NO UNA SINO MUCHAS MUERTES PARA LAS VÍCTIMAS DEL GENOCIDIO DE LOS PENALES EN 1986


      


Poder Judicial  suspende temporalmente demolición del “mausoleo” de Comas

El corrupto alcalde de Comas azuzado por Basombrío, Pérez Tello y la extrema derecha recalcitrante, persiste en su vil afán de destruir los nichos donde reposan los restos de ocho (de los 250) prisioneros políticos asesinados en el genocidio de los penales en 1986. Restos entregados después de treinta años de lucha de los familiares, tiempo en que el Estado los tuvo secuestrados. Esta sentencia nos recuerda otros hechos de los más siniestros de la historia, porque expresan la misma entraña: el odio profundo hacia quienes cuestionan el sistema imperante y el cebarse con el cadáver del enemigo.

En la Inglaterra del siglo XVII, después de la restauración del poder de los feudales, el cadáver de Oliver Cromwell —dirigente de la primera revolución inglesa— fue exhumado tres años después de su muerte y “ejecutado”, profiriéndole simbólicamente más de una muerte.

En el Perú colonial, la Inquisición solía desenterrar los cadáveres de los “herejes” muertos en la cárcel, les colocaban una máscara sobre el rostro carcomido para “juzgarlos en efigie” en la Plaza de Armas de Lima.

Después de capturar a Túpac Amaru II, los colonialistas españoles lo torturaron, ejecutaron en su presencia a sus familiares y a quienes dirigieron la rebelión, lo descuartizaron, le negaron sepultura porque despedazaron su cuerpo y lo desperdigaron por los cuatro puntos cardinales. Todo esto “dentro de la ley”, de la “justicia” colonialista, en “civilizada” advertencia contra las potenciales rebeliones indígenas. Pero, es necesario recordarlo, no lograron borrar de la memoria del pueblo la figura y significado de Túpac Amaru.

En el Perú de los inicios del siglo XXI se reeditan estas prácticas infames de la historia, que evidencian la entraña vil de quienes detentan el Poder y la mayor reaccionarización del Estado peruano. Las clases dominantes, especialmente la ultraderecha del Ejecutivo y el Congreso, se han coludido en la campaña por la demolición de los nichos, contando con la activa participación de sus medios de comunicación y sus plumíferos a sueldo como la rabiosa Milagros Leiva.

Alan García y mandos militares, responsables del genocidio de los penales en 1986, se cuentan entre quienes presionan para la demolición del “mausoleo”; quienes ordenaron y bombardearon por mar, aire y tierra el Pabellón Azul de El Frontón y lo demolieron con los cuerpos de los victimados dentro, vuelven a participar hoy en la demolición de los nichos con los huesos de las mismas víctimas adentro. Los medios de comunicación de la gran burguesía han cumplido también un siniestro papel presionando para la demolición. La idea que destilan los reaccionarios es que los “terroristas” o quienes fueron apresados bajo esa imputación no tienen ningún derecho —pese a que la gran mayoría de los prisioneros estaba sin sentencia—, y si los mataron —así sea con alevosía y con todos los agravantes— no existe delito alguno y bien muertos están. Para estos “demócratas” y respetuosos de los “derechos humanos”, los “terroristas” no tienen derecho ni a la sepultura, porque los consideran subhumanos. Ni sus familiares tienen el elemental derecho de sepultar a sus muertos según sus creencias; no tienen derecho a tener un lugar donde visitarlos, llorarlos y honrarlos. De ahí que hayamos escuchado, por ejemplo, a Carlos Tubino, congresista fujimorista y almirante en retiro, proponer que se incineren los restos y sus cenizas sean lanzadas al viento para que nadie los recuerde; otro congresista propuso que se desperdiguen los restos por todo el país; también escuchamos a Patricia del Río y a otros afirmar que los “vencedores” tienen el derecho de decidir cómo deben enterrar los familiares los restos de los “vencidos” y de prohibir rendirles homenaje. El mismo Kuczynski inició la campaña planteando la demolición del “mausoleo senderista”. Quieren dejar sentada la idea de que hay personas en el Perú que no merecen ser sepultadas, que no merecen una sino muchas muertes, debido a que se trataba de enemigos acérrimos y muy odiados.

Los de la ultraderecha peruana, enceguecidos por su sed de venganza, han usado todo su poder para demoler los nichos, para que los familiares y el pueblo no tengan donde rendir homenaje a sus héroes. Por esto mismo han promulgado su llamada ley de apología al “terrorismo”. Con ello solo revelan el gran temor de la ultraderecha y de sus medios de comunicación a la heroicidad desplegada y al hermoso ejemplo que nos dejaron los prisioneros de guerra. Pero sueñan si creen que demoliendo los nichos, desapareciendo los restos de los mejores hijos del pueblo, van a borrar de la memoria del pueblo los genocidios que el Estado ejecutó, van a impedir el mundo nuevo por el que nuestros héroes lucharon y, principalmente, borrar la memoria histórica de la más grande e importante epopeya del pueblo peruano. Sus mejores hijos, como los héroes de El Frontón, Lurigancho y Callao seguirán viviendo hoy, mañana y siempre en el corazón del pueblo.

Ahora se ha iniciado el juicio del caso El Frontón. Ahí quedará desnuda una vez más la política genocida del Estado peruano y su cabeza de entonces, el aprendiz de führer Alan García Pérez, que bombardearon y fusilaron presos desarmados, se ensañaron con sus cadáveres desperdigándolos en tumbas sin nombre por diversos cementerios y 31 años después siguen sin entregar sus restos a sus familiares.

El conflicto armado interno terminó hace 25 años pero las clases dominantes hacen todo por perpetuar el odio en el país. Aplican una política de odio, venganza y persecución política, que se hace extensivo a todos los que cuestionan el sistema capitalista, criminalizando la lucha popular como en el caso de la última gran huelga magisterial. Y hacen oídos sordos y vista ciega a los planteamientos de solución política, amnistía general y reconciliación nacional que necesita el pueblo, la nación y la sociedad peruana rumbo al bicentenario.


¡NO A LA DEMOLICIÓN DEL “MAUSOLEO” DE COMAS!
¡ENTREGA DE TODOS LOS RESTOS DE LAS VÍCTIMAS DEL GENOCIDIO DE LOS PENALES A SUS FAMILIARES!

¡ABAJO LA POLÍTICA DE ODIO, VENGANZA Y PERSECUCIÓN POLÍTICA!
¡AMNISTÍA GENERAL PARA CIVILES, POLICÍAS Y  MILITARES!

¡POR UN PERÚ RECONCILIADO RUMBO AL BICENTENARIO!

Setiembre 2017