Una nueva bulla se
está armando a raíz del cumplimiento de condena de la abogada Martha Huatay Ruiz.
Cual periódico de ayer se informa que saldrá después de 25 años y se quiere
impedirlo.
Un poco de historia es pertinente para quienes por juventud
no tuvieron oportunidad de conocerla, o para recordar, o para aclarar.
“Que conste en actas” como dice la jerga abogadil, que Martha
Huatay Ruiz fue fundadora de la “Asociación de Abogados Democráticos”, una
institución que cobró prestigio entre el pueblo porque surgió y accionó en
defensa de los derechos de miles de trabajadores cuando se dieron los despidos masivos
del régimen militar de Morales Bermúdez a fines de los años 70s. No fue la
única pero fue muy consecuente y consiguió gran número de reposiciones.
Tan firme era en la exigencia del respeto de las leyes en
favor del pueblo que tenía siempre la oficina llena de litigantes. No todos le
pagaban, cierto, pero era la abogada con que podían contar los que nada tenían.
Siempre “con el derecho y la ley en la mano” defendió
sindicatos de obreros, de trabajadores, de empleados estatales incluso (lo
recordarán veteranos del sindicato del INPE), así como causas populares donde
estaba en juego la defensa de derechos fundamentales.
Ya en los 80s, precisamente por esa característica suya de defender los
derechos de los de abajo, la doctora Martha respondió a los pedidos de los
familiares de los detenidos por subversión o sedición, que más adelante el
Estado cambió por “terrorismo” y junto con otros abogados de la AAD asumió
resueltamente su defensa
Con esto se ganó la inquina de los torturadores de la policía
política, DIRCOTE o DINCOTE, quienes la amenazaron múltiples veces.
Pero más adelante, cuando junto con familiares denunció
públicamente en el país y ante el mundo que el gobierno de Alan García Pérez
planificaba un genocidio contra los presos políticos y prisioneros de guerra,
obtuvo una velada sentencia de muerte, que la obligó a salir de la esfera de la
defensa pública.
Planearon entonces su secuestro y desaparición, que ya se
aplicaba a inicios de los noventas también en Lima. Mas éste se frustró porque por azar sus gritos fueron
escuchados por transeúntes. Por esta circunstancia ya no pudieron
desaparecerla, es decir escapó de un asesinato. ¿No lo supo la prensa?
En la prefectura fue salvajemente torturada. ¿No lo supo la
prensa? Y que le hicieron perder sus
facultades motoras y la conciencia por meses y meses ¿ningún medio lo supo? O
que las secuelas de la tortura le han lesionado severamente la columna al punto
que no puede erguirse ¿es un secreto?
Pero que fue condenada a 25 años sí es de conocimiento general. Y sobre el caso Tarata que hoy se le quiere
imputar, ya anteriormente la justicia
peruana se pronunció; no hubo argumentos para procesarla y es un caso
concluido. En el nuevo juicio sobre Tarata, que cual farsa se vuelve a
ventilar, tampoco se le ha incluido por lo mismo.
Entonces es evidente la persecución, son intereses de un
sector de explotadores los que azuzan, atizan bajos sentimientos de odio y
venganza y que ciertos medios de comunicación repican como campanas buscando
después de 25 años impedir la libertad de la doctora Martha Huatay.
TRAS
VEINTICINCO AÑOS DE CONDENA
LA LIBERTAD
PARA LA DOCTORA MARTHA HUATAY
ES SU
DERECHO