Testimonio de Nery Álvarez Chavez

Mi nombre es Nery Álvarez Chávez, natural de Lima, actualmente tengo 38 años de edad. Fui detenida a los 24 años cuando cursaba el octavo ciclo de psicología en la Universidad Nacional Mayor de san Marcos. Hasta la actualidad tengo 15 años, 6 meses y 24 días de reclusión, de los cuales durante 7 años me sometieron al régimen cerrado especial: 23 horas y media recluída en una celda de 3×2 metros con sólo media hora de patio; visitas familiares (sólo directos) por media hora y sólo una vez al mes; impedida de leer, pues no autorizaban el ingreso de libros y periódicos; impedida de hablar de hablar libremente, pues no podíamos expresar nuestras ideas ya que era motivo de sanción sin patio, sin paquetes y hasta sin visitas ; también impedida de oír libremente, querían que estuviéramos aisladas del mundo exterior, no era permitido oír radio ni otro medio de comunicación; impedida de caminar porque pasaba 23 horas y media al día en cuclillas o en la cama, en una celda donde sólo podía dar dos pasos y menos aún, porque compartía la misma celda con 3, 4, hasta 5 chicas más en ese reducido espacio. Impedidas también de ver, porque sólo mirábamos el interior de nuestra celda y las paredes del patio por media hora al día, soportando además, en estas condiciones, el cruento frío de 10º bajo cero en el penal de Yanamayo donde estuve 6 años. Durante casi 8 años de los ya 16 que llevo recluida estuve impedida de todas estas actividades vitales.

Recién desde el 2001, por la acción conjunta de nuestros familiares, abogados y de nosotras mismas logramos que estas condiciones empezaran a cambiar, pero nuestra salud física y psicológica ya estaban afectadas. Por nuestro propio esfuerzo logramos que se restablezcan nuestros derechos fundamentales. Sin embargo hoy, esto poco y recién logrado, pretenden quitárnoslo, a mí en concreto, mi legítimo derecho a la libertad condicional, que por ley me pertenece, para alargar más la privación de mi libertad; propósito que se manifestó durante los trámites administrativos que imponen para determinar si hemos o no cumplido con los requisitos de la ley sobre los beneficios que nos alcanzan, concretamente en las preguntas incisivas de la Fiscal quien violando la Constitución que a todos nos ampara quería obligarme a dar cuenta de mis confesiones ideológicas, llegando incluso a referir que nada le importaba el trabajo que yo hubiera realizado ni los resultados profesionales del tratamiento penitenciario aplicado por ley.

 

Recuerdo que en la Sentencia del tribunal Constitucional del 3 de enero del 2003 dice que a nadie se le puede imponer un tratamiento que tenga por finalidad cambiar de religión o convicciones ideológicas, pues la Constitución no persigue ni discrimina por ideas. Pido que vean todos mis trabajos y mi conducta: Me dediqué íntegramente a formarme como escultora, mis hechos lo prueban. Me pregunto ¿por qué se actúa con tanta subjetividad, prejuicio y estigmatización?,¿Porque somos mujeres, jóvenes ayer llenas de sueños, estudiantes universitarias o artistas hoy? Eso no es justo. Una larga prisión como la vivida hace madurar más hondamente y si algo reconozco de positivo en la prisión son los largos períodos de reflexión sobre mi pueblo, mi familia y yo misma: ¡Toda mi juventud la viví entre cuatro paredes! pero no odio a nadie, encontré en el arte un instrumento para servir a los demás. ¿Es esto un delito?

Durante estos casi ocho años de régimen cerrado especial se nos prohibió trabajar, si encontraban un choro de sopa labrado o un resto de hueso de la sopa que guardaba para pulirlo con la rugosidad de la pared y poder tallarlo después, o hasta un trabajo de modelado hecho con migas de pan, todo era requisado porque querían que no trabajáramos, que no hiciéramos nada, pretendieron sumergirnos en un estado de subhumanos, violando nuestro derecho al trabajo, garantizado en la Constitución en su artículo 22º : “el trabajo es un deber y un derecho”, tratando de quitarnos nuestra esencia como hombres y por el cual nos diferenciamos de los animales: el trabajo.

Yendo contra la corriente, y en medio de muchas dificultades he trabajado siempre en todos estos casi 16 años de reclusión, ejerciendo mi derecho y muestra de ello son los trabajos de escultura que he realizado, fruto del esfuerzo de años; hemos tenido que enfrentarnos a esas leyes que nos impedían trabajar, pues trabajar no es un privilegio como así quisieron imponernos con chantajes: “ Si cantas el himno te cambio a este otro pabellón para que puedas trabajar”, o “si vas a misa te dejamos pasar tus palitos para que puedas tejer”. El trabajo no es un beneficio, es un derecho. Por eso considero que lo que debe prevalecer son mis hechos realizados durante mi reclusión, expresión de lo que he aprendido y trabajado durante todos estos años: me he dedicado a la escultura por más de 10 años, he realizado más de treinta nuevas creaciones en escultura y un centenar de cerámicas de diferentes motivos.

Me considero ya una escultora y pienso que tengo un largo camino por recorrer y aprender en esta área como profesional, por eso al salir deseo ejercer mi trabajo como escultora, seguir mis estudios en Bellas Artes y poner un taller de cerámica para enseñar a otras personas lo que aprendí en arte en estos años.

Además en la actualidad tengo 38 años y como toda mujer deseo casarme y tener mi propia familia, ¿acaso también quieren negarme el derecho de ser madre y poder compartir con mi esposo la alegría de educar, vivir y cuidar de mis hijos?, tengo una madre de 75 años que no veo hace 5 años, ¿por qué? por sus problemas de salud que le impiden caminar y por que psicológicamente está muy afectada con la repercusión de todas estas campaña negras que hacen contra nosotras; al salir deseo poder acompañarla, cuidar de ella y compartir lo que en 15 años no pude hacer. Tengo 4 hermanos y 8 sobrinos y deseo compartir con ellos sus alegrías y vivencias. Tengo mi pareja que me visita todos los domingos con quien deseo casarme y tener mi propia familia.

¿Por qué no me dan la oportunidad de desarrollarme como profesional, como esposa, hermana e hija libremente?, ¿Por qué no quieren reconocer todo lo que hemos trabajado y aprendido durante estos casi 16 años como prueba de mi deseo de incorporarme a la sociedad, servir a la nación y ejercer mi derecho como ciudadana peruana?, ¿Por qué tanta discriminación contra los que fuimos detenidos por un hecho social?

Por todo eso pido que no recorten este beneficio. Deseo obtener mi libertad legítimamente ganada.

Nery Juana Álvarez Chávez

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