A contracorriente de esa campaña macartista e inquisitorial, se expresan más voces y muestras de solidaridad contra la negación a enterrar dignamente a los prisioneros asesinados en El Frontón, Lurigancho y Callao.
Pasaron treinta años para que los familiares de El Frontón, Lurigancho y Chorrillos recuperaran los restos de sus muertos.
Ahora la derecha más recalcitrante quiere derrumbar el "mausoleo", como llaman al conjunto de nichos de los senderistas muertos. ¿Dónde pensaban que las familias iban a poner sus restos sino en un cementerio con algún tipo de ceremonia de homenaje?Ante tanta persecución post-mortem, la única pregunta que queda es ¿cómo lo van a derrumbar? ¿A cañonazos como hicieron con El Frontón?
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