Respuesta al libelo Abimael, El sendero del terror, de Umberto Jara





DEFENDER LA JEFATURA Y LA REVOLUCIÓN

Respuesta al libelo Abimael, El sendero del terror,[1]
de Umberto Jara


1. CAMPAÑA ULTRADERECHISTA POR LOS 25 AÑOS DE LA DETENCIÓN

El 12 de setiembre de 1992 el proletariado y pueblo peruanos sufrimos el más duro golpe: la detención de la jefatura de la revolución peruana, en circunstancias en que la guerra popular había llegado al equilibrio estratégico a fines de 1990 y alcanzado su punto más alto en julio de 1992.

Y si las clases dominantes, el imperialismo y sus lacayos festejaron la detención con bombos y platillos, el proletariado y el pueblo, en el país y el mundo, lloraron su caída estremecidos de dolor; mas, pasada la conmoción, secaron sus lágrimas y siguieron combatiendo por la defensa de la vida del Presidente Gonzalo y exigiendo su libertad.

Al quedar la revolución descabezada, ya no se podía desarrollar la guerra popular hacia la toma del Poder, pese a que las fuerzas revolucionarias estaban casi intactas, pues, nunca las derrotaron en el campo de batalla. Se había producido un giro estratégico por problema de dirección política proletaria; por tanto, la revolución debía replegarse ordenadamente. Por esta razón, el propio Abimael Guzmán Reinoso, desde su prisión, llamó a pasar de la lucha  con armas a la lucha política sin armas, a la IV etapa del PCP.
Y durante el tiempo transcurrido, ¡25 años!, ¡no volvieron a hacerse acciones armadas! Solamente Óscar Ramírez se quedó encabezando la facción contraria Proseguir soñando con llegar al Poder; pero su grupo perdió totalmente la iniciativa y se redujo a su mínima expresión, hasta que Ramírez fue capturado en 1999. Quien quedó en armas fue una pequeñísima escisión, la de los hermanos Quispe, que devino en un grupo mercenario, vinculado al narcotráfico y trafica con el nombre del PCP.

A propósito de los 25 años de la captura, nuevamente ha arreciado la campaña contra el Partido Comunista del Perú y su Jefatura. Campaña ultraderechista que tiene por objetivo sembrar odio y alentar la persecución contra comunistas.

Reeditando la práctica fascista de “miente, miente que algo queda”, ocultaron que hace 25 años el propio PCP decidió replegarse militarmente y cesaron las acciones armadas, quedando solo un grupúsculo contrario a Abimael Guzmán Reinoso y al PCP que sirve a mantener el cuco del terrorismo. Cuco mantenido por el actual inepto servicio de inteligencia de la DINCOTE, la que, al parecer, manda en los oídos de Kuczynski y de su ministerio del Interior.

Como parte de esta siniestra campaña, han condecorado, ¡después de 25 años!, a los “héroes de la democracia”, quienes de “doce apóstoles” han sido convertidos en más de 80. La ultraderecha del Ejecutivo y del Legislativo se esmeraron en unirse y abrazarse para condecorar a los nuevos héroes, ayer vilipendiados y maltratados por contiendas internas; aunque no les llegaron las medallas a quienes ayer disfrutaron de la victoria de la captura y hoy están presos.

También forman parte de esta campaña los últimos libros publicados y las películas estrenadas, y mucha bulla y griterío histérico ante la “amenaza del terrorismo”.

Si sumamos todo lo dicho y hecho, queda claro que ha sido toda una campaña ultraderechista para sembrar odio y persecución política contra los comunistas.


2. OBJETIVOS DEL LIBELO ABIMAEL, EL SENDERO DEL TERROR, DE UMBERTO JARA

La publicación de este libro, obviamente, sirve a los objetivos de la campaña ultraderechista. Y UJ (Umberto Jara) lo aplica apuntando contra la jefatura y los jefes de la revolución e imputa a la revolución de “locura”, para invocar al Estado y las clases dominantes a defender su sistema de explotación y opresión, a fin de conjurar la revolución.

Por esto, empieza alertando a sus amos de las clases dominantes de los peligros que encierra la existencia y desarrollo del PCP (Partido Comunista del Perú), y de organizaciones revolucionarias y clasistas, en una sociedad de pobreza creciente. En palabras de UJ:

… en las calles se cumplen los 25 años de la captura del cabecilla senderista Abimael Guzmán Reinoso en medio de una enorme huelga magisterial, y nadie recuerda un dato sombrío: el senderismo, en sus inicios, logró infiltrarse en un sector del magisterio y siete meses antes de su levantamiento ocurrió una huelga de maestros que duró 118 días (…) Cuando no se hace caso de las alertas, cuando todo parece cotidiano, se van gestando malestares sociales que un día terminan expresándose con las formas que existen cuando la paciencia de los desplazados se agota. (Pág. 16)[2]

Y que, 25 años después de la captura:

No se percibe con claridad que en el país siguen vigentes los combustibles del malestar social: la pésima distribución de la riqueza que acentúa la pobreza, la falta de atención del Estado a la población más necesitada, la ineptitud o el temor para aplicar políticas públicas, la ausencia de institucionalidad y una gran masa de jóvenes con expectativas que empiezan a frustrarse.
En suma, no se ha llegado a entender que la violencia se engendra cuando la pobreza termina desesperando a los que la padecen. (Pág. 19-20)

Obviamente, no lo dice porque le preocupe el sufrimiento de las masas pobres, sino porque le aterra el levantamiento de ellas. Para UJ el sistema vigente es el mejor. Como lo dice en la dedicatoria del libro, él y sus allegados, antes de los “perversos años” de la subversión armada, vivían “años felices”. Que no eran años nada felices para los obreros y campesinos, para la inmensa mayoría de peruanos, sobre quienes pesaba la explotación y opresión de la semifeudalidad, del capitalismo burocrático y del imperialismo.

a) Ataca a la jefatura y a su pensamiento gonzalo, y a los jefes de la revolución

UJ dice que “a partir de la vida” de Abimael Guzmán Reinoso (AGR) y Augusta la Torre Carrasco (ALTC) devela cómo “se formó Sendero Luminoso y por qué surgió en Ayacucho y en la universidad”; y que su información está basada en “fuentes de primera mano”.
Lo real es que su “investigación” está llena de imprecisiones, torcimientos y, sobre todo, falsedades, para dar “sustento” a los objetivos que pretende con su libelo: denigrar la figura de AGR y de ALTC, por su papel de jefatura del PCP y de la revolución y de una de sus jefes y su más grande heroína, respectivamente. Los ataca porque sabe que todo proceso revolucionario necesita de una jefatura y de jefes para avanzar hacia la victoria.
Empieza calificando a AGR de “fanático”. Dice:

Los manuales de psiquiatría coinciden en señalar que la personalidad del fanático contiene una incondicional adhesión a una persona, a una ideología o a una religión a tal punto que se anula el discernimiento, queda excluida la razón crítica y su lugar es ocupado por la imitación a ciegas y un comportamiento basado en considerarse dueños de la verdad irrefutable.
 Abimael Guzmán, a la vista de sus actos y sus escritos, se enajenó con la figura de Mao Tse-tung y, en base a ese embeleso irracional, intentó llevar a cabo su “revolución maoísta” en territorio peruano… (Pág. 140)

AGR basó su accionar comunista en la ideología científica del proletariado, el marxismo-leninismo-maoísmo, y la aplicó creadoramente a las condiciones concretas del Perú. No fue copia mecánica del maoísmo, lo prueba la línea por él establecida y su aplicación hasta hoy. Tratándose de una ideología científica no existe por ningún lado “embeleso irracional”, menos que “anula el discernimiento” ni la “razón crítica”. El marxismo es guía para la acción y su alma viva es la aplicación concreta a la situación concreta. No hay, pues, fanatismo en los comunistas, menos en la jefatura, sino convicción comunista a partir de la comprensión de la realidad material y de sus leyes para transformar esa realidad. Todo esto está probado por la práctica revolucionaria de AGR, Presidente Gonzalo, y del PCP a lo largo de décadas, como demostraremos a lo largo del presente artículo.
UJ prosigue con sus infundios:

La desdicha para el Perú es que en el año 1980 (…) AGR ciego en su perspectiva del mundo, enajenado por la figura de un individuo cruel y patológico como Mao, decidió avanzar (…) y, como todo fanático, sea cual sea su motivación, solo pudo generar doce años de muerte y destrucción. (Pág. 143)

Este defensor del sistema capitalista pretende “explicar” los procesos sociales con frases: “fanatismo”, “enajenado”, “patológico”, etc., pese a que al inicio refiera a la pobreza existente en la sociedad como base para la revolución. Por otro lado, como todo reaccionario, niega que lo principal de la revolución no es la destrucción del viejo Estado sino la construcción de uno nuevo, en base a nuevas relaciones sociales de producción (ayuda mutua, trabajo colectivo). Situación que pálidamente refiere, aunque la acompañe de epítetos y adjetivos. Así, del matrimonio en el nuevo Poder, dice “impusieron a los campesino un protocolo delirante (Pág. 88); o cuando repite a Ponciano del Pino: “SL (…) buscó imponerse arrasando a las autoridades tradicionales (…) incapaz de percibir el grado de legitimidad que tenían estas autoridades en la población, en su organización jerarquizada y ritualizada” (Pág. 89). Y dado que la revolución ha hecho lo inédito en el Perú, enfrentado la línea y política genocida del Estado peruano, ha avanzado en medio de dificultades y superando diversos problemas; por ello, el Presidente Gonzalo ha reconocido errores, excesos y limitaciones en el proceso de la guerra popular y ha asumido la responsabilidad política de los mismos.

Ahora, si hablamos de “doce años de muerte y destrucción”, tenemos que hablar de lo que ha hecho la reacción peruana durante su guerra contrarrevolucionaria aplicando esa línea y política genocida al amparo del imperialismo yanqui. ¿Podrán ocultar que las Fuerzas Armadas son responsables de la desaparición de quince mil peruanos, a quienes torturaron salvajemente hasta matarlos, los asesinaron a mansalva o calcinaron en hornos crematorios y  los sepultaron clandestinamente en cuarteles militares y fosas comunes? ¿Podrán ocultar los cientos de Accomarcas y Putis, pueblos que asolaron hasta borrarlos del mapa dejando en su lugar huesos calcinados o inmensas fosas clandestinas? No podrán borrarlos por mucho se esmeren en ocultar y tergiversar los hechos. Esos horrores los vivimos en el Perú los comunistas, revolucionarios y masas, el pueblo más pobre, producto de la sistemática política genocida del Estado peruano dirigido por Belaúnde, García y Fujimori —no solo por Fujimori, como sostiene tibiamente UJ—. De todo esto ya no quieren acordarse los reaccionarios —y los plumíferos como UJ—; fabrican una historia falsa y con los medios a su servicio atizan odio y venganza contra quienes estuvieron cerca de acabar con su opresión y explotación, sus millones, su corruptela, su vida desenfrenada a costa de la miseria de las masas obreras y campesinas, a costa de la sangre del pueblo.

Como no podía ser de otra manera, los infundios de UJ contra la jefatura del PCP están íntimamente ligados a su negación del pensamiento gonzalo, dado que este pensamiento sustenta la jefatura.

Así, sostiene: “Detrás de esa frase [pensamiento gonzalo] solo hay una ausencia de contenidos porque no existe ningún escrito doctrinario en el cual Abimael Guzmán haya desarrollado un pensamiento capaz de continuar la saga de los clásicos pensadores Marx o Lenin” (Pág.168).

El pensamiento gonzalo, como aplicación creadora del marxismo-leninismo-maoísmo a las condiciones concretas de la revolución peruana, tiene una sólida fundamentación en toda la documentación del PCP. En los publicados: informes, balances, trabajos de investigación, etc., especialmente en los del I Congreso del PCP y en toda la documentación de la IV etapa del PCP; asimismo, se puede comprobar en los archivos del PCP. Mencionemos solo dos ejemplos que demuestran la profundidad y vastedad del pensamiento gonzalo: Sobre el marxismo-leninismo-maoísmo, donde fundamenta que el maoísmo desarrolló el marxismo en sus tres partes integrantes: filosofía, economía política y socialismo científico, elevando el marxismo a su tercera, nueva y superior etapa; y el Informe de la Sesión Preparatoria del II Pleno de Comité Central, un documento de más de 400 páginas en formato A4, que fundamenta uno de los planes de la guerra popular. Y si queremos destacar algunos de los aportes de AGR al desarrollo del marxismo, solo mencionar el contenido de Sobre ciento cincuenta años de revolución proletaria mundial, magistral balance del proceso del proletariado desde 1848, donde resuelve los problemas candentes que afronta el proletariado en su lucha por el comunismo y desarrolla la construcción de los instrumentos para hacer la revolución mundial.

Más adelante, UJ dice que AGR generó “en el senderismo la convicción fanática” y:

Con el pretexto de la lucha armada en nombre de una “revolución” que no sabían explicar con certeza, repitiendo frases hechas, incapaces de articular ideas razonables, se dedicaron al asesinato con vesania: cometieron crímenes por un inexistente Pensamiento Gonzalo (…) y, en lugar de la aurora prometida, trajeron años de oscuridad, de sangre y de dolor. (Pág. 181-182)

Primero: AGR estableció la Base de Unidad Partidaria, que comprende la línea política general del PCP, con la que se armó a la militancia y a los combatientes. En esta línea están las leyes de la lucha de clases para hacer la revolución en el Perú: el carácter de la sociedad, el carácter de la revolución, el camino a seguir, con quiénes unirse y contra quiénes, la construcción de los tres instrumentos de la revolución, el contexto de la lucha de clases nacional, la línea internacional, etc. Por tanto, afirmar que los revolucionarios “no sabían explicar con certeza” qué revolución hacían, son solo palabras desmentidas por la práctica de los revolucionarios. La ciencia enseña que la práctica es criterio de verdad. Si la guerra popular avanzó (como lo reconocen quienes la estudiaron con seriedad, y hasta los imperialistas norteamericanos que preparaban su ingreso porque vislumbraban el triunfo de la guerra popular) fue por la justeza y correctitud de dicha línea política y de la dirección del Presidente Gonzalo. Además, dicha línea, al ser expresión del pensamiento gonzalo, ha demostrado el poder transformador de este pensamiento. Entonces, el pensamiento gonzalo, al desarrollar la guerra popular durante doce años, ha probado ser ideología transformadora para el pueblo peruano, como lo prueba hoy en la lucha política y en la lucha por construcción del socialismo.

Segundo: Obviamente, no es extraño que esta línea no contenga “ideas razonables” para un reaccionario como UJ. Para este, las “ideas razonables” son las que justifican la explotación y opresión, la violencia reaccionaria, y las que condenen la rebelión del pueblo. Por lo mismo, no dice nada de las atrocidades que hicieron las FFAA y PP: de la “violencia desmesurada”, del “asesinato con vesania” que aplicaron con su línea y política genocida. Más bien los imputa a los revolucionarios. Es cierto, no se conquistó la “aurora prometida” y el pueblo sigue viviendo “años de oscuridad, de sangre y de dolor” debidos al sistema capitalista. Pero los explotados “se conmueven al pensar que un sueño [el de la revolución] es posible de ser alcanzado”.

 Tercero: Este libelo es prueba de que UJ es un individuo “incapaz de articular ideas razonables”, coherentes; repite “frases hechas” por la DINCOTE y por los llamados “senderólogos”; imputa hechos que jamás podrá probar, por ser falsos; no sabe “explicar con certeza” sus imputaciones, por eso tergiversa los hechos o miente. Así, es uno más que grita, histérico: “¡Al ladrón! ¡Al ladrón!”, para pretender encubrir su papel de mercenario y plumífero de la ultraderecha peruana. Y, por cierto, “los actos de una persona se miden también por las consecuencias que genera”.

UJ, para “fundamentar” la falta de “sanidad mental” de AGR, sostiene una serie de sandeces con las que pretende negar la realidad de los años previos al ILA (inicio de la lucha armada).

Cuando Guzmán lanza ese discurso [Somos los iniciadores] para incitar a sus seguidores a continuar la revolución mundial a través de las armas, está expresando un trastorno de la personalidad si tenemos en cuenta que (…) China estaba enterrando desde 1977 los preceptos del maoísmo aplicando serias reformas económicas (…) cuando Guzmán proclamaba su lucha armada con la idea de continuar la revolución maoísta sin admitir o negándose a aceptar que el maoísmo había dejado de existir junto con su líder Mao Tse-tung.
Asimismo, no existía ninguna “revolución mundial” como él pensaba, más bien (…) la [Unión] soviética, empezaba a desfallecer (…) y el fin de la utopía comunista…
A todo lo señalado se debe añadir que no es muestra de sanidad mental declarar a un país como el Perú, carente de todo liderazgo regional e internacional, como el “centro de la revolución mundial”. En igual medida, era un delirio autoerigirse como “La cuarta espada” de esa revolución planetaria y continuador de pensadores como Marx y Lenin sin haber aportado ni un solo párrafo que pudiese tener un alto nivel académico. (Pág. 187-188)

Primero: La derrota de la revolución china, tras la muerte del Presidente Mao Tse-tung y la negación de su línea proletaria por los revisionistas chinos, no implicó la desaparición del maoísmo; como tampoco implicó el fin de la revolución mundial. Del mismo modo que la derrota de la Comuna de París y de la revolución de 1905 en Rusia no implicó la desaparición del marxismo, del leninismo y de la revolución mundial: la triunfante Revolución de Octubre lo prueba contundentemente. Las palabras, como las del UJ, no niegan la realidad; en todo caso, prueban el nivel intelectual de reaccionarios de su calaña.

Por tanto, la derrota de la revolución en China, y la consiguiente restauración del capitalismo en China, no implicó la “liquidación del maoísmo”, pese a la “felicidad” de los revisionistas, como Teng Siao-ping, y de los imperialistas y reaccionarios que soñaban en “el fin de la utopía desquiciada de Mao”. Si bien la derrota de la revolución en China es un hecho, lo determinante para una revolución son las condiciones internas. En el caso del Perú, en 1980 existían condiciones objetivas para iniciar la lucha armada para la transformación revolucionaria de la sociedad, y un PC en condiciones de dirigirla; situación corroborada por el avance y desarrollo de la guerra popular durante doce años. Además, como la revolución mundial enfrentaba problemas, era obligación de los verdaderos comunistas defender y mantener sus banderas, y bregar por revertir la situación generada por tal derrota. En este contexto, el inicio de la lucha armada en el Perú servía a tal propósito.

El PCP no proclamó al Perú “centro de la revolución mundial”. Afirmar simplemente, como lo hace UJ, no es probar. Algunos comunistas del mundo sí reconocieron a la revolución en el Perú como antorcha de la revolución mundial, y al PCP como su vanguardia de choque. No fue AGR ni el PCP quienes los calificaron así.

Segundo: La desintegración de la URSS en 1991 no implicó “el fin de la utopía comunista”. Porque, por un lado, la URSS dejó de ser socialista en 1956; y lo que sucedió en 1991 fue la desintegración de la superpotencia imperialista en que devino la URSS. Por otro lado, el proletariado construyó el socialismo durante 66 años, como primera etapa del comunismo, generando profundos cambios, como nunca se viera en la historia, en beneficio de las amplias masas. Por tanto, el socialismo no es ninguna utopía, ¡ha sido realidad para un tercio de la población mundial! Y la restauración del capitalismo en Rusia y en China evidencia lo que se vio en la historia: una clase no se asienta en el Poder de una sola vez sino en un proceso de restauración y contrarrestauración, como le sucedió a la propia burguesía.

Tercero: La afirmación de que AGR se autoproclamó “cuarta espada de la revolución mundial” es completamente falsa. Si no, UJ debería responder: ¿en qué documento se “autoproclama”? ¿En qué documento del PCP, público o inédito? En ninguno. No existe. Tal afirmación solo existe, y ha existido, en la mente de los reaccionarios y elucubradores. Lo que el PCP ha reconocido y reconoce es la jefatura del Presidente Gonzalo, AGR. También el reconocimiento (y demostración) de que es continuador de Marx, Lenin y Mao; que aporta al desarrollo de una nueva etapa de la ideología del proletariado. Y si se pide documentos de dichos aportes, se encuentran en toda la documentación partidaria, como ya dijimos. Y en la documentación de la biblioteca del PCP, lamentablemente incautada por la DINCOTE en 1991. Pregunten, pues, cuántos tomos podrían componerse con todo el material de dicha biblioteca. ¿Treinta tomos de fundamentación ideológica y política, de exposiciones de temas de la lucha de clases nacional e internacional, de trabajos de investigación, etc.? Podemos asegurar, a la luz de los hechos, que UJ tiene excelentes relaciones con los servicios de inteligencia del Estado, con la DINCOTE, y puede conseguirlos. Y este reconocimiento al Presidente Gonzalo, como el más grande marxista-leninista-maoísta viviente, lo comparten comunistas de muchos países, por sus aportes a la revolución mundial. Por otro lado, valga la aclaración, AGR escribió documentos de acuerdo a la necesidad de la militancia partidaria y de las masas populares del Perú; por tanto, no son escritos “académicos” al modo burgués, llenos de jerga “académica”, donde enturbian las aguas para que parezcan profundas; sino, escritos de fácil lectura pero de gran profundidad. Escritos que evidencian su solidez teórica, su profundo conocimiento de la historia y su sobresaliente manejo práctico de la política como expresión del conocimiento de las leyes de la lucha de clases nacional y mundial.

Todo lo anteriormente sostenido por UJ, ¿a qué “conclusión” lo lleva? Después de hablar de la preparación del ILA, concluye: “En rigor, todo parece indicar que el análisis principal de la figura de AG no está, como se ha hecho en todos estos años, en el ámbito político sino en el terreno de la psiquiatría.” (186)

Su “gran aporte” a la comprensión de tan importante proceso en la historia de país —proceso eminentemente político—, y de la figura de AGR en él, UJ la encuentra ¡¡¡en “el terreno de la psiquiatría”!!! Este desvarío (sí, desvarío) lo sostiene para infamar a la jefatura y a la revolución que dirigió. Pero, sus afirmaciones, más que infamar a la jefatura, demuestran la catadura y miseria intelectual de UJ, así como su papel de mercenario y plumífero de las clases dominantes.

A su “gran aporte” abona con más infamia: “[AGR] ese hombre trastornado (…) se fueron a la noche de su demencia para iniciar la más grande oleada de muertes y violencia que el Perú jamás había padecido” (Pág. 190). UJ, para diferenciarse de otros plumíferos, “explica” un hecho eminentemente político por la “demencia”, la “locura”, “el trastorno” de quien lo dirigió. E imputa a la revolución las atrocidades que realizaron las FFAA del Estado peruano al aplicar una línea y política genocida, para mantener su sistema de explotación y opresión. Sistema que defiende UJ.

También se basa en los “análisis” de Carlos Iván Degregori, redactor del Informe final de la CVR: “… otros elementos insanos [de AGR]: el desaforado culto a la personalidad y el culto a la muerte…” (Pág. 189). “En cuanto al culto a la muerte, el rasgo de mayor penumbra mental está expresado en la llamada ‘cuota de sangre’ que todo militante debía estar dispuesto a dar para el triunfo de la revolución” (Pág. 190).

Primero: Los reaccionarios y revisionistas levantan “culto a la personalidad” para negar jefatura, ¡cuándo no!, porque saben que una jefatura es necesaria para que una revolución pueda avanzar y triunfar, como todas las revoluciones lo han demostrado. Por eso mismo pretenden denigrar la figura de AGR calificándolo de “demente”, “loco”, “trastornado”, y adjetivándolo. Por lo mismo, es preciso reafirmarnos en la jefatura del Presidente Gonzalo y en su pensamiento gonzalo; reafirmarnos en nuestro compromiso de defenderlos de los ataques de la contrarrevolución y en aplicar el pensamiento gonzalo como nuestra arma ideológica estratégica, específica y principal.

Y, la imputación de que se mataba por “objetar” el pensamiento gonzalo es una falsedad reaccionaria más, que a punta de insistir pretenden hacer pasar por verdad. Pero no pueden dar ni un solo nombre concreto como prueba, porque no existe. La práctica del PCP frente a los problemas ideológicos y políticos fue y es el de resolverlos mediante la lucha de dos líneas.

Segundo: No ha existido, por ningún lado, “culto a la muerte”. Sí, hubo y hay la disposición de los militantes y combatientes de dar la vida por el Presidente Gonzalo, el Partido y la revolución. Y no como expresión de “penumbra mental” alguna, sino porque la necesidad de entregar “la cuota” es expresión del principio básico de la guerra: aniquilar las fuerzas del enemigo y preservar las propias; pero, para esto, estar dispuestos a sacrificar una parte de las fuerzas para preservar las del conjunto. Es principio básico de cualquier guerra. Solo un completo ignorante del problema militar puede calificar a este principio básico de “rasgo de mayor penumbra mental”. Porque, además, la guerra es el acto más consciente del hombre; la razón es simple: de por medio está la propia vida de los combatientes. Y es más consciente aún en los jefes de una revolución. Y en el caso de nuestra guerra popular el costo fue menor gracias a la dirección del Presidente Gonzalo. Si no, comparemos con la cantidad de muertos, por ejemplo, en la guerra interna en Guatemala. La guerra no es, pues, ningún acto de locura, y la cuota ninguna expresión de “penumbra mental”.

Por otra parte, desde Von Clauzewits, la guerra es la continuación de la política por otros medios… Ya que, cuando las contradicciones de las clases sociales, de una nación o de un país no pueden resolverse por medios pacíficos, pasan a resolverse por medio de las armas, por medio de la guerra. Esto es el ABC del problema militar. Y si UJ pretende hablar de guerra y revolución, está en la obligación de conocerlo… Pero, como su objetivo es infamar a la jefatura y a la revolución, UJ repica cualquier estupidez y necedad.

Si la guerra interna fue tan dura, se debió a que las FFAA aplicaron una línea y política genocida para combatir a la revolución. Aplicando las orientaciones del imperialismo norteamericano, arrasaron pueblos enteros, desparecieron a miles de hijos del pueblo, sembraron de fosas clandestinas todo el territorio peruano, formaron mesnadas para enfrentar masas contra masas, aplicaron guerra sin prisioneros y el más cruel genocidio. Claro, como la prensa burguesa propala la versión oficial del Estado, pretenden imponer como “verdad” que todos los muertos son responsabilidad del PCP, ¡¡¡por haberse atrevido a levantar en armas!!! Sostiene como prueba del “culto a la muerte” de AGR la afirmación “la sangre no ahoga la revolución sino la riega”; pero “olvida” que quienes pensaban ahogar la revolución en sangre eran el Estado y sus FFAA, como cuando perpetraron el genocidio en los penales, en 1986. La reacción pensó dar un “golpe decisivo” a la guerra popular con dicho genocidio de exterminio, pero la revolución se desarrolló más después de que la ejecutaron. Lo mismo sucedió en Vietnam: la revolución triunfó pese al vil genocidio aplicado por el imperialismo norteamericano.

El libelo de UJ termina con las siguientes líneas:

… Una espeluznante situación [muertos, desaparecidos, etc.] ocasionado por la insania de un profesor universitario capturado por el delirio de emular a Mao Tse-tung y una muchacha cuya belleza escondía un espíritu fiero y sanguinario. Fueron, ambos, Abimael y Augusta, habitantes de las tinieblas, quienes durante años de pesadilla, tuvieron las llaves del infierno y de la muerte.” (Pág. 214)

¡¡La culpa de todos los muertos y de todo lo ocurrido durante la guerra interna: “la insania” de AGR y el “espíritu fiero y sanguinario” de ALTC!! ¡¡Nada de las FFAA y PP del Estado!! Cree haber enlodado a la jefatura y a los jefes de la revolución con sus “argumentos”. Sus imputaciones, por absurdas, no les tocan a la jefatura ni a los jefes revolucionarios. Sus elucubraciones expresan carencia total de argumentos válidos para comprender un proceso de tanta trascendencia para la sociedad peruana como la guerra popular. Elucubraciones y falsedades que en nada aportan a la comprensión del problema, pero sí a sembrar odio y persecución política contra los comunistas y sus jefes.

Para continuar con sus imputaciones, veamos lo que UJ dice de la camarada Norah, ALTC

Se presenta como “el primero que da ‘luces’ sobre la imagen de ‘furia encendida’ de ALT”, en contra de “su imagen de mujer serena” (Pág. 147). Y sostiene: “… fue una activista abrasada por el fervor del fanatismo y una implacable jefa de sangrientas acciones militares” (Pág. 147). Como ya vimos, su “explicación” viene del supuesto fanatismo de los jefes de la revolución; no de la convicción, de la decisión basada en la comprensión de las leyes del proceso social que rigen la transformación de la sociedad.

Según opinión de Carlos Valdez, compartida por UJ: “Augusta (...) fue fundamental para lo que pasó” (Pág. 154), y afirma UJ: “La camarada Norah adiestró una guardia femenina que, encabezada al principio por ella, fue protagónica en los arrasamientos de poblados y en los atentados en las ciudades…” (Pág. 160). Es real y positivo que reconozca el papel fundamental de ALTC en la revolución, porque fue una de los jefes de la revolución, la segunda en la jerarquía del PCP. Por otro lado, la actuación de las combatientes comunistas hay que comprenderlas dentro del feminismo proletario, de concebir la lucha por la emancipación de la mujer como parte de la emancipación del proletariado y de todo el pueblo. Por ello, nunca existió una “guardia femenina”, porque mujeres y hombres revolucionarios combatieron juntos en el Ejército Guerrillero Popular. Y si la actuación de las combatientes mujeres fue destacada, se debió a que habían logrado romper con la doble opresión que soportan en la vieja sociedad, por tanto su rebelión fue más resuelta en muchos casos, lo que reconocen algunas estudiosas de la guerra interna.

El mismo UJ lo reconoce, en contradicción a lo que dijo antes, aunque pretende mediatizarlo: “[ALTC] logró algo que nunca ha ocurrido en el Perú: que una organización (legal o ilegal) tenga el 40 % de integrantes femeninas y poco más de la mitad de los miembros del Comité Central” (Pág. 164). ¡Muy cierto! Fue así por la línea proletaria del PCP, por el pensamiento gonzalo, por la aplicación consecuente de la línea de la emancipación de la mujer; por la comprensión de que la revolución no puede triunfar sin la participación de la mujer, de la mitad que sostiene el cielo. Esto no fue ni es por ningún “cálculo” político ni “uso” de la mujer, como sostiene UJ. En el PCP las mujeres combatientes destacan no solo en cantidad sino, principalmente, por la calidad de sus dirigentes mujeres, quienes por sus cualidades llegaron a ser la mayoría del Comité Central, también en el Comité Permanente histórico, quienes con su esfuerzo, entrega y sangre sirvieron al desarrollo de la guerra popular y a la emancipación del pueblo.

Luego afirma:

… la figura de ALTC —presente desde 1962, a los 17 años de edad, hasta su muerte en 1988 a los 42 años— tiene una vigencia de 25 años sin pausa junto a AGR (…) Sin embargo, a pesar de que su influencia y protagonismo eran enormes, no actuó por sí sola porque su fanatismo la llevó a ubicar en un alto pedestal a Guzmán y fue ella, conforme lo acreditan los propios militantes, quien imprimió al senderismo uno de sus rasgos más notorios: el desmedido culto a la personalidad del Presidente Gonzalo…” (Pág. 172-173)

Al margen de su imputación de “fanatismo”, es positivo que evidencie el papel de camarada Norah: Siempre actuó con sujeción a la jefatura, desarrollando lucha firme por imponer el pensamiento gonzalo y la línea proletaria. Como dice el PCP, y reproduce UJ, la camarada Norah era “tajante en su rechazo a todo signo de apartamiento, era capaz de enmudecer a su contrario”. Estos hechos refutan las fábulas que han venido tejiendo algunos reaccionarios y los servicios de inteligencia del Estado: que ella se oponía a la “línea dura”, “violenta” de AGR; para imputar siniestramente de que fue “asesinada” por esas supuestas discrepancias. Infamias que repican los revisionistas escisionistas, como parte de sus reniegos del Partido y la revolución. Por todo ello, reafirmamos nuestro reconocimiento a la camarada Norah como la más grande heroína del Partido y la revolución, y firme combatiente antirrevisionista.


Además, ataca al Presidente Mao para, a su vez, atacar a AGR

UJ destila todo su odio reaccionario contra el Presidente Mao Tse-tung, calificándolo de “mayor asesino del siglo XX” (Pág. 122). La fuente de sus infundios son “dos biografías sólidas” (Pág. 122) llenas de infamias contrarrevolucionarias, que las repica sin un ápice de objetividad. Así, sostiene:

… [El Gran Salto Adelante se realizó] con el objetivo de transformar radicalmente la atrasada sociedad agraria china en una sociedad comunista en la que debía dejar de existir todo tipo de atisbo de propiedad privada (…) De este modo, la inmensa población campesina perdió sus exiguas propiedades, sus ancestrales terrenos de cultivo, sus magros animales y hasta lo que llevaban puesto dejó de pertenecerles porque debían vestirse con los uniformes entregados por el Estado.” (Pág. 126)

¡¡Falso!! Se trató de impulsar la construcción del socialismo, no del comunismo. Para construir el comunismo se requerirá transitar aún un camino largo. Sus afirmaciones prueban la total ignorancia de UJ en cuestiones elementales del marxismo; al que pretende combatirlo repicando viejísimas imputaciones reaccionarias al socialismo. Parece broma pero UJ suscribe lo que dice Jung Chang, la “biógrafa sólida”, que “hubo momento en que Mao analizó la opción de anular los nombres (…) de ese modo se podía instalar plenamente la noción de que en la China comunista no existía ningún tipo de propiedad individual, ni siquiera el nombre propio” (Pág. 127). ¡UJ desnuda, sin tapujos, su ignorancia extrema! Es parte del ABC que en el socialismo no “deja de existir todo tipo de atisbo de propiedad privada”, incluido “el nombre propio”. En el socialismo se confisca la propiedad privada de los medios de producción: tierras de los terratenientes, las fábricas, las maquinarias industriales, etc.; no las prendas de vestir, los utensilios del hogar, el nombre propio, etc. 

El Gran Salto Adelante implicó la formación de las comunas populares y el desarrollo de la industrialización en China, lo que permitiría “caminar sobre las dos piernas”. Esto se resumió en 1959 en desarrollar la agricultura como base de la economía y la industria como directriz. Ahora, si bien hubo una hambruna que dificultó el avance en esos años, es innegable que durante la construcción del socialismo en China, bajo dirección de Mao Tse-tung, se consiguió acabar con el hambre en China, con los diversos males sociales y se produjo uno de los mayores incrementos de la media de vida que se han visto en la historia de la humanidad. Las masas se beneficiaron como nunca antes, detentando el Poder de dictadura del proletariado bajo dirección del PCCh jefaturado por el Presidente Mao. (Y gracias a esos avances, los restauradores del capitalismo han convertido a China en una potencia imperialista.)

Con el Gran Salto Adelante se apuntó a la colectivización de las tierras en comunas populares; de las tierras que los campesinos habían conquistado durante la guerra popular —no de la “propiedad ancestral”—, para impulsar la construcción del socialismo en el campo y mejorar el nivel de vida de los campesinos que no podían vivir con la producción de sus parcelas.

UJ afirma: “El fracaso [del Gran Salto Adelante] fue estrepitoso porque una industria siderúrgica es imposible de ser alcanzada con medidas provenientes no de la razón sino del desvarío”. Para UJ es “desvarío” bregar por el autosostenimiento, la independencia y  la autodecisión; para su mentalidad de lacayo es “desvarío” no someterse al imperialismo. Para su industrialización socialista, China necesitaba producir acero; lo consiguió sacando lecciones de la multitud de fundiciones pequeñas que implementaron, y les permitió desarrollar una poderosa industria siderúrgica.

Luego, como todo burgués, repica los consabidos embustes contra la GRCP:

Tras la salvaje hambruna que asoló China, (…) Mao fue apartado del poder (…) para recuperar la autoridad perdida (…) lanzó un plan (…) “La GRCP” y que habría de constituir “una de las más terroríficas, masivas y aterradoras purgas políticas de todos los tiempos.” (Pág. 134-135)

Lo cierto es que en el VIII Congreso del PCCh, 1956, el revisionismo avanzó en usurpar el Poder proletario, encabezado por Liu Shao-chi y secundado por Teng Siao-ping. El Presidente Mao desató la revolución cultural para recuperar la parte del Poder perdido y continuar la revolución bajo las condiciones de la dictadura del proletariado, así como para cambiar la mente de la población en función de proseguir la marcha al comunismo. Sí, fue una dura lucha entre el proletariado y la burguesía. La burguesía usó todos los medios a su alcance para usurpar y mantenerse en el Poder, y el proletariado generó la más grande movilización de masas que ha visto la Tierra hasta hoy para recuperar el Poder, construir el socialismo y avanzar hacia el comunismo. Así, el Presidente Mao concretó un nuevo hito en la lucha del proletariado por el Poder encontrando el camino para marchar al comunismo: a través de sucesivas revoluciones culturales. Esta es la razón por la que los revisionistas y reaccionarios odian con todas sus entrañas la revolución cultural, y le endilgan los peores adjetivos. Como UJ, quien repica: “una de las más terroríficas, masivas y aterradoras purgas políticas de todos los tiempos”. Repite una sarta de mentiras del “documentado libro” de Juang Chang y Jon Hallyday: “ejecuciones públicas”, “las torturas más espantosas eran generalizadas”; debemos suponer que se refiere a las numerosas manifestaciones públicas donde las masas repudiaban a los revisionistas vestidos de cucuruchos y de carteles, pendientes de sus cuellos, con la relación de sus fechorías. Luego, UJ sostiene otra monumental mentira: “Los guardias rojos condenaron a muerte, ajusticiaron o enviaron a destierro o a prisión ‘por revisionistas’ a millones de personas”. Al Presidente Mao y a los revolucionarios chinos se les ha achacado de muchísimas muertes; sin embargo, ¿qué evidencian los hechos? Ni a Teng, lugarteniente de Liu Shao-chi, se le quitó la vida ni a Cheng Po-ta, secuaz de Lin Piao, ni a otros, quienes volvieron al Poder después del golpe contrarrevolucionario de Teng Siao-ping. La explicación es simple: la revolución cultural, como lo concibió Mao Tse-tung, buscaba cambiar la mente de la gente; por tanto, decía él, si no se cambia la mente, si fusilas a diez revisionistas hoy, mañana surgirán cincuenta.

También imputa: “Los guardias rojos (…) para borrar todo vestigio del pasado destruyeron gran parte del patrimonio cultural…”. Para rebatir basta un hecho: durante la revolución cultural se descubrió y desenterró Los Soldados de Terracota, patrimonio que podemos apreciar gracias, precisamente, a la revolución cultural. Puede que haya habido hechos aislados de destrucción, pero no como orientación del Presidente Mao ni práctica sistemática. Por tanto, sostener que “los daños que ‘La GRCP’ le causó a la cultura china fue descomunal…” (Pág. 135) es una falacia más de los reaccionarios y expresión de su odio a la revolución cultural y a la acción revolucionaria de las masas.

Y “redondea” sus infundios contra Presidente Mao cuando afirma: “Si acaso alguien llegase a pensar que la larga lista de atrocidades de Mao no corresponde a un individuo con afecciones psiquiátricas, tal vez termine convencido de su nivel de demencia reparando en la historia del exterminio de gorriones…” (Pág. 138). Aquí también su “explicación” es la “demencia”, las supuestas “afecciones psiquiátricas” de Mao Tse-tung. La carencia de argumentos, de análisis objetivo de un hecho de tanta trascendencia mundial los sustituye por palabras que no explican los procesos sociales.

Y como no podía ser de otro modo, expresa su complacencia con Teng Siao-ping y la restauración del capitalismo en China: “La larga pesadilla maoísta concluyó el 9 de setiembre de 1976 con la muerte de Mao Tse-tung…” (Pág. 138); y: “Su sucesor Deng Xiaoping reorganizó la nación devastada, implantó un plan de reformas y puso las bases de una sociedad que llevó a China a ser una potencia mundial lejos de los desvaríos vividos durante décadas bajo la tiranía de un hombre…” (Pág. 140)

A más de sus consabidas imputaciones: “larga pesadilla maoísta”, “los desvaríos vividos durante décadas”, expresa su profundo odio contra el Presidente Mao y la revolución. Y, en contraparte, defiende la restauración del capitalismo en China —“[Teng] desmontaba las barbaridades del maoísmo” (Pàg. 140)— y saluda, feliz, al revisionista Teng por haber puesto las bases para convertir a China en una potencia imperialista. Pero oculta —tras que “reorganizó la nación devastada”— que los restauradores aprovecharon para tan siniestro fin todo el grandioso avance que alcanzó China en 27 años de construcción del socialismo bajo la dirección del Presidente Mao.

b) Imputa a la revolución de “locura”, “demencia”, “fanatismo”

Lo que imputa a los jefes de la revolución, imputa similarmente a la revolución: “La demencia desbordada de SL” (Pág. 99); “fuego del fanatismo que habría de asolar al Perú” (Pág. 118); “el Perú, (…) 1980, empezaba a quedar a merced de la demencia” (Pág. 201); “doce años de delirio terrorista” (108); “la utopía desquiciada de Mao” (Pág. 142); “locura colectiva azuzada por Mao” (Pág. 135), etc.

Sin embargo, estas afirmaciones se contradicen con lo que el mismo UJ sostiene:

Ningún acto humano proviene de la casualidad (…) Con mayor razón los cambios que experimenta una sociedad o los movimientos que nacen en ella tienen siempre antecedentes que los motivan, episodios que se van acumulando uno tras otro hasta terminar produciendo una revolución o una insurgencia (…) En tal sentido, el movimiento terrorista Sendero Luminoso no brotó por generación espontánea y menos por obra de un solo hombre… (Pág. 95)

La revolución tiene, pues, causas económicas, sociales e históricas. Lo que la reacción pretende ocultar ahora con su ley fascista de “apología”; como lo oculta el mismo UJ en otras partes de su libelo.

Y, con argumentos prestados, UJ sostiene: “[AGR] Tuvo para sí jóvenes universitarios y adolescentes escolares necesitados de acceso a la educación y con ansia de ‘justicia social’…” (Pág. 100); y: “también [a favor] un factor externo (…): la triunfante revolución cubana (…) estaba implícito un terrible mensaje: la victoriosa guerrilla cubana había demostrado al mundo entero que 148 barbudos con armas sin mayor sofisticación habían podido tomar el poder. La revolución, entonces, era posible” (Pág. 101). Y prosigue: “Abimael Guzmán (…) tuvo, desde su perspectiva, un análisis inteligente y perverso: (…) sus jóvenes [hijos de campesinos] empezaban, por fin, a vislumbrar lo que sus padres, abuelos y los abuelos de sus abuelos no habían logrado: terminar con una servidumbre que había durado siglos” (Pág. 101). Luego: “Gonzalo tuvo la sagacidad de leer de manera apropiada el entorno social y sus necesidades principales (…) por eso, tras su exitosa convocatoria a los sectores campesinos, apuntó [a los barrios de Ayacucho]…” (Pág. 106).

Veamos: Nuevamente, UJ aquí evidencia lo que oculta en otras partes. Claro, con su interpretación y temores de reaccionario. Sí, los jóvenes del pueblo tenían ansias de revolución, de acabar con un sistema inicuo. Sí, el triunfo de la revolución cubana repercutió grandemente en América Latina y daba “un terrible mensaje” a los burgueses y al imperialismo. Aquí también reconoce en AGR “un análisis inteligente”; y lo “perverso” para UJ es que los jóvenes del pueblo vieran que era factible acabar con la explotación y opresión de siglos. Asimismo, reconoce sagacidad en el análisis de las necesidades del campesinado y de las masas pobres de los barrios y barriadas.

UJ, como defensor del sistema, condena la revolución:

… el siglo XX podría haber sido un siglo de ensueño, pero no lo fue porque el ser humano, esa pobre especie que pervive entre la creación y la destrucción, se esmeró en inventar también artilugios diversos para causar la muerte, para destruir pueblos enteros, para atentar de mil maneras contra los dones de la paz y la libertad. Surgieron también hombres alucinados, seres despreciables capaces de ejercer un poder descomunal para ejecutar actos infames, dementes. (Pág. 121)

Luego menciona al camarada Stalin y al Presidente Mao como ejemplo de esos “seres despreciables”, capaces de “ejecutar actos infames, dementes”, y que estuvieron contra “la paz y la libertad” de los explotadores, y atentaron contra lo que pudo haber sido “un siglo de ensueño”. Por otro lado,  habla del “ser humano”, en general, para pretender ocultar la lucha de clases, y la responsabilidad del imperialismo en las dos guerras mundiales de rapiña imperialista que se vivió en el siglo XX. Y antes dijo de Stalin: “autor del programa que impuso la sustitución de las granjas de propiedad individual por granjas colectivas, un irracional experimento agrícola” (Pág. 47); claro, lo único racional para este lacayo es la propiedad privada y la explotación que entraña.

c) Defiende el sistema y promueve la persecución política y proscripción de los comunistas

Desde la dedicatoria expresa su defensa del sistema y condena a la revolución. En el sistema semifeudal, semicolonial y de capitalismo burocrático vivía años felices; felicidad que fue trastocada por la “perversa” revolución dirigida por los comunistas.

En su defensa abierta, sostiene que la sociedad peruana de los setenta del siglo XX ya no era semifeudal y semicolonial. Si bien no dice cómo es que el Perú dejó de ser semicolonia del imperialismo norteamericano, sí “fundamenta” cómo habría dejado de ser semifeudal.

Dice: “Hasta finales de la década del 50, los campesinos (…) eran, en el sentido pleno de la palabra, siervos (…), como si la Edad Media se hubiese detenido en las serranías peruanas, eran seres sometidos a la voluntad férrea de gamonales…” (Pág. 95). Entonces, ¿cuándo cambió esta realidad? Afirma que en los 70 ya había cambiado: ¡con la ley agraria de Velasco Alvarado! ¡Con la ley que simplemente evolucionó la semifeudalidad y reconcentró los latifundios en manos del Estado y no entregó la tierra a los campesinos. Además, suscribe las posiciones de Carlos Iván Degregori:

El escenario de terratenientes y siervos, de gamonales y vasallos empezó a resquebrajarse al despuntar la década de los años 60 (…) «… Entre 1958 y 1964 una oleada de tomas de tierras remeció los Andes peruanos. En Ayacucho el movimiento fue débil, pero el resquebrajamiento de la vieja estructura señorial se iba haciendo cada vez más evidente…»… (Pág. 96-97)

Es indudable que dicha lucha campesina, la más grande que se vio hasta entonces en el Perú, golpeó la semifeudalidad pero no la destruyó. Luego, comenta de un latifundio de la Iglesia en Ayacucho: “Las monjas de Santa Clara ejercían el pongaje hasta finales de la década de los años 60 (…) Este sistema fue anulado por el Síndico de Rentas de la congregación, el abogado Humberto Jara Cisneros” (Pág. 98). Entonces, para UJ, la lucha campesina resquebrajó la semifeudalidad, pero la liquidación del pongaje, de la servidumbre, ¡¡fue por la acción de un empleado de las monjas (y de los empleados de los terratenientes, añadiríamos)!! Posición archirreaccionaria que, además, da luces sobre la extracción de clase del autor del libelo. Más adelante afirma: “La Reforma Agraria emprendida por el gobierno militar (1968-1980) había terminado de borrar el escenario ‘semifeudal’ de señores terratenientes y campesinos siervos” (Pág. 185). ¡¡Clarísimo!! Esta posición la han sostenido muchos; pero, con el paso de los años y a la luz de los hechos, se desdijeron. Porque los hechos han demostrado que la ley agraria de Velasco simplemente evolucionó la semifeudalidad, no la liquidó: mantuvo evolucionados el latifundio, la servidumbre y el gamonalismo. Y, obviamente, no dice absolutamente nada de que con la guerra popular se hizo el más grande y profundo barrimiento del latifundio (del latifundio particular y estatal, llámese cooperativas agrarias de producción o sociedades agrícolas de interés social), de la servidumbre y del gamonalismo.

Su defensa de los terratenientes es abierta. Dice: “En el Ande peruano (…) era considerado rico [por los revolucionarios] el que tenía unas vacas, una mejor vivienda o un pequeño negocio”; y que “Un ejemplo nítido es el arrasamiento de propiedades de pequeños agricultores en la sierra a quienes las pandillas senderistas calificaban desmesuradamente como terratenientes y gamonales” (Pág. 141).

¿“Pequeños agricultores” como Parodi de Ayrabamba o Medina de Ayzarca? Para UJ, sí. Sobre Ayrabamba, dice: “En la mitología senderista le llamaron el primer arrasamiento de la hacienda de un gamonal y la primera acción guerrillera” (Pág. 199). Entonces, UJ considera que no era hacienda de un gamonal. Los hechos muestran que era un gamonal con vínculos estrechos con el poder central, no solo con el local: era hermano del congresista Parodi, de AP, partido de gobierno, y este era compadre de Belaúnde y dueño de la hacienda Luisiana, en el VRAE, que luego se convirtió en base contrasubversiva de la Marina. Además, como un ignorante en guerra revolucionaria, no reconoce la acción guerrillera y habla de saqueo, no de arrasamiento.

Y de Ayzarca, dice: “… era un pequeño fundo con una esforzada plantación de caña de azúcar y un molino pequeño en el que trabajaban Medina (…), su familia, diez peones y campesinos asentados en la zona” (Pág. 200). Nuevamente sale el defensor del latifundio, servidumbre y gamonalismo. El mismo informe de la CVR reconoce que, incluso, el hacendado Medina había ordenado el asesinato de dos dirigentes campesinos de las luchas de los 60. Añade: “En la actualidad es una pobrísima extensión de no más de 20 hectáreas en el que sobrevive un puñado de aldeanos que jamás ha disfrutado de ninguna revolución y tampoco de ninguna democracia” (Pág. 200). Si estos campesinos tienen la posesión de la tierra y “jamás ha disfrutado de ninguna revolución”, ¿cómo lo consiguieron? La respuesta es una: porque con la guerra  popular invadieron las tierras y tomaron posesión de ella. Y de la pobreza en que sobreviven hoy, debe responder el Estado, el sistema capitalista que defiende UJ como el mejor de los mundos.

También afirma que el pensamiento gonzalo consiguió: “ilusionar a masas desprevenidas y sin ninguna formación: campesinos desdichados, desventurados hijos de campesinos, muchachos pobres de barriadas pobres, a todos ellos les mudaron sus deseos de superación, su necesidad de salir de la miseria, por la fábula de una revolución…” (Pág. 168).

Primero: Reconoce que el pensamiento gonzalo convence a las masas profundas, y las insufla de resolución, a partir de la comprensión de que la transformación de la sociedad no solo es necesaria sino posible. Segundo: Es positivo que reconozca la incorporación de las masas profundas, de los más pobres, a la revolución; lo dice con conocimiento porque como ayacuchano debe tener referencias de quiénes participaron en la revolución… Tercero: Para él, como defensor del sistema, la revolución es una “fábula”, y los pobres solo pueden tener “deseos de superación”, de salir de la miseria ¡¡mediante la educación, no de la revolución!! Esta sí es una fábula, una ilusión, muy conveniente para mantener el sistema de explotación y opresión. Si no, veamos cómo está la inmensa mayoría de profesionales, entre ellos los decenas de miles de profesores.

Más adelante niega que existiera situación revolucionaria en 1980:

Es cierto que el año 1980 se abrió con una conmoción social producto de huelgas (…) pero el mesías senderista en ningún momento se detuvo a analizar cuáles eran las aspiraciones de esa sociedad convulsionada, no se preguntó si esa masa de protestantes deseaba un país envuelto en guerra y, así, no percibió que tras doce años de imposición militar la inmensa mayoría del país buscaba conquistar derechos básicos para vivir en libertad.
Ninguno de esos miles de huelguistas y manifestantes tenía en mente una “lucha armada”. Exigían mejoras salariales, estabilidad laboral, servicios básicos y libertad de expresión. Pero Gonzalo (…) no entendió (…) que habían transcurrido 18 años, que el Perú había cambiado sustancialmente…” (Pág. 178)

Si bien niega la existencia de situación revolucionaria en desarrollo, los datos parciales que menciona lo corroboran. Como la movilización inusual de las masas producto, precisamente, de la existencia de situación revolucionaria, es decir, de condiciones objetivas para ILA. UJ solo acepta la lucha reivindicativa, porque no cuestiona la existencia del sistema; solo acepta derechos económicos, pero niega el supremo derecho que tienen las masas a hacer la revolución para alcanzar una vida mejor.

UJ también dice:

… para convencer a la gente a abandonar sus hogares, sus actividades, sus aspiraciones y poner en juego su existencia (…) no basta una orden (…). Las masas para tomar una bandera y luchar por ella necesitan primero ser convencidas, tener el fuego de una emoción dentro de sí, un motivo, por extraño y absurdo que fuese, que toque sus fibras más primarias, que inunde sus espíritus.” (Pág. 180)

Para UJ la revolución y sus objetivos es “un motivo extraño y absurdo”. Habla de una “emoción” irracional, absurda, para “explicar” la participación en la revolución y la disposición de entregar la vida en ella. Esta disposición no es problema simplemente de emoción sino de decisión, de resolución; que parte de la comprensión de las leyes sociales; es sobre esa base que la acción de los revolucionarios se eleva hasta la heroicidad, de la cual es riquísima la guerra popular, como la heroicidad de los prisioneros de guerra de los penales de El Frontón, Lurigancho y el Callao. Por tanto, para los comunistas es una completa falacia que “nadie ofrenda su vida o la pone en riesgo por una razón lógica, por un razonamiento frío y coherente” (Pág. 180). Como ya dijimos, la guerra es el acto más consciente del hombre, y más en los comunistas.

Finalmente, es importante lo que refiere de “Mercedes”, supuesta testimoniante y amiga de ALTC: “Es sorprendente cómo, a pesar del tiempo transcurrido, en Ayacucho muchas personas que vivieron la etapa de formación y estallido del senderismo aún conservan un marcado temor” (Pág. 148). Se sorprende el muy hipócrita, ¡es por temor a la persecución política del Estado, que alienta el mismo UJ! Por este temor muchos no hablan toda la verdad, incluso tuercen la realidad. Más aún con la ley de “apología”.


d) Solo algunos, de los muchos, torcimientos y mentiras de UJ para sus objetivos

Habla de “centenares de miles de muertos a causa de sus órdenes [de AGR]” (44). Una burda mentira. Si UJ sabe de números como cualquier niño de primaria, los 69 mil muertos de los que habla la CVR no llegan ni a un centenar de miles; entonces, ¿por qué lo dice? Aquí y en muchas situaciones aplica ¡miente, miente que algo queda!

Repica una vieja mentira: “Osmán [Morote], segundo en la jerarquía senderista”, cuando es de público conocimiento que camarada Norah, ALTC, ocupaba dicha jerarquía.

Dice que AGR: “tomó el control del FER —el lema de este frente era ‘Por el luminoso sendero de JCM’ y de ahí tomaría Gonzalo el nombre de su futuro Partido— (…) En 1970 su proyecto ya había crecido, ya había logrado militancia, ya contaba con bases y organización y, entonces, decidió dar el paso siguiente: abandonó el PCP-BR para encabezar su propia organización…” (Pág. 104). Primero: El PCP nunca se autodenominó “Sendero Luminoso”; siempre reivindicó su nombre: PCP, a secas. Segundo: En 1970 fue un puñado de comunistas los que asumieron la defensa de la vida del PCP y luego su reconstitución, militantes del Comité Regional de Ayacucho y  algunos de Lima, no más. A partir de ese puñado, AGR construyó el PCP a nivel nacional, y, una vez reconstituido, asumió la dirección de la guerra popular y la desarrolló, todo gracias a la justeza de su línea ideológico-política y del pensamiento gonzalo.

Repica a otros y habla de: “los niños bomba a los que ataban cartuchos de dinamita y los enviaban a que revienten al interior de una comisaría” (Pág. 113). Se coge de un caso, en Ayacucho, en que por errores en la ejecución derivados de insuficiente experiencia, murió el menor, pero jamàs porque se ordenara la inmolación del pequeño combatiente. Afirmar no es probar; si no, que mencione cuáles y dónde actuaron esos “niños bomba”. No puede mencionar ningún caso.

Imputa que se imponía que en el campo “debían sembrarse en pequeñas cantidades para evitar que la ‘represión’ encuentre alimentos sin importar las necesidades alimentarias de los campesinos” (Pág. 133-134). Esta versión, ligeramente modificada de “sembrar poco para cercar las ciudades por el hambre”, es otra mentira que pretende negar que en los comités populares y en las bases de apoyo el PCP se preocupaba por desarrollar la producción en base a nuevas relaciones sociales de producción, para que mejoraran las condiciones de vida de las masas.

El  muy siniestro repica: “Gonzalo ordenó como práctica destripar personas incluyendo mujeres embarazadas o niños para exponer sus intestinos frente a sus familiares; amarrar a un poste en la plaza pública a modestos alcaldes, gobernadores (…) para apedrearlos o atarles petardos de dinamita en la cintura (…); degollar personas para exhibir sus cabezas sobre estacas al borde de las carreteras…” (Pág. 136). Imputa, como “orden” de AGR, todo lo que hacían las FFAA y PP, como consta en la memoria de las masas de Ayacucho, Apurímac, Huancavelica, Huallaga, Junín, Pasco, etc. Puras falsedades que jamás podrá probar, porque no existieron… Lo que sí hay son cabezas negras que sostienen tales versiones, por orden de oficiales de las FFAA y para pretender tapar las atrocidades (hornos crematorios, bombardeos de pueblos, salvajes torturas y violaciones) que cometieron juntos, FFAA y mesnadas. Lo que hubo, por responsabilidad de algunos combatientes, son hechos aislados de excesos y errores que no alcanzan los dedos de las manos, de los cuales el Presidente Gonzalo asumió responsabilidad política, como ya mencionáramos.

Repica las siniestras imputaciones en relación a “la misteriosa muerte de ALT” (Pág. 157) y a la relación de pareja del Presidente Gonzalo. ¡¡Purs infamias que salen de las canteras de la DINCOTE para pretender enlodar la figura de la jefatura del Partido y la revolución!!

Dice: “… el Partido Comunista Peruano se dividió en dos facciones [1964], una denominada prosoviética (adscrita a las ideas de la revolución rusa) y otra catalogada como prochina (cuya fuente era la revolución maoísta)” (Pág. 104). Es una burda tergiversación de la lucha entre marxismo y revisionismo, pues, la lucha no fue entre las “ideas” de la revolución rusa y de la revolución china, sino entre marxismo-leninismo y revisionismo contemporáneo. Tampoco fue una lucha entre las “ideas” de Lenin y las de Mao Tse-tung, sino entre las de Lenin y Stalin contra las del revisionista Jruschov. Esta lucha significó también la defensa de la dictadura del proletariado contra la restauración del capitalismo en la URSS.


3. ALGUNAS PALABRAS RESPECTO AL AUTOR DEL LIBELO

Como es de conocimiento público, aunque algunos al parecer han olvidado, UJ fue un connotado fujimorista y asiduo visitante del SIN de Montesinos, como lo confirma el propio Crousillat, su empleador. Como funcionario del SIN realizó acciones de guerra psicológica a favor del gobierno de Fujimori y fue asesor de varios ministros fujimoristas.

Cuando cayó el gobierno de Fujimori-Montesinos, Jara inició un proceso de reciclaje; para ello se empleó como periodista de investigación y publicó el libro Ojo por ojo.[3] De este libro dice: “También cumple con la obligación de evidenciar mi postura frente a la corrupción del fujimorismo” (Pág. 15). “Deslinde” tardío de la corrupción de la que se benefició, saciando su arribismo. Obviamente, “deslinda” para reciclarse y seguir sirviendo al sistema y a sus amos de turno.

En dicho libro, sostiene: “Fujimori y Montesinos (…) se equivocaron de manera inexcusable en autorizar las ejecuciones extrajudiciales (…) Pero incurrir en generalizaciones (…) es agraviar a policías, militares, ronderos y ciudadanos que arriesgaron sus vidas en defensa de una sociedad que estaba desguarnecida”. “También es inaceptable la victimización del terrorista (…) hay quienes claman horrorizados cuando se afirma que aquellos ejecutados extrajudicialmente eran, en su gran mayoría, terroristas…” “¿Por qué entonces los altares y las indemnizaciones? ¿Y por qué no se alza la misma ofendida voz por los actos salvajes y criminales de Sendero Luminoso? (…) Hay quienes son enfáticos para un lado y tan silenciosos para el otro.” (Pág. 18)

Para UJ no hubo línea y política genocida del Estado, aplicado por FFAA y PP, y acción de las mesnadas como fuerzas complementarias. Menos durante los gobiernos de Belaúnde y García Pérez. El Grupo Colina estuvo mal, dice, pero no se debe hacer escándalo porque mataron mayormente a terroristas para defender el sistema, y eso está bien… Por tanto: “No victimizar a terroristas”, porque para UJ están bien muertos… aunque se los pudo juzgar.

Luego afirma:

Fue una larga, cruel guerra civil y, sin embargo, de aquel dolor el país no ha obtenido ninguna sólida lección. Cada quien utiliza los años de terror para dividirse en bandos e, incluso, obtener ventajas. Se ha llegado al extremo de crear entidades a las que no se debe criticar bajo pena de linchamiento moral —la Comisión de la Verdad, por ejemplo— y se pretende sesgar la historia. (Pág. 17)

Primero: Es positivo que reconozca que hubo guerra civil. (Esta opinión ya no está en su último libelo, porque sus amos ya definieron que “no hubo guerra en el Perú sino terrorismo”.) Segundo: Llama a unirse a la ultraderecha en torno a la defensa del Estado y conjurar que se vuelva a producir una nueva rebelión de las masas. Tercero: Condena las críticas a la acción de las FFAA y PP, incluso las críticas tibias y encubridoras de la CVR, porque, para él, existe la intención de “sesgar la historia”. Quienes critican al Estado y FFAA “están sesgados” y a favor de “terroristas”. Para él lo único malo fue la “guerra clandestina” de Fujimori y Montesinos, ¡¡a quienes apoyó hasta que cayeron!!

En las últimas líneas del prólogo de 2007, dice: “Hemos olvidado la principal enseñanza de los años de terrorismo: la pobreza incuba la violencia hasta que un día explota brutalmente” (Pág. 18). Alerta para defender el sistema. No es su preocupación por los pobres, para que estén mejor, sino su defensa de la paz de los opresores y explotadores. Espera que el Estado, las clases dominantes y sus gobiernos, resuelvan la pobreza. ¡¡Nunca lo harán porque el sistema capitalista acumula la riqueza en menos manos e incrementa la pobreza para las inmensas mayorías!!

Finalmente, en su último libelo, UJ menciona en repetidas ocasiones un voluminoso Manuscrito de AGR. ¿Por qué  no dice cómo consiguió dicho Manuscrito? Dado sus antecedentes, es fácil deducir que los consiguió gracias a sus estrechos y antiguos vínculos con Montesinos y el SIN. Además, ¿por qué no dice que el Manuscrito es una versión de Memorias desde Némesis, libro difundido por fuentes del mismo PCP? No lo dice para traficar con un documento que ya es público y está en las redes sociales, y sumarse a la campaña ultraderechista, apuntando contra la jefatura y los jefes de la revolución e imputar a la revolución de “locura”.


4. DEFENDER LA JEFATURA Y LA REVOLUCIÓN

El Presidente Gonzalo, recluido por 25 años en ignominiosa prisión bajo un régimen de tortura, con aislamiento absoluto en una pequeña celda de una Base Militar, con una ilegal condena de cadena perpetua, enfrenta sistemáticas campañas anticomunistas que se montan contra él sin conseguir jamás quebrantar su firmeza en principios, su condición de gran marxista-leninista-maoísta, de ¡comunista hasta el fin!, ejemplo para los comunistas y pueblos del mundo. Por tal razón nos reafirmamos en la defensa de la jefatura, de su pensamiento gonzalo y de la revolución, en la lucha por el socialismo.

Han pasado 25 años de la detención y del término de la guerra pero el Estado peruano, ciego y sordo ante las reales necesidades del país, se niega a tratar la solución política, amnistía general y reconciliación nacional. Y mantiene una política de odio y venganza eternos, como se prueba en las farsas de juicios actuales; en la constante persecución a los excarcelados o en la infame pretensión de demoler los nichos de los asesinados el año 1986 o como cuando calumnian de violentistas a cinco mil maestros solo por firmar planillones de un movimiento político que busca legítimamente su inscripción. Ya el doctor Guzmán y los demás presos políticos han pagado con creces su rebelión armada contra el orden de explotación imperante en el Perú. Es hora de acabar con el aislamiento absoluto del doctor. Guzmán y demás presos políticos del Penal Militar de la Base Naval del Callao; es hora de concretar una amnistía general para civiles, policías y militares.

Diciembre, 2017


[1] Umberto Jara. Abimael, El sendero del terror. Lima: Editorial Planeta Perú S. A., 2017.
[2] Todas las referencias de página corresponden al libro mencionado.
[3] Umberto Jara. Ojo por ojo. Lima: Página Uno Editores, 2007.