LA
RUSIA ACTUAL Y LA CELEBRACIÓN DEL CENTENARIO
DE
LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
A
propósito de un artículo de Le Monde
Diplomatique[1]
El Estado ruso prepara
la celebración del centenario de la “gran revolución rusa” —¡ojo!, no de la
Revolución de Octubre—, en el contexto de la más grave crisis del sistema
capitalista, que aún no ha terminado, y de la antesala de una guerra de rapiña
imperialista por un nuevo reparto del mundo.
Lenin dice del contexto
previo a la I Guerra Mundial, similar al que vivimos:
… en el terreno del capitalismo,
¿qué otro medio podía haber que no fuera la guerra, para eliminar la
desproporción existente entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la
acumulación del capital, por una parte, y el reparto de las colonias y de “las
esferas de influencia” del capital financiero, por otra?
Las potencias
imperialistas tienen necesidad de una guerra para salir de la crisis iniciada
el 2008 y para repartirse las naciones oprimidas. Por esta razón vemos cómo se antagonizan
las contradicciones interimperialistas; cómo toman posiciones para la guerra:
desplazan grandes fuerzas militares por diversas zonas de conflicto del mundo;
prueban nuevas armas; se multiplican las reuniones diplomáticas, se producen
aproximaciones y distanciamientos entre las potencias. Es evidente que la
bipolaridad EEUU y China sigue avanzando y la
hegemonía de EEUU está siendo cuestionada por antiguos y nuevos contenedores.
En este contexto, Rusia disputa a
EEUU el área de Europa Oriental que estuvo bajo la ex URSS. La
zona del Mar Báltico sigue siendo una zona de conflicto aún no resuelto. El
plan de EE.UU es cercar el área de la ex URSS y apoderarse de ella usando a la
OTAN con nuevos emplazamientos. Rusia ha seguido respondiendo a la ofensiva de
Estados Unidos en sus fronteras occidentales, donde se intensifica su
potencial de ataque, construye nuevas bases militares y aumenta la
infraestructura de guerra. Rusia ha proseguido realizando maniobras militares
conjuntas con países aliados como Bielorrusia y Serbia, así como despliega
modernos radares en la isla de Wrangel para vigilar el Ártico, refuerza
militarmente Kaliningrado, su enclave entre Polonia y Lituania, y últimamente
despliega sus fuerzas hacia Alaska. También contiende con el imperialismo
yanqui en Siria, así como en diversas zonas candentes del mundo.
A partir de esta visión
podemos enjuiciar cómo concibe la Rusia actual la celebración del centenario de
lo que ellos llaman “gran revolución rusa” y cuáles son los objetivos que
persigue.
Como antecedentes, ya
han realizado importantes celebraciones. El 2013, han festejado con fastuosidad
los 400 años del advenimiento de la dinastía de los Romanov. El 2012, el bicentenario
de la “guerra patriótica” de 1812 contra las tropas napoleónicas ha dado lugar
a festividades impresionantes. Los 9 de mayo, fecha de la capitulación de los
nazis, han sido objeto de grandiosas conmemoraciones. Desde hace varios
años,
los 7 de noviembre se celebra el “Día de Unidad y de la Reconciliación” con una parada
militar, en reemplazo de la celebración de la Revolución de Octubre, recordando
el 7 de noviembre de 1941 cuando las tropas
nazis se encontraban a las puertas de Moscú.
El objetivo de celebrar
estos acontecimientos históricos es claro: generar en la conciencia de los rusos
la necesidad de la unificación y centralización del Estado para lograr la
grandeza de Rusia.
Además, ante la
proximidad del centenario, el Estado ruso ha elaborado su interpretación de la
Revolución de Octubre, englobándola en lo que ellos llaman la “gran revolución
rusa” junto con la revolución burguesa de febrero de 1917 y la guerra civil.
Pretenden socavar así la importancia de la Revolución de Octubre, poniendo la
revolución de febrero en el mismo nivel; y subrayan lo dramático de la guerra
civil y sus consecuencias, pero sostienen que “los rojos y blancos
estuvieron prestos a dar su vida por
Rusia”, y que ambos tienen derecho a ser respetados. Pero, dado su carácter de
opresores, condenan la violencia revolucionaria, a través de la cual los
bolcheviques tomaron el Poder, y el “desorden”, la “fractura radical” que
acompaña a todo periodo de transformación radical.
El 2015 organizaron una
mesa redonda: “El centenario de la gran revolución rusa: Comprensión o no de la
consolidación”, a cargo del ministro de Cultura, Medinsky, con el objetivo de
que el centenario sirva a la “consolidación” de la sociedad. Y, como dijo Medinsky,
que el estudio “objetivo” de este periodo “nos ayudará a tomar conciencia de la necesidad para Rusia de un Poder
estatal fuerte sostenido por todas las capas de la población”.
Por su parte, Serguei
Narychkine, quien presidió el Parlamento (Duma) del 2011 al 2016 y preside la
Sociedad Histórica Rusa, dijo que en este aniversario se tratará ante todo de
reflexionar en los acontecimientos que ocurrieron hace cien años y
de sacar “lecciones”, siendo las principales “el valor de la unidad, de la
solidaridad ciudadana, la capacidad de la sociedad de encontrar compromisos en
los virajes más difíciles de la historia, a fin de evitar la fractura radical
bajo la
forma de guerra civil”.
¿Qué implica para el
Estado ruso “sacar las lecciones” de la “gran revolución rusa”? Claramente
destaca su interés de buscar la unidad de todas las clases sociales, “de todas
las capas de la población”, para afrontar “los virajes más difíciles de la
historia”, como la guerra mundial que se aproxima. Se preparan, pues, para la
guerra.
Y si sumamos la
celebración del centenario a las celebraciones mencionadas, se evidencia que el
Estado ruso las concibe con el objetivo de relievar la continuidad del
desarrollo histórico de Rusia, del Imperio ruso a la Federación Rusa, pasando
por la URSS; mostrar con hechos históricos la necesidad de la consolidación del
Estado alrededor de un poder fuerte y de la unidad de todas las clases sociales.
Para así entrar en mejores condiciones a la guerra de rapiña imperialista por
un nuevo reparto del mundo y pretender recuperar su condición de superpotencia
imperialista. Esta posición representa Putin, después de que Rusia superó los
graves problemas derivados de la desintegración de la URSS socialimperialista y
logró recomponerse como potencia.
Si esto vemos por parte
del imperialismo ruso, ¿cómo debemos celebrar la Revolución de Octubre los
comunistas y revolucionarios del mundo, incluido los rusos?
Enarbolar la
importancia de la Revolución de Octubre: Constituye el segundo hito en la
conquista del Poder por el proletariado, dio inicio a la nueva era de la revolución
proletaria mundial y repercutió en todo el mundo; la construcción del
socialismo, bajo dirección de Lenin y Stalin, generó la más grande
transformación vista en la Tierra en corto tiempo en beneficio de la inmensa mayoría;
y se constituyó en base y centro de la revolución mundial. La restauración del
capitalismo en Rusia, desde 1956, no la desmerece, porque es manifestación del
normal proceso de lucha de una clase nueva para instaurarse en definitiva en el
poder, concreción de la lucha como absoluto, de derrotas transitorias, del
constante luchar, fracasar, volver a luchar hasta la victoria final en el camino
del pueblo.
En el centenario de la
Revolución de Octubre sacar lecciones de ella y del camino seguido, en función
de bregar para que el comunismo brille sobre la faz de la Tierra. Así, reafirmarnos
en la necesidad de partidos proletarios de nuevo tipo, partidos con una
ideología, el marxismo-leninismo-maoísmo, una política y una organización
propia, opuesta y distinta a las de la burguesía, partidos antirrevisionistas.
Así trabajar para resolver el problema de dirección en los diversos países y
actuar como parte del movimiento proletario internacional y en función de la
nueva era de la revolución proletaria mundial.
Y ante la guerra de
rapiña imperialista que preparan, la condenamos y nos oponemos, denunciándola
ideológica y políticamente, asumiendo la orientación del gran Lenin:
transformar la guerra imperialista en revolución.
¡Viva
el centenario de la Revolución de Octubre, inicio de la nueva era de la
revolución proletaria mundial!
Junio
del 2017