En nuestro país se desenvuelve una campaña
reaccionaria macartista e inquisitorial contra los comunistas, los
marxistas-leninistas- maoístas, pensamiento gonzalo y contra los verdaderos
demócratas. Dentro de esta campaña, Carlos Paredes ha sacado a la venta un
libro: “La Hora Final. La verdad sobre
la captura de Abimael Guzmán Reinoso”.
En el contexto
de los 25 años de la captura del Dr. Guzmán Reinoso, Paredes afirma una
sarta de mentiras para levantar hasta el cielo a los miembros del GEIN, e
infamar a los comunistas, revolucionarios y demócratas, para que el proletariado y el pueblo del Perú no osen
nunca levantarse contra la opresión y explotación capitalista.
Sostiene que la creación del GEIN es obra de
un solo hombre, el coronel Benedicto Jiménez, sin embargo en el mismo libro
narra que el coronel Jiménez fue al despacho del General Reyes Roca para
pedirle que lo trasladen al norte del país porque temía que en Lima lo
asesinaran. El General le reprochó esa decisión porque según él, era la persona
más indicada para combatir a la subversión por su larga experiencia, por lo que
le pidió su opinión sobre la guerra contra el “terrorismo” y cuál era su
propuesta. Después de escucharlo atentamente porque encontró coincidencia con
su propio enjuiciamiento de la guerra,
dio la orden para crear el GEIN que reportaría directamente a su
despacho, le asignó una parte de su propia oficina y le permitió seleccionar al
personal con los que iba a trabajar de inmediato. Como se ve, Jiménez no acudió ante el jefe
de la Policía para crear el GEIN sino para protegerse de un posible atentado
por su labor antiterrorista.
¿Porqué la alta dirección de la Policía
Nacional tomó esta decisión? Porque como sostuviera el Dr. Guzmán, para
viabilizar su camino la reacción
necesitaba cumplir tres tareas: reestructurar el Estado, reactivar su economía
y aniquilar la guerra popular, siendo esta última la principal. Se le
presentaba entonces aplicar una guerra contrasubversiva más desarrollada,
centrada en inteligencia, que iba aparejada con desarrollar más su línea y
política genocida, desarrollar la legislación antiterrorista como arma de
guerra contrasubversiva, etc. que requería una centralización del mando, todo
lo cual hacía prever un golpe de Estado, tal y como ocurrió.
Aplicaron la experiencia internacional
contrasubversiva de descabezar el movimiento golpeando a la dirección, por eso
fomentaron la delación a escala mayor, dándole el instrumento legal necesario
para que la policía lo usara y capturara a los dirigentes, como hicieron,
ofreciendo además un millón de dólares de recompensa a quien delatara la
ubicación de la dirección de la guerra, es decir del Dr. Guzmán, vivo o muerto.
Paredes muestra en su libro, aunque no lo
destaca por serle inconveniente, que la CÍA estuvo presente desde antes de y
durante la creación del GEIN y aportó con inteligencia, entrenamiento,
dinero, vehículos, equipos de escucha y
grabación ilegales, todo esto con la
autorización del gobierno de Alan García primero y luego el de Fujimori.
Y es así porque esta era su necesidad vital,
estaba en juego la existencia misma del Estado peruano y en riesgo el dominio
del patio trasero del imperialismo norteamericano en una parte estratégica, el
Perú. Y eso no se podía permitir, por eso ya estaban planificando una
intervención directa.
Por otro lado, el desarrollo de la guerra
interna había llegado al equilibrio estratégico el 90 y al PCP se le planteaba
la necesidad de construir la conquista del poder en todo el País, en un momento
en que nuevos, serios y complejos problemas de estrategia y táctica
demandaban un salto a su dirección, y
tenía que resolverlos haciendo los cambios que fueran necesarios para manejar
la nueva situación en el país y el mundo.
El libro de Paredes sostiene que el GEIN tenía
superioridad moral, que “respetaba escrupulosamente los derechos humanos de los
asesinos terroristas”, sin embargo con sus propias palabras se desmiente al
decir que hacían escuchas y grabaciones a los investigados, sin mandato de juez
alguno porque era “engorroso”, “duraba mucho”, es decir ilegales; buscando
quebrar la dignidad de las personas detenidas por terrorismo los presentaban a
la prensa con traje a rayas y números,
humillándolos, otra ilegalidad; traían a sus familiares para quebrar a los
detenidos, amenazaban con meter a los hijos en albergues de niños lejos de sus
familias, como lo hicieron en muchos casos, a más de las torturas que están
documentadas y por lo que hoy, muchos policías, subalternos y oficiales, así como soldados de las FF.AA. están siendo
enjuiciados.
Infama a los dirigentes del Partido en
especial al Dr. Guzmán al decir que se daba la gran vida burguesa, mientras los
militantes y combatientes de base sufrían mil penurias y escasez; de su propio
libro se puede ver la realidad, ¿cuánto tiempo vigiló el GEIN la casa de Los
sauces? Varios meses, ¿qué constatación hizo, en qué consistía la “gran vida”?
ni ruidos salían, se admiran que compraran pan para el desayuno, que compraran
medicina, ropa, etc. ¿Dónde está la comodidad burguesa, los miles de dólares
que supuestamente usaban para darse la gran vida?
Con estas mismas investigaciones caen hecho
pedazos los infundios que hoy montan contra el Dr. Guzmán, con esa farsa de
juicio donde pretenden imputarle recibir dinero del narcotráfico.
¿En qué momento de todo ese tiempo de
vigilancia los del GEIN pudieron establecer un vínculo con el narcotráfico?
Nunca.
Perseguido por la CIA, y varios servicios de
inteligencia (como el israelí, europeo, ruso, donde se entrenó Ketin Vidal),
desarrollaba un sistemático y duro “trabajo intelectual” como dice el propio
autor.
O, como lo han relatado varios ex prisioneros
que han tenido la oportunidad de trabajar con el Dr. Guzmán: No solo era
sencillo y respetuoso en su vestir y comportamiento, sino también era frugal en
su alimentación, muy preocupado por los
camaradas con los que se reunía buscaba darles lo mejor y él mismo se daba
tiempo para prepararles algo especial.
Como se puede ver esta supuesta verdad de la captura del Dr. Guzmán
está plagada de mentiras, falsedades e infamias, su único y real objetivo es
afrentar a los comunistas y en especial a sus máximos dirigentes, no respetan
ni la condición de mujer de varias de ellas; aprovechando que están en
aislamiento absoluto y perpetuo lanzan infamias como este panfleto, concebido
para ser parte del mismo conjunto de lodo con que la reacción les ataca.
Sin embargo hay un hecho real, concreto e
innegable: de todos cuantos en la década del 60 y 70 pregonaban que solo a
través de la violencia revolucionaria se podía cambiar la sociedad, solo uno
cumplió su palabra, el Dr. Guzmán. Similarmente, cuando en l993 estableció la nueva
gran estrategia de lucha política sin armas lo hizo poniendo por delante los
intereses del proletariado, el pueblo, la nación y la sociedad peruana en su
conjunto, y en adelante todos sus esfuerzos han estado centrados en este
objetivo ¿ha faltado a esa palabra? No.
Hoy 25 años después el Dr. Guzmán lucha
denodadamente por una solución política, una amnistía general para civiles,
policías y militares participantes de la guerra, para llegar al bicentenario de
la república con un país reconciliado.
Así vemos objetivos altruistas por un lado,
mientras otros, carentes de visión de futuro siguen difundiendo odio y
venganza. Este libro es parte de ello.