leninismo-maoísmo a las condiciones concretas de la
revolución peruana, tiene una sólida fundamentación en toda la documentación
del PCP. En los publicados: informes, balances, trabajos de investigación,
etc., especialmente en los del I Congreso del PCP y en toda la documentación de
la IV etapa del PCP; asimismo, se puede comprobar en los archivos del PCP.
Mencionemos solo dos ejemplos que demuestran la profundidad y vastedad del
pensamiento gonzalo: Sobre el
marxismo-leninismo-maoísmo, donde fundamenta que el maoísmo desarrolló el
marxismo en sus tres partes integrantes: filosofía, economía política y
socialismo científico, elevando el marxismo a su tercera, nueva y superior
etapa; y el Informe de la Sesión
Preparatoria del II Pleno de Comité Central, un documento de más de 400
páginas en formato A4, que fundamenta uno de los planes de la guerra popular. Y
si queremos destacar algunos de los aportes de AGR al desarrollo del marxismo,
solo mencionar el contenido de Sobre
ciento cincuenta años de revolución proletaria mundial, magistral balance
del proceso del proletariado desde 1848, donde resuelve los problemas candentes
que afronta el proletariado en su lucha por el comunismo y desarrolla la construcción
de los instrumentos para hacer la revolución mundial.
Más adelante, UJ
dice que AGR generó “en el senderismo la convicción fanática” y:
Con
el pretexto de la lucha armada en nombre de una “revolución” que no sabían
explicar con certeza, repitiendo frases hechas, incapaces de articular ideas
razonables, se dedicaron al asesinato con vesania: cometieron crímenes por un
inexistente Pensamiento Gonzalo (…) y, en lugar de la aurora prometida,
trajeron años de oscuridad, de sangre y de dolor. (Pág. 181-182)
Primero: AGR
estableció la Base de Unidad Partidaria, que comprende la línea política
general del PCP, con la que se armó a la militancia y a los combatientes. En
esta línea están las leyes de la lucha de clases para hacer la revolución en el
Perú: el carácter de la sociedad, el carácter de la revolución, el camino a
seguir, con quiénes unirse y contra quiénes, la construcción de los tres
instrumentos de la revolución, el contexto de la lucha de clases nacional, la
línea internacional, etc. Por tanto, afirmar que los revolucionarios “no sabían
explicar con certeza” qué revolución hacían, son solo palabras desmentidas por
la práctica de los revolucionarios. La ciencia enseña que la práctica es criterio de
verdad.
Si la guerra popular avanzó (como lo reconocen quienes la estudiaron con
seriedad, y hasta los imperialistas norteamericanos que preparaban su ingreso
porque vislumbraban el triunfo de la guerra popular) fue por la justeza y
correctitud de dicha línea política y de la dirección del Presidente Gonzalo. Además,
dicha línea, al ser expresión del pensamiento gonzalo, ha demostrado el
poder transformador de este pensamiento. Entonces, el
pensamiento gonzalo, al desarrollar la guerra popular durante doce
años, ha probado ser ideología transformadora para el pueblo peruano,
como lo prueba hoy en la lucha política y en la lucha por construcción del
socialismo.
Segundo:
Obviamente, no es extraño que esta línea no contenga “ideas razonables” para un
reaccionario como UJ. Para este, las “ideas razonables” son las que justifican
la explotación y opresión, la violencia reaccionaria, y las que condenen la
rebelión del pueblo. Por lo mismo, no dice nada de las atrocidades que hicieron
las FFAA y PP: de la “violencia desmesurada”, del “asesinato con vesania” que
aplicaron con su línea y política genocida. Más bien los imputa a los
revolucionarios. Es cierto, no se conquistó la “aurora prometida” y el pueblo
sigue viviendo “años de oscuridad, de sangre y de dolor” debidos al sistema
capitalista. Pero los explotados “se conmueven al pensar que un sueño [el de la
revolución] es posible de ser alcanzado”.
Tercero: Este libelo es prueba de que UJ es un
individuo “incapaz de articular ideas razonables”, coherentes; repite “frases
hechas” por la DINCOTE y por los llamados “senderólogos”; imputa hechos que jamás
podrá probar, por ser falsos; no sabe “explicar con certeza” sus imputaciones,
por eso tergiversa los hechos o miente. Así, es uno más que grita, histérico:
“¡Al ladrón! ¡Al ladrón!”, para pretender encubrir su papel de mercenario y
plumífero de la ultraderecha peruana. Y, por cierto, “los actos de una persona
se miden también por las consecuencias que genera”.
UJ, para
“fundamentar” la falta de “sanidad mental” de AGR, sostiene una serie de
sandeces con las que pretende negar la realidad de los años previos al ILA
(inicio de la lucha armada).
Cuando
Guzmán lanza ese discurso [Somos los
iniciadores] para incitar a sus seguidores a continuar la revolución
mundial a través de las armas, está expresando un trastorno de la personalidad
si tenemos en cuenta que (…) China estaba enterrando desde 1977 los preceptos
del maoísmo aplicando serias reformas económicas (…) cuando Guzmán proclamaba
su lucha armada con la idea de continuar la revolución maoísta sin admitir o
negándose a aceptar que el maoísmo había dejado de existir junto con su líder
Mao Tse-tung.
Asimismo,
no existía ninguna “revolución mundial” como él pensaba, más bien (…) la
[Unión] soviética, empezaba a desfallecer (…) y el fin de la utopía comunista…
A
todo lo señalado se debe añadir que no es muestra de sanidad mental declarar a
un país como el Perú, carente de todo liderazgo regional e internacional, como
el “centro de la revolución mundial”. En igual medida, era un delirio
autoerigirse como “La cuarta espada” de esa revolución planetaria y continuador
de pensadores como Marx y Lenin sin haber aportado ni un solo párrafo que
pudiese tener un alto nivel académico. (Pág. 187-188)
Primero: La
derrota de la revolución china, tras la muerte del Presidente Mao Tse-tung y la
negación de su línea proletaria por los revisionistas chinos, no implicó la
desaparición del maoísmo; como tampoco implicó el fin de la revolución mundial.
Del mismo modo que la derrota de la Comuna de París y de la revolución de 1905
en Rusia no implicó la desaparición del marxismo, del leninismo y de la
revolución mundial: la triunfante Revolución de Octubre lo prueba
contundentemente. Las palabras, como las del UJ, no niegan la realidad; en todo
caso, prueban el nivel intelectual de reaccionarios de su calaña.
Por tanto, la derrota de la revolución
en China, y la consiguiente restauración del capitalismo en China, no implicó
la “liquidación del maoísmo”, pese a la “felicidad” de los revisionistas, como
Teng Siao-ping, y de los imperialistas y reaccionarios que soñaban en “el fin
de la utopía desquiciada de Mao”. Si bien la derrota de la revolución en China
es un hecho, lo determinante para una revolución son las condiciones internas.
En el caso del Perú, en 1980 existían condiciones objetivas para iniciar la
lucha armada para la transformación revolucionaria de la sociedad, y un PC en
condiciones de dirigirla; situación corroborada por el avance y
desarrollo de la guerra popular durante doce años. Además, como la revolución mundial enfrentaba
problemas, era obligación de los verdaderos comunistas defender y mantener sus
banderas, y bregar por revertir la situación generada por tal derrota. En este
contexto, el inicio de la lucha armada en el Perú servía a tal propósito.
El PCP no proclamó al Perú “centro de
la revolución mundial”. Afirmar simplemente, como lo hace UJ, no es probar.
Algunos comunistas del mundo sí reconocieron a la revolución en el Perú como
antorcha de la revolución mundial, y al PCP como su vanguardia de choque. No
fue AGR ni el PCP quienes los calificaron así.
Segundo: La desintegración de la URSS
en 1991 no implicó “el fin de la utopía comunista”. Porque, por un lado,
la URSS dejó de ser socialista en 1956; y lo que sucedió en 1991 fue la
desintegración de la superpotencia imperialista en que devino la URSS. Por
otro lado, el proletariado construyó el socialismo durante 66 años, como
primera etapa del comunismo, generando profundos cambios, como nunca se viera
en la historia, en beneficio de las amplias masas. Por tanto, el socialismo no
es ninguna utopía, ¡ha sido realidad para un tercio de la población mundial! Y
la restauración del capitalismo en Rusia y en China evidencia lo que se vio en
la historia: una clase no se asienta en el Poder de una sola vez sino en un
proceso de restauración y contrarrestauración, como le sucedió a la propia
burguesía.
Tercero: La afirmación de que AGR se
autoproclamó “cuarta espada de la revolución mundial” es completamente falsa.
Si no, UJ debería responder: ¿en qué documento se “autoproclama”? ¿En qué
documento del PCP, público o inédito? En ninguno. No existe. Tal afirmación
solo existe, y ha existido, en la mente de los reaccionarios y elucubradores.
Lo que el PCP ha reconocido y reconoce es la jefatura del Presidente Gonzalo, AGR.
También el reconocimiento (y demostración) de que es continuador de Marx, Lenin
y Mao; que aporta al desarrollo de una nueva etapa de la ideología del
proletariado. Y si se pide documentos de dichos aportes, se encuentran en toda
la documentación partidaria, como ya dijimos. Y en la documentación de la
biblioteca del PCP, lamentablemente incautada por la DINCOTE en 1991.
Pregunten, pues, cuántos tomos podrían componerse con todo el material de dicha
biblioteca. ¿Treinta tomos de fundamentación ideológica y política, de
exposiciones de temas de la lucha de clases nacional e internacional, de
trabajos de investigación, etc.? Podemos asegurar, a la luz de los hechos, que
UJ tiene excelentes relaciones con los servicios de inteligencia del Estado,
con la DINCOTE, y puede conseguirlos. Y este reconocimiento al Presidente
Gonzalo, como el más grande marxista-leninista-maoísta viviente, lo comparten
comunistas de muchos países, por sus aportes a la revolución mundial. Por otro
lado, valga la aclaración, AGR escribió documentos de acuerdo a la necesidad de
la militancia partidaria y de las masas populares del Perú; por tanto, no son
escritos “académicos” al modo burgués, llenos de jerga “académica”, donde
enturbian las aguas para que parezcan profundas; sino, escritos de fácil
lectura pero de gran profundidad. Escritos que evidencian su solidez teórica,
su profundo conocimiento de la historia y su sobresaliente manejo práctico de
la política como expresión del conocimiento de las leyes de la lucha de clases
nacional y mundial.
Todo lo anteriormente sostenido por UJ,
¿a qué “conclusión” lo lleva? Después de hablar de la preparación del ILA,
concluye: “En rigor, todo parece indicar que el análisis principal de la figura
de AG no está, como se ha hecho en todos estos años, en el ámbito político sino
en el terreno de la psiquiatría.” (186)
Su “gran aporte” a la comprensión de
tan importante proceso en la historia de país —proceso eminentemente político—,
y de la figura de AGR en él, UJ la encuentra ¡¡¡en “el terreno de la
psiquiatría”!!! Este desvarío (sí, desvarío) lo sostiene para infamar a la
jefatura y a la revolución que dirigió. Pero, sus afirmaciones, más que infamar
a la jefatura, demuestran la catadura y miseria intelectual de UJ, así como su
papel de mercenario y plumífero de las clases dominantes.
A su “gran aporte” abona con más
infamia: “[AGR] ese hombre trastornado (…) se fueron a la noche de su demencia
para iniciar la más grande oleada de muertes y violencia que el Perú jamás
había padecido” (Pág. 190). UJ, para diferenciarse de otros plumíferos,
“explica” un hecho eminentemente político por la “demencia”, la “locura”, “el
trastorno” de quien lo dirigió. E imputa a la revolución las atrocidades que
realizaron las FFAA del Estado peruano al aplicar una línea y política
genocida, para mantener su sistema de explotación y opresión. Sistema que
defiende UJ.
También se basa en los “análisis” de
Carlos Iván Degregori, redactor del Informe
final de la CVR: “… otros elementos insanos [de AGR]: el desaforado culto a
la personalidad y el culto a la muerte…” (Pág. 189). “En cuanto al culto a la
muerte, el rasgo de mayor penumbra mental está expresado en la llamada ‘cuota
de sangre’ que todo militante debía estar dispuesto a dar para el triunfo de la
revolución” (Pág. 190).
Primero: Los reaccionarios y
revisionistas levantan “culto a la personalidad” para negar jefatura, ¡cuándo
no!, porque saben que una jefatura es necesaria para que una revolución pueda
avanzar y triunfar, como todas las revoluciones lo han demostrado. Por eso
mismo pretenden denigrar la figura de AGR calificándolo de “demente”, “loco”,
“trastornado”, y adjetivándolo. Por lo mismo, es preciso reafirmarnos en la
jefatura del Presidente Gonzalo y en su pensamiento gonzalo; reafirmarnos en
nuestro compromiso de defenderlos de los ataques de la contrarrevolución y en
aplicar el pensamiento gonzalo como nuestra arma ideológica estratégica,
específica y principal.
Y, la imputación de que se mataba por
“objetar” el pensamiento gonzalo es una falsedad reaccionaria más, que a punta
de insistir pretenden hacer pasar por verdad. Pero no pueden dar ni un solo
nombre concreto como prueba, porque no existe. La práctica del PCP frente a los
problemas ideológicos y políticos fue y es el de resolverlos mediante la lucha
de dos líneas.
Segundo: No ha existido, por ningún
lado, “culto a la muerte”. Sí, hubo y hay la disposición de los militantes y
combatientes de dar la vida por el Presidente Gonzalo, el Partido y la
revolución. Y no como expresión de “penumbra mental” alguna, sino porque la
necesidad de entregar “la cuota” es expresión del principio básico de la
guerra: aniquilar las fuerzas del enemigo y preservar las propias; pero, para
esto, estar dispuestos a sacrificar una parte de las fuerzas para preservar las
del conjunto. Es principio básico de cualquier guerra. Solo un completo
ignorante del problema militar puede calificar a este principio básico de “rasgo de mayor penumbra mental”. Porque,
además, la guerra es el acto más consciente del hombre; la razón es simple: de
por medio está la propia vida de los combatientes. Y es más consciente aún en
los jefes de una revolución. Y en el caso de nuestra guerra popular el costo
fue menor gracias a la dirección del Presidente Gonzalo. Si no, comparemos con
la cantidad de muertos, por ejemplo, en la guerra interna en Guatemala. La
guerra no es, pues, ningún acto de locura, y la cuota ninguna expresión de
“penumbra mental”.
Por otra parte,
desde Von Clauzewits, la guerra es la continuación de la política por otros
medios… Ya que, cuando las contradicciones de las clases sociales, de una
nación o de un país no pueden resolverse por medios pacíficos, pasan a
resolverse por medio de las armas, por medio de la guerra. Esto es el ABC del
problema militar. Y si UJ pretende hablar de guerra y revolución, está en la
obligación de conocerlo… Pero, como su objetivo es infamar a la jefatura y a la
revolución, UJ repica cualquier estupidez y necedad.
Si la guerra interna fue tan dura, se
debió a que las FFAA aplicaron una línea y política genocida para combatir a la
revolución. Aplicando las orientaciones del imperialismo norteamericano,
arrasaron pueblos enteros, desparecieron a miles de hijos del pueblo, sembraron
de fosas clandestinas todo el territorio peruano, formaron mesnadas para
enfrentar masas contra masas, aplicaron guerra sin prisioneros y el más cruel
genocidio. Claro, como la prensa burguesa propala la versión oficial del
Estado, pretenden imponer como “verdad” que todos los muertos son
responsabilidad del PCP, ¡¡¡por haberse atrevido a levantar en armas!!!
Sostiene como prueba del “culto a la muerte” de AGR la afirmación “la sangre no
ahoga la revolución sino la riega”; pero “olvida” que quienes pensaban ahogar
la revolución en sangre eran el Estado y sus FFAA, como cuando perpetraron el
genocidio en los penales, en 1986. La reacción pensó dar un “golpe decisivo” a
la guerra popular con dicho genocidio de exterminio, pero la revolución se
desarrolló más después de que la ejecutaron. Lo mismo sucedió en Vietnam: la
revolución triunfó pese al vil genocidio aplicado por el imperialismo
norteamericano.
El libelo de UJ termina con las
siguientes líneas:
… Una espeluznante situación [muertos,
desaparecidos, etc.] ocasionado por la insania de un profesor universitario
capturado por el delirio de emular a Mao Tse-tung y una muchacha cuya belleza
escondía un espíritu fiero y sanguinario. Fueron, ambos, Abimael y Augusta,
habitantes de las tinieblas, quienes durante años de pesadilla, tuvieron las
llaves del infierno y de la muerte.” (Pág. 214)
¡¡La culpa de todos los muertos y de
todo lo ocurrido durante la guerra interna: “la insania” de AGR y el “espíritu
fiero y sanguinario” de ALTC!! ¡¡Nada de las FFAA y PP del Estado!! Cree haber
enlodado a la jefatura y a los jefes de la revolución con sus “argumentos”. Sus
imputaciones, por absurdas, no les tocan a la jefatura ni a los jefes
revolucionarios. Sus elucubraciones expresan carencia total de argumentos
válidos para comprender un proceso de tanta trascendencia para la sociedad
peruana como la guerra popular. Elucubraciones y falsedades que en nada aportan
a la comprensión del problema, pero sí a sembrar odio y persecución política
contra los comunistas y sus jefes.
Para continuar con sus imputaciones,
veamos lo que UJ dice de la camarada Norah, ALTC
Se presenta como “el primero que da
‘luces’ sobre la imagen de ‘furia encendida’ de ALT”, en contra de “su imagen
de mujer serena” (Pág. 147). Y sostiene: “… fue una activista abrasada por el
fervor del fanatismo y una implacable jefa de sangrientas acciones militares”
(Pág. 147). Como ya vimos, su “explicación” viene del supuesto fanatismo de los
jefes de la revolución; no de la convicción, de la decisión basada en la
comprensión de las leyes del proceso social que rigen la transformación de la
sociedad.
Según opinión de Carlos Valdez,
compartida por UJ: “Augusta (...) fue fundamental para lo que pasó” (Pág. 154),
y afirma UJ: “La camarada Norah adiestró una guardia femenina que, encabezada
al principio por ella, fue protagónica en los arrasamientos de poblados y en
los atentados en las ciudades…” (Pág. 160). Es real y positivo que reconozca el
papel fundamental de ALTC en la revolución, porque fue una de los jefes de la
revolución, la segunda en la jerarquía del PCP. Por otro lado, la actuación de
las combatientes comunistas hay que comprenderlas dentro del feminismo
proletario, de concebir la lucha por la emancipación de la mujer como parte de
la emancipación del proletariado y de todo el pueblo. Por ello, nunca existió
una “guardia femenina”, porque mujeres y hombres revolucionarios combatieron
juntos en el Ejército Guerrillero Popular. Y si la actuación de las
combatientes mujeres fue destacada, se debió a que habían logrado romper con la
doble opresión que soportan en la vieja sociedad, por tanto su rebelión fue más
resuelta en muchos casos, lo que reconocen algunas estudiosas de la guerra
interna.
El mismo UJ lo reconoce, en
contradicción a lo que dijo antes, aunque pretende mediatizarlo: “[ALTC] logró
algo que nunca ha ocurrido en el Perú: que una organización (legal o ilegal)
tenga el 40 % de integrantes femeninas y poco más de la mitad de los miembros
del Comité Central” (Pág. 164). ¡Muy cierto! Fue así por la línea proletaria
del PCP, por el pensamiento gonzalo, por la aplicación consecuente de la línea
de la emancipación de la mujer; por la comprensión de que la revolución no
puede triunfar sin la participación de la mujer, de la mitad que sostiene el
cielo. Esto no fue ni es por ningún “cálculo” político ni “uso” de la mujer,
como sostiene UJ. En el PCP las mujeres combatientes destacan no solo en
cantidad sino, principalmente, por la calidad de sus dirigentes mujeres,
quienes por sus cualidades llegaron a ser la mayoría del Comité Central,
también en el Comité Permanente histórico, quienes con su esfuerzo, entrega y
sangre sirvieron al desarrollo de la guerra popular y a la emancipación del
pueblo.
Luego afirma:
… la figura de ALTC —presente desde
1962, a los 17 años de edad, hasta su muerte en 1988 a los 42 años— tiene una
vigencia de 25 años sin pausa junto a AGR (…) Sin embargo, a pesar de que su
influencia y protagonismo eran enormes, no actuó por sí sola porque su
fanatismo la llevó a ubicar en un alto pedestal a Guzmán y fue ella, conforme
lo acreditan los propios militantes, quien imprimió al senderismo uno de sus
rasgos más notorios: el desmedido culto a la personalidad del Presidente
Gonzalo…” (Pág. 172-173)
Al margen de su imputación de
“fanatismo”, es positivo que evidencie el papel de camarada Norah: Siempre
actuó con sujeción a la jefatura, desarrollando lucha firme por imponer el
pensamiento gonzalo y la línea proletaria. Como dice el PCP, y reproduce UJ, la
camarada Norah era “tajante en su rechazo a todo signo de apartamiento, era
capaz de enmudecer a su contrario”. Estos hechos refutan las fábulas que han
venido tejiendo algunos reaccionarios y los servicios de inteligencia del
Estado: que ella se oponía a la “línea dura”, “violenta” de AGR; para imputar
siniestramente de que fue “asesinada” por esas supuestas discrepancias. Infamias
que repican los revisionistas escisionistas, como parte de sus reniegos del
Partido y la revolución. Por todo ello, reafirmamos nuestro reconocimiento a la
camarada Norah como la más grande heroína del Partido y la revolución, y firme
combatiente antirrevisionista.
Además, ataca al Presidente Mao para, a
su vez, atacar a AGR
UJ destila todo su odio reaccionario
contra el Presidente Mao Tse-tung, calificándolo de “mayor asesino del siglo
XX” (Pág. 122). La fuente de sus infundios son “dos biografías sólidas” (Pág.
122) llenas de infamias contrarrevolucionarias, que las repica sin un ápice de
objetividad. Así, sostiene:
… [El Gran Salto Adelante se realizó]
con el objetivo de transformar radicalmente la atrasada sociedad agraria china
en una sociedad comunista en la que debía dejar de existir todo tipo de atisbo
de propiedad privada (…) De este modo, la inmensa población campesina perdió
sus exiguas propiedades, sus ancestrales terrenos de cultivo, sus magros
animales y hasta lo que llevaban puesto dejó de pertenecerles porque debían
vestirse con los uniformes entregados por el Estado.” (Pág. 126)
¡¡Falso!! Se trató de impulsar la
construcción del socialismo, no del comunismo. Para construir el comunismo se
requerirá transitar aún un camino largo. Sus afirmaciones prueban la total
ignorancia de UJ en cuestiones elementales del marxismo; al que pretende
combatirlo repicando viejísimas imputaciones reaccionarias al socialismo.
Parece broma pero UJ suscribe lo que dice Jung Chang, la “biógrafa sólida”, que
“hubo momento en que Mao analizó la opción de anular los nombres (…) de ese
modo se podía instalar plenamente la noción de que en la China comunista no
existía ningún tipo de propiedad individual, ni siquiera el nombre propio”
(Pág. 127). ¡UJ desnuda, sin tapujos, su ignorancia extrema! Es parte del ABC
que en el socialismo no “deja de existir todo tipo de atisbo de propiedad
privada”, incluido “el nombre propio”. En el socialismo se confisca la
propiedad privada de los medios de producción: tierras de los terratenientes,
las fábricas, las maquinarias industriales, etc.; no las prendas de vestir, los
utensilios del hogar, el nombre propio, etc.
El Gran Salto Adelante implicó la
formación de las comunas populares y el desarrollo de la industrialización en
China, lo que permitiría “caminar
sobre las dos piernas”. Esto se resumió en 1959 en desarrollar la agricultura como base de la
economía y la industria como directriz. Ahora, si bien hubo una hambruna que
dificultó el avance en esos años, es innegable que durante la construcción
del socialismo en China, bajo dirección de Mao Tse-tung, se consiguió
acabar con el hambre en China, con los diversos males sociales y se produjo uno de los mayores incrementos de
la media de vida que se han visto en la historia de la humanidad. Las
masas se beneficiaron como nunca antes, detentando el Poder de dictadura del proletariado
bajo dirección del PCCh jefaturado por el Presidente Mao. (Y gracias a esos avances, los
restauradores del capitalismo han convertido a China en una potencia
imperialista.)
Con el Gran Salto Adelante se apuntó a
la colectivización de las tierras en comunas populares; de las tierras que los
campesinos habían conquistado durante la guerra popular —no de la “propiedad
ancestral”—, para impulsar la construcción del socialismo en el campo y mejorar
el nivel de vida de los campesinos que no podían vivir con la producción de sus
parcelas.
UJ afirma: “El fracaso [del Gran Salto
Adelante] fue estrepitoso porque una industria siderúrgica es imposible de ser
alcanzada con medidas provenientes no de la razón sino del desvarío”. Para UJ
es “desvarío” bregar por el autosostenimiento, la independencia y la autodecisión; para su mentalidad de lacayo
es “desvarío” no someterse al imperialismo. Para su industrialización
socialista, China necesitaba producir acero; lo consiguió sacando lecciones de
la multitud de fundiciones pequeñas que implementaron, y les permitió
desarrollar una poderosa industria siderúrgica.
Luego, como todo burgués, repica los
consabidos embustes contra la GRCP:
Tras
la salvaje hambruna que asoló China, (…) Mao fue apartado del poder (…) para
recuperar la autoridad perdida (…) lanzó un plan (…) “La GRCP” y que habría de
constituir “una de las más terroríficas, masivas y aterradoras purgas políticas
de todos los tiempos.” (Pág. 134-135)
Lo cierto es que en el VIII Congreso
del PCCh, 1956, el revisionismo avanzó en usurpar el Poder proletario,
encabezado por Liu Shao-chi y secundado por Teng Siao-ping. El Presidente Mao
desató la revolución cultural para recuperar la parte del Poder perdido y
continuar la revolución bajo las condiciones de la dictadura del proletariado,
así como para cambiar la mente de la población en función de proseguir la
marcha al comunismo. Sí, fue una dura lucha entre el proletariado y la
burguesía. La burguesía usó todos los medios a su alcance para usurpar y mantenerse
en el Poder, y el proletariado generó la más grande movilización de masas que
ha visto la Tierra hasta hoy para recuperar el Poder, construir el socialismo y
avanzar hacia el comunismo. Así, el Presidente Mao concretó un nuevo hito en la
lucha del proletariado por el Poder encontrando el camino para marchar al
comunismo: a través de sucesivas revoluciones culturales. Esta es la razón por
la que los revisionistas y reaccionarios odian con todas sus entrañas la
revolución cultural, y le endilgan los peores adjetivos. Como UJ, quien repica:
“una de las más terroríficas, masivas y aterradoras purgas políticas de todos
los tiempos”. Repite una sarta de mentiras del “documentado libro” de Juang
Chang y Jon Hallyday: “ejecuciones públicas”, “las torturas más espantosas eran
generalizadas”; debemos suponer que se refiere a las numerosas manifestaciones
públicas donde las masas repudiaban a los revisionistas vestidos de cucuruchos
y de carteles, pendientes de sus cuellos, con la relación de sus fechorías.
Luego, UJ sostiene otra monumental mentira: “Los guardias rojos condenaron a
muerte, ajusticiaron o enviaron a destierro o a prisión ‘por revisionistas’ a
millones de personas”. Al Presidente Mao y a los revolucionarios chinos se les
ha achacado de muchísimas muertes; sin embargo, ¿qué evidencian los hechos? Ni
a Teng, lugarteniente de Liu Shao-chi, se le quitó la vida ni a Cheng Po-ta,
secuaz de Lin Piao, ni a otros, quienes volvieron al Poder después del golpe
contrarrevolucionario de Teng Siao-ping. La explicación es simple: la
revolución cultural, como lo concibió Mao Tse-tung, buscaba cambiar la mente de
la gente; por tanto, decía él, si no se cambia la mente, si fusilas a diez
revisionistas hoy, mañana surgirán cincuenta.
También imputa: “Los guardias rojos (…)
para borrar todo vestigio del pasado destruyeron gran parte del patrimonio
cultural…”. Para rebatir basta un hecho: durante la revolución cultural se
descubrió y desenterró Los Soldados de
Terracota, patrimonio que podemos apreciar gracias, precisamente, a la
revolución cultural. Puede que haya habido hechos aislados de destrucción, pero
no como orientación del Presidente Mao ni práctica sistemática. Por tanto,
sostener que “los daños que ‘La GRCP’ le causó a la cultura china fue
descomunal…” (Pág. 135) es una falacia más de los reaccionarios y expresión de
su odio a la revolución cultural y a la acción revolucionaria de las masas.
Y “redondea” sus infundios contra
Presidente Mao cuando afirma: “Si acaso alguien llegase a pensar que la larga
lista de atrocidades de Mao no corresponde a un individuo con afecciones
psiquiátricas, tal vez termine convencido de su nivel de demencia reparando en
la historia del exterminio de gorriones…” (Pág. 138). Aquí también su “explicación”
es la “demencia”, las supuestas “afecciones psiquiátricas” de Mao Tse-tung. La
carencia de argumentos, de análisis objetivo de un hecho de tanta trascendencia
mundial los sustituye por palabras que no explican los procesos sociales.
Y como no podía ser de otro modo,
expresa su complacencia con Teng Siao-ping y la restauración del capitalismo en
China: “La larga pesadilla maoísta concluyó el 9 de setiembre de 1976 con la
muerte de Mao Tse-tung…” (Pág. 138); y: “Su sucesor Deng Xiaoping reorganizó la
nación devastada, implantó un plan de reformas y puso las bases de una sociedad
que llevó a China a ser una potencia mundial lejos de los desvaríos vividos
durante décadas bajo la tiranía de un hombre…” (Pág. 140)
A más de sus consabidas imputaciones:
“larga pesadilla maoísta”, “los desvaríos vividos durante décadas”, expresa su
profundo odio contra el Presidente Mao y la revolución. Y, en contraparte,
defiende la restauración del capitalismo en China —“[Teng] desmontaba las
barbaridades del maoísmo” (Pàg. 140)— y saluda, feliz, al revisionista Teng por
haber puesto las bases para convertir a China en una potencia imperialista.
Pero oculta —tras que “reorganizó la nación devastada”— que los restauradores
aprovecharon para tan siniestro fin todo el grandioso avance que alcanzó China
en 27 años de construcción del socialismo bajo la dirección del Presidente Mao.
b) Imputa a la revolución de “locura”, “demencia”,
“fanatismo”
Lo que imputa a los jefes de la revolución, imputa
similarmente a la revolución: “La demencia desbordada de SL” (Pág.
99); “fuego del fanatismo que habría de asolar al Perú” (Pág. 118); “el Perú,
(…) 1980, empezaba a quedar a merced de la demencia” (Pág. 201); “doce años de
delirio terrorista” (108); “la utopía desquiciada de Mao” (Pág. 142); “locura
colectiva azuzada por Mao” (Pág. 135), etc.
Sin embargo,
estas afirmaciones se contradicen con lo que el mismo UJ sostiene:
Ningún
acto humano proviene de la casualidad (…) Con mayor razón los cambios que
experimenta una sociedad o los movimientos que nacen en ella tienen siempre
antecedentes que los motivan, episodios que se van acumulando uno tras otro
hasta terminar produciendo una revolución o una insurgencia (…) En tal sentido,
el movimiento terrorista Sendero Luminoso no brotó por generación espontánea y
menos por obra de un solo hombre… (Pág. 95)
La revolución
tiene, pues, causas económicas, sociales e históricas. Lo que la reacción
pretende ocultar ahora con su ley fascista de “apología”; como lo oculta el
mismo UJ en otras partes de su libelo.
Y, con
argumentos prestados, UJ sostiene: “[AGR] Tuvo para sí jóvenes universitarios y
adolescentes escolares necesitados de acceso a la educación y con ansia de
‘justicia social’…” (Pág. 100); y: “también [a favor] un factor externo (…): la
triunfante revolución cubana (…) estaba implícito un terrible mensaje: la
victoriosa guerrilla cubana había demostrado al mundo entero que 148 barbudos
con armas sin mayor sofisticación habían podido tomar el poder. La revolución,
entonces, era posible” (Pág. 101). Y prosigue: “Abimael Guzmán (…) tuvo, desde
su perspectiva, un análisis inteligente y perverso: (…) sus jóvenes [hijos de
campesinos] empezaban, por fin, a vislumbrar lo que sus padres, abuelos y los
abuelos de sus abuelos no habían logrado: terminar con una servidumbre que
había durado siglos” (Pág. 101). Luego: “Gonzalo tuvo la sagacidad de leer de
manera apropiada el entorno social y sus necesidades principales (…) por eso,
tras su exitosa convocatoria a los sectores campesinos, apuntó [a los barrios
de Ayacucho]…” (Pág. 106).
Veamos:
Nuevamente, UJ aquí evidencia lo que oculta en otras partes. Claro, con su
interpretación y temores de reaccionario. Sí, los jóvenes del pueblo tenían
ansias de revolución, de acabar con un sistema inicuo. Sí, el triunfo de la
revolución cubana repercutió grandemente en América Latina y daba “un terrible
mensaje” a los burgueses y al imperialismo. Aquí también reconoce en AGR “un
análisis inteligente”; y lo “perverso” para UJ es que los jóvenes del pueblo
vieran que era factible acabar con la explotación y opresión de siglos.
Asimismo, reconoce sagacidad en el análisis de las necesidades del campesinado
y de las masas pobres de los barrios y barriadas.
UJ, como
defensor del sistema, condena la revolución:
… el siglo XX podría
haber sido un siglo de ensueño, pero no lo fue porque el ser humano, esa pobre
especie que pervive entre la creación y la destrucción, se esmeró en inventar
también artilugios diversos para causar la muerte, para destruir pueblos
enteros, para atentar de mil maneras contra los dones de la paz y la libertad.
Surgieron también hombres alucinados, seres despreciables capaces de ejercer un
poder descomunal para ejecutar actos infames, dementes. (Pág. 121)
Luego menciona
al camarada Stalin y al Presidente Mao como ejemplo de esos “seres
despreciables”, capaces de “ejecutar actos infames, dementes”, y que estuvieron
contra “la paz y la libertad” de los explotadores, y atentaron contra lo que
pudo haber sido “un siglo de ensueño”. Por otro lado, habla del “ser humano”, en general, para
pretender ocultar la lucha de clases, y la responsabilidad del imperialismo en
las dos guerras mundiales de rapiña imperialista que se vivió en el siglo XX. Y
antes dijo de Stalin: “autor del programa que impuso la sustitución de las
granjas de propiedad individual por granjas colectivas, un irracional
experimento agrícola” (Pág. 47); claro, lo único racional para este lacayo es
la propiedad privada y la explotación que entraña.
c) Defiende el sistema y promueve la persecución
política y proscripción de los comunistas
Desde la
dedicatoria expresa su defensa del sistema y condena a la revolución. En el
sistema semifeudal, semicolonial y de capitalismo burocrático vivía años
felices; felicidad que fue trastocada por la “perversa” revolución dirigida por
los comunistas.
En su defensa
abierta, sostiene que la sociedad peruana de los setenta del siglo XX ya no era
semifeudal y semicolonial. Si bien no dice cómo es que el Perú dejó de ser
semicolonia del imperialismo norteamericano, sí “fundamenta” cómo habría dejado
de ser semifeudal.
Dice: “Hasta
finales de la década del 50, los campesinos (…) eran, en el sentido pleno de la
palabra, siervos (…), como si la Edad Media se hubiese detenido en las
serranías peruanas, eran seres sometidos a la voluntad férrea de gamonales…”
(Pág. 95). Entonces, ¿cuándo cambió esta realidad? Afirma que en los 70 ya
había cambiado: ¡con la ley agraria de Velasco Alvarado! ¡Con la ley que
simplemente evolucionó la semifeudalidad y reconcentró los latifundios en manos
del Estado y no entregó la tierra a los campesinos. Además, suscribe las
posiciones de Carlos Iván Degregori:
El
escenario de terratenientes y siervos, de gamonales y vasallos empezó a
resquebrajarse al despuntar la década de los años 60 (…) «… Entre 1958 y 1964
una oleada de tomas de tierras remeció los Andes peruanos. En Ayacucho el
movimiento fue débil, pero el resquebrajamiento de la vieja estructura señorial
se iba haciendo cada vez más evidente…»… (Pág. 96-97)
Es indudable que
dicha lucha campesina, la más grande que se vio hasta entonces en el Perú,
golpeó la semifeudalidad pero no la destruyó. Luego, comenta de un latifundio
de la Iglesia en Ayacucho: “Las monjas de Santa Clara ejercían el pongaje hasta
finales de la década de los años 60 (…) Este sistema fue anulado por el Síndico
de Rentas de la congregación, el abogado Humberto Jara Cisneros” (Pág. 98).
Entonces, para UJ, la lucha campesina resquebrajó la semifeudalidad, pero la
liquidación del pongaje, de la servidumbre, ¡¡fue por la acción de un empleado
de las monjas (y de los empleados de los terratenientes, añadiríamos)!!
Posición archirreaccionaria que, además, da luces sobre la extracción de clase
del autor del libelo. Más adelante afirma: “La Reforma Agraria emprendida por
el gobierno militar (1968-1980) había terminado de borrar el escenario
‘semifeudal’ de señores terratenientes y campesinos siervos” (Pág. 185).
¡¡Clarísimo!! Esta posición la han sostenido muchos; pero, con el paso de los
años y a la luz de los hechos, se desdijeron. Porque los hechos han demostrado
que la ley agraria de Velasco simplemente evolucionó la semifeudalidad, no la
liquidó: mantuvo evolucionados el latifundio, la servidumbre y el gamonalismo.
Y, obviamente, no dice absolutamente nada de que con la guerra popular se hizo
el más grande y profundo barrimiento del latifundio (del latifundio particular
y estatal, llámese cooperativas agrarias de producción o sociedades agrícolas
de interés social), de la servidumbre y del gamonalismo.
Su defensa de
los terratenientes es abierta. Dice: “En el Ande peruano (…) era considerado
rico [por los revolucionarios] el que tenía unas vacas, una mejor vivienda o un
pequeño negocio”; y que “Un ejemplo nítido es el arrasamiento de
propiedades de pequeños agricultores en la sierra a quienes las pandillas
senderistas calificaban desmesuradamente como terratenientes y gamonales” (Pág.
141).
¿“Pequeños agricultores” como Parodi de
Ayrabamba o Medina de Ayzarca? Para UJ, sí. Sobre Ayrabamba, dice: “En
la mitología senderista le llamaron el primer arrasamiento de la hacienda de un
gamonal y la primera acción guerrillera” (Pág. 199). Entonces, UJ considera que
no era hacienda de un gamonal. Los hechos muestran que era un gamonal con
vínculos estrechos con el poder central, no solo con el local: era hermano del
congresista Parodi, de AP, partido de gobierno, y este era compadre de Belaúnde
y dueño de la hacienda Luisiana, en el VRAE, que luego se convirtió en base
contrasubversiva de la Marina. Además, como un ignorante en guerra
revolucionaria, no reconoce la acción guerrillera y habla de saqueo, no de
arrasamiento.
Y de Ayzarca,
dice: “… era un pequeño fundo con una esforzada plantación de caña de azúcar y
un molino pequeño en el que trabajaban Medina (…), su familia, diez peones y
campesinos asentados en la zona” (Pág. 200). Nuevamente sale el defensor del
latifundio, servidumbre y gamonalismo. El mismo informe de la CVR reconoce que,
incluso, el hacendado Medina había ordenado el asesinato de dos dirigentes campesinos
de las luchas de los 60. Añade: “En la actualidad es una pobrísima extensión de
no más de 20 hectáreas en el que sobrevive un puñado de aldeanos que jamás ha
disfrutado de ninguna revolución y tampoco de ninguna democracia” (Pág. 200).
Si estos campesinos tienen la posesión de la tierra y “jamás ha disfrutado de
ninguna revolución”, ¿cómo lo consiguieron? La respuesta es una: porque con la
guerra popular invadieron las tierras y
tomaron posesión de ella. Y de la pobreza en que sobreviven hoy, debe responder
el Estado, el sistema capitalista que defiende UJ como el mejor de los mundos.
También afirma
que el pensamiento gonzalo consiguió: “ilusionar a masas desprevenidas y sin
ninguna formación: campesinos desdichados, desventurados hijos de campesinos,
muchachos pobres de barriadas pobres, a todos ellos les mudaron sus deseos de
superación, su necesidad de salir de la miseria, por la fábula de una
revolución…” (Pág. 168).
Primero:
Reconoce que el pensamiento gonzalo convence a las masas profundas, y las
insufla de resolución, a partir de la comprensión de que la transformación de
la sociedad no solo es necesaria sino posible. Segundo: Es positivo que
reconozca la incorporación de las masas profundas, de los más pobres, a la
revolución; lo dice con conocimiento porque como ayacuchano debe tener
referencias de quiénes participaron en la revolución… Tercero: Para él, como
defensor del sistema, la revolución es una “fábula”, y los pobres solo pueden
tener “deseos de superación”, de salir de la miseria ¡¡mediante la educación,
no de la revolución!! Esta sí es una fábula, una ilusión, muy conveniente para
mantener el sistema de explotación y opresión. Si no, veamos cómo está la
inmensa mayoría de profesionales, entre ellos los decenas de miles de
profesores.
Más adelante niega
que existiera situación revolucionaria en 1980:
Es
cierto que el año 1980 se abrió con una conmoción social producto de huelgas
(…) pero el mesías senderista en ningún momento se detuvo a analizar cuáles
eran las aspiraciones de esa sociedad convulsionada, no se preguntó si esa masa
de protestantes deseaba un país envuelto en guerra y, así, no percibió que tras
doce años de imposición militar la inmensa mayoría del país buscaba conquistar
derechos básicos para vivir en libertad.
Ninguno
de esos miles de huelguistas y manifestantes tenía en mente una “lucha armada”.
Exigían mejoras salariales, estabilidad laboral, servicios básicos y libertad
de expresión. Pero Gonzalo (…) no entendió (…) que habían transcurrido 18 años,
que el Perú había cambiado sustancialmente…” (Pág. 178)
Si bien niega la
existencia de situación revolucionaria en desarrollo, los datos parciales que
menciona lo corroboran. Como la movilización inusual de las masas producto,
precisamente, de la existencia de situación revolucionaria, es decir, de
condiciones objetivas para ILA. UJ solo acepta la lucha reivindicativa, porque
no cuestiona la existencia del sistema; solo acepta derechos económicos, pero
niega el supremo derecho que tienen las masas a hacer la revolución para
alcanzar una vida mejor.
UJ también dice:
… para convencer a la
gente a abandonar sus hogares, sus actividades, sus aspiraciones y poner en
juego su existencia (…) no basta una orden (…). Las masas para tomar una
bandera y luchar por ella necesitan primero ser convencidas, tener el fuego de
una emoción dentro de sí, un motivo, por extraño y absurdo que fuese, que toque
sus fibras más primarias, que inunde sus espíritus.” (Pág. 180)
Para UJ la
revolución y sus objetivos es “un motivo extraño y absurdo”. Habla de una
“emoción” irracional, absurda, para “explicar” la participación en la
revolución y la disposición de entregar la vida en ella. Esta disposición no es
problema simplemente de emoción sino de decisión, de resolución; que parte de
la comprensión de las leyes sociales; es sobre esa base que la acción de los
revolucionarios se eleva hasta la heroicidad, de la cual es riquísima la guerra
popular, como la heroicidad de los prisioneros de guerra de los penales de El
Frontón, Lurigancho y el Callao. Por tanto, para los comunistas es una completa
falacia que “nadie ofrenda su vida o la pone en riesgo por una razón lógica,
por un razonamiento frío y coherente” (Pág. 180). Como ya dijimos, la guerra es
el acto más consciente del hombre, y más en los comunistas.
Finalmente, es
importante lo que refiere de “Mercedes”, supuesta testimoniante y amiga de
ALTC: “Es sorprendente cómo, a pesar del tiempo transcurrido, en Ayacucho
muchas personas que vivieron la etapa de formación y estallido del senderismo
aún conservan un marcado temor” (Pág. 148). Se sorprende el muy hipócrita, ¡es
por temor a la persecución política del Estado, que alienta el mismo UJ! Por
este temor muchos no hablan toda la verdad, incluso tuercen la realidad. Más
aún con la ley de “apología”.
d) Solo algunos, de los muchos,
torcimientos y mentiras de UJ para sus objetivos
Habla de “centenares de miles de
muertos a causa de sus órdenes [de AGR]” (44). Una burda mentira. Si UJ sabe de
números como cualquier niño de primaria, los 69 mil muertos de los que habla la
CVR no llegan ni a un centenar de miles; entonces, ¿por qué lo dice? Aquí y en
muchas situaciones aplica ¡miente, miente que algo queda!
Repica una vieja mentira: “Osmán
[Morote], segundo en la jerarquía senderista”, cuando es de público
conocimiento que camarada Norah, ALTC, ocupaba dicha jerarquía.
Dice que AGR: “tomó el control del FER
—el lema de este frente era ‘Por el luminoso sendero de JCM’ y de ahí tomaría
Gonzalo el nombre de su futuro Partido— (…) En 1970 su proyecto ya había
crecido, ya había logrado militancia, ya contaba con bases y organización y,
entonces, decidió dar el paso siguiente: abandonó el PCP-BR para encabezar su
propia organización…” (Pág. 104). Primero: El PCP nunca se autodenominó
“Sendero Luminoso”; siempre reivindicó su nombre: PCP, a secas. Segundo: En
1970 fue un puñado de comunistas los que asumieron la defensa de la vida del
PCP y luego su reconstitución, militantes del Comité Regional de Ayacucho
y algunos de Lima, no más. A partir de
ese puñado, AGR construyó el PCP a nivel nacional, y, una vez reconstituido,
asumió la dirección de la guerra popular y la desarrolló, todo gracias a la
justeza de su línea ideológico-política y del pensamiento gonzalo.
Repica a otros y habla de: “los niños
bomba a los que ataban cartuchos de dinamita y los enviaban a que revienten al
interior de una comisaría” (Pág. 113). Se coge de un caso, en Ayacucho, en que
por errores en la ejecución derivados de insuficiente experiencia, murió el
menor, pero jamàs porque se ordenara la inmolación del pequeño combatiente.
Afirmar no es probar; si no, que mencione cuáles y dónde actuaron esos “niños
bomba”. No puede mencionar ningún caso.
Imputa que se imponía que en el campo
“debían sembrarse en pequeñas cantidades para evitar que la ‘represión’
encuentre alimentos sin importar las necesidades alimentarias de los
campesinos” (Pág. 133-134). Esta versión, ligeramente modificada de “sembrar
poco para cercar las ciudades por el hambre”, es otra mentira que pretende
negar que en los comités populares y en las bases de apoyo el PCP se preocupaba
por desarrollar la producción en base a nuevas relaciones sociales de
producción, para que mejoraran las condiciones de vida de las masas.
El
muy siniestro repica: “Gonzalo ordenó como práctica destripar personas
incluyendo mujeres embarazadas o niños para exponer sus intestinos frente a sus
familiares; amarrar a un poste en la plaza pública a modestos alcaldes,
gobernadores (…) para apedrearlos o atarles petardos de dinamita en la cintura (…);
degollar personas para exhibir sus cabezas sobre estacas al borde de las
carreteras…” (Pág. 136). Imputa, como “orden” de AGR, todo lo que hacían las
FFAA y PP, como consta en la memoria de las masas de Ayacucho, Apurímac,
Huancavelica, Huallaga, Junín, Pasco, etc. Puras falsedades que jamás podrá
probar, porque no existieron… Lo que sí hay son cabezas negras que sostienen
tales versiones, por orden de oficiales de las FFAA y para pretender tapar las
atrocidades (hornos crematorios, bombardeos de pueblos, salvajes torturas y
violaciones) que cometieron juntos, FFAA y mesnadas. Lo que hubo, por
responsabilidad de algunos combatientes, son hechos aislados de excesos y
errores que no alcanzan los dedos de las manos, de los cuales el Presidente
Gonzalo asumió responsabilidad política, como ya mencionáramos.
Repica las siniestras imputaciones en
relación a “la misteriosa muerte de ALT” (Pág. 157) y a la relación de pareja
del Presidente Gonzalo. ¡¡Purs infamias que salen de las canteras de la DINCOTE
para pretender enlodar la figura de la jefatura del Partido y la revolución!!
Dice: “… el
Partido Comunista Peruano se dividió en dos facciones [1964], una denominada
prosoviética (adscrita a las ideas de la revolución rusa) y otra catalogada
como prochina (cuya fuente era la revolución maoísta)” (Pág. 104). Es una burda
tergiversación de la lucha entre marxismo y revisionismo, pues, la lucha no fue
entre las “ideas” de la revolución rusa y de la revolución china, sino entre
marxismo-leninismo y revisionismo contemporáneo. Tampoco fue una lucha entre
las “ideas” de Lenin y las de Mao Tse-tung, sino entre las de Lenin y Stalin
contra las del revisionista Jruschov. Esta lucha significó también la defensa
de la dictadura del proletariado contra la restauración del capitalismo en la
URSS.
3.
ALGUNAS PALABRAS RESPECTO AL AUTOR DEL LIBELO
Como es de
conocimiento público, aunque algunos al parecer han olvidado, UJ fue un
connotado fujimorista y asiduo visitante del SIN de Montesinos, como lo
confirma el propio Crousillat, su empleador. Como funcionario del SIN realizó
acciones de guerra psicológica a favor del gobierno de Fujimori y fue asesor de
varios ministros fujimoristas.
Cuando cayó el
gobierno de Fujimori-Montesinos, Jara inició un proceso de reciclaje; para ello
se empleó como periodista de investigación y publicó el libro Ojo por ojo.[3] De
este libro dice: “También cumple con la obligación de evidenciar mi postura
frente a la corrupción del fujimorismo” (Pág. 15). “Deslinde” tardío de la
corrupción de la que se benefició, saciando su arribismo. Obviamente,
“deslinda” para reciclarse y seguir sirviendo al sistema y a sus amos de turno.
En dicho libro,
sostiene: “Fujimori y Montesinos (…) se equivocaron de manera inexcusable en
autorizar las ejecuciones extrajudiciales (…) Pero incurrir en generalizaciones
(…) es agraviar a policías, militares, ronderos y ciudadanos que arriesgaron
sus vidas en defensa de una sociedad que estaba desguarnecida”. “También es
inaceptable la victimización del terrorista (…) hay quienes claman horrorizados
cuando se afirma que aquellos ejecutados extrajudicialmente eran, en su gran
mayoría, terroristas…” “¿Por qué entonces los altares y las indemnizaciones? ¿Y
por qué no se alza la misma ofendida voz por los actos salvajes y criminales de
Sendero Luminoso? (…) Hay quienes son enfáticos para un lado y tan silenciosos
para el otro.” (Pág. 18)
Para UJ no hubo
línea y política genocida del Estado, aplicado por FFAA y PP, y acción de las
mesnadas como fuerzas complementarias. Menos durante los gobiernos de Belaúnde
y García Pérez. El Grupo Colina estuvo mal, dice, pero no se debe hacer
escándalo porque mataron mayormente a terroristas para defender el sistema, y
eso está bien… Por tanto: “No victimizar a terroristas”, porque para UJ están
bien muertos… aunque se los pudo juzgar.
Luego afirma:
Fue
una larga, cruel guerra civil y, sin embargo, de aquel dolor el país no ha
obtenido ninguna sólida lección. Cada quien utiliza los años de terror para
dividirse en bandos e, incluso, obtener ventajas. Se ha llegado al extremo de
crear entidades a las que no se debe criticar bajo pena de linchamiento moral
—la Comisión de la Verdad, por ejemplo— y se pretende sesgar la historia. (Pág.
17)
Primero: Es
positivo que reconozca que hubo guerra civil. (Esta opinión ya no está en su
último libelo, porque sus amos ya definieron que “no hubo guerra en el Perú
sino terrorismo”.) Segundo: Llama a unirse a la ultraderecha en torno a la
defensa del Estado y conjurar que se vuelva a producir una nueva rebelión de
las masas. Tercero: Condena las críticas a la acción de las FFAA y PP, incluso
las críticas tibias y encubridoras de la CVR, porque, para él, existe la
intención de “sesgar la historia”. Quienes critican al Estado y FFAA “están
sesgados” y a favor de “terroristas”. Para él lo único malo fue la “guerra
clandestina” de Fujimori y Montesinos, ¡¡a quienes apoyó hasta que cayeron!!
En las últimas
líneas del prólogo de 2007, dice: “Hemos olvidado la principal enseñanza de los
años de terrorismo: la pobreza incuba la violencia hasta que un día explota
brutalmente” (Pág. 18). Alerta para defender el sistema. No es su preocupación
por los pobres, para que estén mejor, sino su defensa de la paz de los
opresores y explotadores. Espera que el Estado, las clases dominantes y sus
gobiernos, resuelvan la pobreza. ¡¡Nunca lo harán porque el sistema capitalista
acumula la riqueza en menos manos e incrementa la pobreza para las inmensas
mayorías!!
Finalmente, en
su último libelo, UJ menciona en repetidas ocasiones un voluminoso Manuscrito de AGR. ¿Por qué no dice cómo consiguió dicho Manuscrito? Dado sus antecedentes, es
fácil deducir que los consiguió gracias a sus estrechos y antiguos vínculos con
Montesinos y el SIN. Además, ¿por qué no dice que el Manuscrito es una versión de Memorias
desde Némesis, libro difundido por fuentes del mismo PCP? No lo dice para
traficar con un documento que ya es público y está en las redes sociales, y
sumarse a la campaña ultraderechista, apuntando contra la jefatura y los jefes
de la revolución e imputar a la revolución de “locura”.
4.
DEFENDER LA JEFATURA Y LA REVOLUCIÓN
El
Presidente Gonzalo, recluido por 25 años en ignominiosa prisión bajo un régimen
de tortura, con aislamiento absoluto en una pequeña celda de una Base
Militar, con una ilegal condena de cadena perpetua, enfrenta
sistemáticas campañas anticomunistas que se montan contra él sin conseguir
jamás quebrantar su firmeza en principios, su condición de gran
marxista-leninista-maoísta, de ¡comunista hasta el fin!, ejemplo para los
comunistas y pueblos del mundo. Por tal razón nos reafirmamos en la defensa de
la jefatura, de su pensamiento gonzalo y de la revolución, en la lucha por el
socialismo.
Han
pasado 25 años de la detención y del término de la guerra pero el Estado
peruano, ciego y sordo ante las reales necesidades del país, se niega a tratar
la solución política, amnistía general y reconciliación nacional. Y mantiene
una política de odio y venganza eternos, como se prueba en las farsas de
juicios actuales; en la constante persecución a los excarcelados o en la
infame pretensión de demoler los nichos de los asesinados el año 1986 o
como cuando calumnian de violentistas a cinco mil maestros solo por firmar
planillones de un movimiento político que busca legítimamente su inscripción.
Ya el doctor Guzmán y los demás presos políticos han pagado con creces su
rebelión armada contra el orden de explotación imperante en el Perú. Es
hora de acabar con el aislamiento absoluto del doctor. Guzmán y
demás presos políticos del Penal Militar de la Base Naval del Callao;
es hora de concretar una amnistía general para civiles, policías y militares.
[1] Umberto Jara. Abimael, El sendero del terror. Lima:
Editorial Planeta Perú S. A., 2017.
[2] Todas las referencias
de página corresponden al libro mencionado.
[3] Umberto Jara. Ojo por ojo. Lima: Página Uno Editores,
2007.