HORNO DE RESTOS HUMANOS EN EL CUARTEL GENERAL DEL EJÉRCITO DEL PERÚ

HORNO DE RESTOS HUMANOS EN EL CUARTEL GENERAL DEL EJÉRCITO DEL PERÚ


Desde Torquemada, en la edad media española, pasando por Auschwitz, los campos de concentración y exterminio de judíos ejecutado por los nazis en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, hasta ahora en el Perú, la historia registra horrorosos actos de salvajismo contra los luchadores sociales y revolucionarios mediante actos de tortura, muerte y desaparición en la modalidad de cremación en hornos especialmente construidos para este fin.


En el Perú, durante la guerra interna de los años 80 y 90, el Cuartel General del Ejército, más conocido con el nombre de Pentagonito, fue el escenario de ejecuciones extrajudiciales a quienes caían en sus manos bajo sospecha de ser miembros del Partido Comunista del Perú o ser combatientes revolucionarios o simples opositores al régimen de turno. Esta nefasta acción realizada por el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) en combinación con el Grupo de Aniquilamiento Colina, consumaban sus ejecuciones incinerando los cadáveres en hornos allí construidos, a una temperatura de 1000 grados centígrados, después de haberlos torturado y matado con ensañamiento. Este es el caso, por citar algunos ejemplos, de nuestros compañeros  Justiniano Najarro Rúa, Kenneth Anzualdo y Martín Javier Roca, profesor el primero y estudiantes universitarios los otros dos, por cuyos hechos últimamente han sido sentenciados a 22 años de cárcel los autores directamente implicados como Vladimiro Montesinos (asesor del gobierno de Alberto Fujimori) y Nicolás Hermosa (comandante general del Ejército).

Este abyecto y vil ensañamiento, como se ha comprobado en los hornos del cuartel Los Cabitos en Ayacucho y del Pentagonito en Lima, se ha practicado durante los tres gobiernos de esa época: Fernando Belaunde, Alan García y Alberto Fujimori. ¿En cuántos lugares más no se habrá aplicado lo mismo? En el cuartel de marras de Lima ya se habían hecho públicas las torturas denunciadas por Susana Higuchi, entonces esposa del sanguinario mandatario, y el periodista Gustavo Gorriti, secuestrado por el SIE. Sin embargo todas estas ejecuciones de tortura, muerte y desapariciones extrajudiciales en la modalidad de cremación de cadáveres en hornos clandestinos –para intentar borrar toda huella criminal- fueron ocultadas por la gran prensa o ignoradas o apenas tratadas tangencialmente, no obstante ser considerados crímenes de lesa humanidad.

Los niveles macabros a los que llegó el Estado peruano en su guerra contrasubversiva son muy altos. Los más de 15 mil desaparecidos se dieron en los 3 gobiernos, las más de 4 mil fosas se hicieron en los tres gobiernos,  los genocidios en campo y ciudad se desenvolvieron en los tres gobiernos, los hornos crematorios funcionaron en los 3 gobiernos. Esos no fueron excesos, fueron parte de una política genocida del Estado peruano. ¿Qué más fehaciente prueba que los secretos sótanos de tortura y el horno para desaparecer restos humanos que estaban en el propio Cuartel General del Ejército Peruano? Y aunque han pasado 30 años, ahora el Estado pretende, en pleno siglo XXI, demoler nichos y restos humanos de guerrilleros caídos.

Se opone el odio y la venganza al pedido de solución política, amnistía general y reconciliación nacional. Se niega la participación política a organizaciones clasistas y populares que plantean dialogar y hacer compromisos. Se persigue a familiares por homenajear a sus  muertos. A puertas del bicentenario de nuestra independencia de España ¿se va a mantener  decenas de presas políticas de más de 60 años en las peores condiciones? ¿se va a proseguir con la prisión y el aislamiento absoluto del Dr. Guzmán de 82 años de edad y de otros presos políticos en la Base Naval del Callao? ¿se va a continuar prohibiendo la participación política de organizaciones clasistas y populares? ¿se va a seguir persiguiendo a marxistas y comunistas por pensar diferente? ¿se perseguirá a quienes entierran y homenajean a sus muertos asesinados? ¿se negará trabajo a los exprisioneros políticos? Esas y otras más son las intenciones  de los sectores más retrógrados del país. Los sectores democráticos y progresistas debemos oponernos y no permitirlo.
                                                                                                                             
Círculo Resurgimiento

                                                                                                                                  Octubre del 2016

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